Los valores, una brújula que guía la labor periodística en la era digital

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En tiempos en los que la información circula a la velocidad de un clic y las redes sociales dictan la agenda pública a través de tendencias fugaces, el periodismo enfrenta uno de los mayores desafíos de su historia: mantenerse fiel a su esencia en un ecosistema dominado por la inmediatez, la polarización y la desinformación. 

En este escenario, los valores éticos, la objetividad y la pluralidad no sólo se mantienen vigentes, sino que emergen como brújula imprescindible para quienes eligen contar la verdad en la era digital.

“La visión clásica del periodismo proponía rigor, contexto, comprensión y cuidado en el lenguaje al momento de informar. Eso ha cambiado con las redes sociales, porque éstas han puesto a la inmediatez como principio fundamental”, reflexiona Gabriel Romano, periodista, corresponsal internacional y docente de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, al señalar los riesgos de una práctica periodística guiada por la lógica de la viralidad antes que por el compromiso social.

En este contexto de profundas transformaciones, la celebración del Día del Periodista, cada 10 de mayo, es un momento propicio para reflexionar sobre la responsabilidad de quienes ejercen esta profesión. Lejos de ser solo un homenaje, es una invitación a repensar el papel del periodismo en una sociedad marcada por la sobreinformación y la crisis de confianza en los medios.

“Inculcar y mantener los valores periodísticos en tiempos digitales es más importante que nunca porque vivimos en una era donde la información circula a gran velocidad, pero no siempre con responsabilidad”, señala, por su parte, Álvaro Irusta, periodista y docente de la carrera de Periodismo de Unifranz.

Entre los principales desafíos actuales se encuentran la proliferación de noticias falsas, la pérdida de credibilidad, la presión por monetizar contenidos y la polarización informativa. A esto se suma el predominio de algoritmos que priorizan contenidos emocionalmente cargados sobre los verificados, dificultando que la ciudadanía acceda a información veraz y contextualizada. El periodista digital se ve obligado a adaptarse a nuevas tecnologías sin perder su compromiso con la verdad.

En medio de este escenario, los valores periodísticos se erigen como pilares insustituibles. La ética actúa como escudo frente a las presiones políticas y económicas que pueden tergiversar los hechos. En un entorno donde la rapidez amenaza con desplazar la verificación, la ética guía al periodista hacia decisiones responsables.

“En medio del ruido, la desinformación y los intereses ocultos, los valores como la veracidad, la ética, la independencia y el compromiso con el bien común permiten que el periodismo siga cumpliendo su rol fundamental: servir a la sociedad con información verificada, contextualizada y confiable”, agrega Irusta.

La objetividad, entendida no como una neutralidad pasiva, sino como un esfuerzo consciente por ofrecer información equilibrada y contrastada, es otra herramienta esencial. 

Ser objetivo no significa eliminar toda subjetividad, sino reconocerla y minimizar su influencia mediante el contraste de fuentes, el uso del contexto, y el esfuerzo por presentar los hechos sin distorsión. Este principio se vuelve un acto de resistencia frente a la manipulación informativa.

La pluralidad, por su parte, busca visibilizar voces diversas y romper estereotipos. En un mundo interconectado y multicultural, ofrecer distintas perspectivas no solo enriquece el debate público, sino que también refuerza el carácter democrático del periodismo. La formación de periodistas capaces de incorporar esta mirada es clave para evitar que los medios reproduzcan estructuras de poder excluyentes.

“En estos tiempos, las redes sociales se utilizan para alentar odio, generar polémica y, en ciertas condiciones, solidaridad. Con un escenario así, muchos han pensado que el periodismo debe manejarse bajo el parámetro de las redes sociales donde lo que más importa es la viralidad, los likes y las visualizaciones. Eso no debe ser así, sería desnaturalizar el periodismo. El periodismo va más allá de esa dinámica, es un contrapeso al poder, un instrumento a favor de la sociedad, un promotor de la democracia y la cohesión social. Por lo que es necesario cuestionar los valores de la dinámica digital que busca los trending topics y retornar a los valores centrales del periodismo”, apunta Romano.

Estas reflexiones adquieren mayor relevancia en el ámbito académico, donde se forman las nuevas generaciones de comunicadores. En este sentido, la Universidad Franz Tamayo ha asumido el compromiso de integrar estos valores en su modelo educativo, convencida de que el dominio técnico de las herramientas digitales debe ir acompañado de un profundo sentido ético.

En la carrera de Periodismo de Unifranz, los valores no se enseñan como teoría abstracta, sino que se experimentan en la práctica diaria. Los estudiantes analizan casos reales, producen contenidos con enfoque social y trabajan en entornos colaborativos que simulan las dinámicas profesionales. Además, se fomenta el uso de la inteligencia artificial, narrativa transmedia y plataformas digitales como recursos para contar historias con impacto, sin renunciar al rigor y la diversidad.

Así, el modelo formativo de Unifranz apuesta por una generación de periodistas íntegros, creativos y socialmente comprometidos. 

En una era donde la información abunda pero la verdad escasea, el retorno a los valores fundamentales no solo es posible, sino urgente. Porque solo a través de la ética, la objetividad y la pluralidad, el periodismo puede recuperar su rol esencial: ser una herramienta para la verdad, la justicia y la democracia.

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Manuel Joao Filomeno Nuñez

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