Trastorno dismórfico corporal, una obsesión que puede afectar nuestra calidad de vida

Trastorno dismórfico corporal, una obsesión que puede afectar nuestra calidad de vida

“No le creía a la balanza, yo me sentía gorda, me veía al espejo y veía unas cejas tupidas, una nariz chueca y una boca casi sin labios, pero esa no era yo, era la imagen que mi mente había creado de mí”, cuenta Julieta Carmona, una joven de 24 años que durante años vivió con trastorno de dismorfia corporal o TDC.

De acuerdo con el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM 5) de la Asociación Americana de Psiquiatría, una guía de referencia para los profesionales de la salud mental, el TDC es un trastorno de la imagen corporal que “empuja” a las personas a buscar la perfección. Se estima que entre el 1 y 2% de la población mundial reúne los criterios diagnósticos propios del TDC.

“El TDC es una enfermedad mental en la que no se puede dejar de pensar en uno o más defectos percibidos o defectos en la apariencia. Un defecto que parece menor o que no puede ser visto por los demás puede desencadenar este trastorno”, explica la psicóloga Carmen Aguilera, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Las personas con TDC pasan mucho tiempo centradas en la percepción de sus defectos y la forma de ocultarlos. El tiempo dedicado a estos pensamientos negativos puede consumir la mayor parte del día, lo que interfiere en la calidad de vida y la capacidad de llevar a cabo las actividades diarias.

“Son personas que tardan bastante o exageradamente en arreglarse o poder participar en un compromiso, ya esto conlleva un conflicto, se sienten incómodos o mal al verse al espejo y notar ese defecto de esa parte con la que tiene fijación o no le gusta. Este tipo de comportamiento se hace repetitivo causándole incomodidad y sufrimiento emocional”, agrega la profesional.

¿Cuáles son los síntomas?

“Me sentía fea todo el tiempo, a pesar de los halagos de mis amigas y de los chicos. Todos me veían como una chica linda, quizás no hermosa, pero tampoco fea, solo yo me percibía fea, me miraba las rodillas y pensaba que estaban oscurecidas, que mis pies eran chuecos, que mi boca torcida, que tenía rollos en la barriga, pero todo estaba en mi mente”, cuenta Julieta.

Aguilera indica que los síntomas del TDC se manifiestan de diferentes maneras y con distinta intensidad, pero principalmente tienen que ver con la autopercepción.

“Las personas que tienen este trastorno se sienten feas y que son sujeto de observación. Tienen fijación con algún rasgo o parte de su cuerpo que no le gusta y piensan que todos verán justo esa parte”, explica la académica a tiempo de mencionar algunas características:

●        El paciente piensa que se burlarán de él o ella al darse cuenta de la parte o rasgo que no le gusta.

●        Se la pasa bastante preocupado al punto de quitarle su tranquilidad o hasta el sueño y empieza a averiguar cómo ocultar o modificar esa parte.

●        Tiene la necesidad de ser aprobado por los demás y se esfuerza porque así sea, aunque esto le lleve a hacer cosas con las cuales no se siente cómodo.

●        Se compara constantemente con los demás (físicamente) y tiende a ser perfeccionista.

●        Al no poder ocultar el rasgo o parte que le molesta, prefiere aislarse y no participar en reuniones, aunque quiera hacerlo.

Aguilera señala que, generalmente, el TDC tiene mayor incidencia en mujeres y su aparición se puede desencadenar en la adolescencia.

“La calidad de vida se ve diezmada en la persona que presenta este trastorno. A la larga puede desencadenar ansiedad y/o depresión si no se atiende de forma oportuna”, apunta la especialista.

Por otra parte, entre las posibles causas, se habla de algunos factores de heredabilidad y socioafectivos, como una crianza perfeccionista, algún trauma o mala experiencia relacionada con algún aspecto físico o sobre exigencia que puede haberse plasmado durante la niñez, entre otros.

“Como la mayor parte de los trastornos mentales, si no se aborda de forma oportuna, se agrava hasta delimitar las funciones de la persona que lo sufre, perjudicando varios aspectos de su vida. Es necesario tomar en cuenta la presión social, los factores influenciadores como estereotipos sociales, hacen que la incidencia de esta patología sea alta y el desconocimiento de un diagnóstico oportuno y un tratamiento eficaz puede causar que la salud mental de las personas, más aún de los jóvenes se vea perjudicada”, acota.  

Unifranz
El diagnóstico se basa en un profundo y amplio análisis descartando patologías médicas

Diagnóstico y tratamiento

A través de estos síntomas, es posible diagnosticar este trastorno y ayudar al paciente.

“El diagnóstico se basa en un profundo y amplio análisis descartando patologías médicas. En primera instancia, a nivel psicológico se evalúa los distintos factores de riesgo inherentes al trastorno, el cúmulo de sentimientos, emociones, pensamientos y conductas que alimentan la percepción negativa en relación a su autoimagen. Y los distintos signos y síntomas relacionados con las características de la patología”, puntualiza la psicóloga. 

Aguilera apunta que una de las terapias que demostró eficacia en el TDC es la Terapia Cognitivo Conductual. La cual se centra en la modificación de pensamientos irracionales o negativos y la identificación de pensamientos y conductas que inciden en el mantenimiento de la patología.

“Esto ayuda a los pacientes a lograr la flexibilidad requerida frente a esos pensamientos automáticos negativos sobre la imagen corporal y reducir la frecuencia de conductas disruptivas, como mirarse al espejo de forma constante inclusive en lugares que no debe hacerlo o las constantes visitas al médico desafiando la objetividad del criterio médico en ocasiones, estableciendo distintas alternativas de manejar los impulsos o rituales que puedan aparecer”, concluye.

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