Por Manuel Filomeno
Valeria García (nombre ficticio) siente vergüenza. Cuando camina por la calle se siente observada y juzgada por sus vecinos, tuvo que cambiarse de universidad y aún le cuesta mostrarse en eventos sociales, han sido dos años muy difíciles desde que sus fotos personales fueron filtradas por una expareja.
“Nunca pensé que me pasaría, que la persona en la que confiaba muestre lo que yo le mandaba, los mensajes amorosos y las fotografías que él pedía”, indica.
Valeria practicaba el sexting con su expareja, una práctica que involucra enviar o recibir mensajes, imágenes o videos de naturaleza sexual a través de dispositivos electrónicos,
Si bien la práctica no es inherentemente mala, la misma puede convertirse en un instrumento de manipulación o chantaje, como le sucedió a la joven, tomando en cuenta la naturaleza privada de los mensajes, con serías consecuencias para la salud mental de las víctimas de las filtraciones.
“El sexting, hoy en día, se relaciona con acciones de enviar, recibir o compartir mensajes, imágenes o videos sexualmente explícitos o relacionados con exposición de partes del cuerpo a través de dispositivos electrónicos, como teléfonos móviles o computadoras. Este fenómeno ha cobrado relevancia en la era digital y su práctica tiene diversas implicaciones, especialmente en lo que respecta a la salud mental de adolescentes y jóvenes”, explica Consuelo Medina, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
En relación con la salud mental, el sexting puede tener efectos tanto positivos como negativos. Por un lado, puede contribuir a la expresión saludable de la sexualidad, a la intimidad en relaciones de pareja y a la autoexploración sexual en un entorno controlado y consensuado. Pero, también conlleva riesgos, especialmente para los adolescentes y jóvenes que pueden no tener la madurez emocional o la capacidad de evaluar completamente las consecuencias de sus acciones.
James Yhon Robles, director de la carrera de Psicología de Unifranz, por su parte, agrega que la difusión no consentida de imágenes íntimas puede tener un impacto devastador en la salud mental de los individuos afectados, porque puede provocar sentimientos de traición, vulnerabilidad, vergüenza extrema y problemas de confianza en las relaciones futuras. Esta experiencia puede desencadenar trastornos de ansiedad, depresión e incluso llevar a pensamientos suicidas.
“Por ejemplo, algunos de los riesgos psicológicos del sexting incluyen alteraciones del estado de ánimo, sentimientos de vergüenza y culpa, ansiedad y depresión relacionadas a la difusión de las imágenes sin consentimiento, exposición a situaciones de acoso y ciberbullying y problemas de autoestima y percepción de uno mismo, entre otros”, explica.
Medina agrega que la divulgación no autorizada o consentida de imágenes íntimas o sexualmente explícitas puede generar sentimientos de vulnerabilidad, vergüenza y humillación en la persona afectada.
“Es un detonante de niveles de ansiedad y preocupación constante por quién podría haber visto y las consecuencias sociales de que amigos y familiares puedan verlos y puede contribuir al desarrollo del trastorno de estrés postraumático”, sostiene la psicóloga.
La profesional agrega que la difusión no consentida de nudes no solo viola la privacidad y la intimidad de las personas, sino que también puede tener consecuencias graves para su bienestar emocional y psicológico, por lo que es muy importante el apoyo emocional para las personas que han experimentado esta situación.
¿Qué papel juegan las redes sociales en este contexto?
En el contexto del sexting y la salud mental de los adolescentes y jóvenes, las redes sociales pueden desempeñar un papel tanto positivo como negativo.
Positivo, porque pueden ser utilizadas como plataformas para educar y sensibilizar sobre los riesgos del sexting y promover conductas seguras en línea.
Negativo, ya que pueden facilitar la difusión no consentida de imágenes íntimas y contribuir al acoso cibernético o la presión social. La búsqueda de validación puede llevar a los jóvenes a participar en el sexting sin considerar plenamente las consecuencias.
En algunos casos, el sexting puede tener consecuencias legales, especialmente si involucra a menores de edad, lo que puede aumentar el estrés y la preocupación en los jóvenes afectados.
“Es crucial abordar el tema del sexting desde una perspectiva de educación sexual integral, promoviendo el consentimiento, la privacidad y el respeto en las interacciones en línea. Además, es fundamental que los padres, educadores y profesionales de la salud mental estén capacitados para brindar apoyo y orientación a los adolescentes y jóvenes en el manejo responsable de la tecnología y la sexualidad en el contexto digital”, reflexiona la psicóloga.