Por Lily Zurita
El síndrome de Munchausen, también conocido por ‘síndrome del poder’, es la inducción a un individuo a síntomas ficticios o psicológicos mediante la coerción o manipulación con el fin de engañar a terceros ya sea para un beneficio primario o secundario.
Un caso emblemático de este trastorno, que ha inspirado películas y series, es el de Dee Dee Blancharde y de su hija Gypsy Rose, quien visitó los hospitales desde los tres meses por diferentes causas. Aparentemente, la madre desarrolló este síndrome y convirtió a su hija en una enferma, sin serlo, por la atención y compasión que recibió en los hospitales a los que acudió.
Gypsy Rose padecía, según su madre, leucemia, distrofia muscular, problemas en la vista, un ligero retraso físico y mental y otras enfermedades. Sin pelo, descuidada, desnutrida, un tubo quirúrgico para su alimentación, respiración asistida y en silla de ruedas, así era transportada la niña. En tanto su madre recibía cariño de la población por su abnegación, además de subvenciones y donaciones.
En la adolescencia, y gracias al Internet, Gypsy Rose descubrió que no tenía ninguna enfermedad grave y que sus dolencias eran invención de Dee Dee. En 2015, con ayuda de su novio, acabó con la vida de su madre.
La directora de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, Eliana Exalto, indica que este síndrome se presenta como una enfermedad mental mayormente predominante en la madre con respecto al cuidado del hijo.
“El fin es generar aprobación o empatía por parte de las personas a costa de la supuesta enfermedad del hijo. En otros casos es como fin secundario para evadir algún tipo de responsabilidad”, dice la académica.
El trastorno de Munchausen está muy relacionado a la infancia o adolescencia del maltratador, quien posiblemente también fue víctima de maltrato y no generó un tipo de apego seguro que lo lleva a reproducir en la vida adulta este maltrato ya sea en niños pequeños o adultos mayores que son dependientes.
“De ese modo canaliza pulsiones pasivo agresivas y busca la aprobación y empatía de los demás mediante una posición de victimización. Podemos hablar de personas que no generaron una adaptación adecuada al sistema familiar y posteriormente a los subsistemas”, puntualiza Exalto.
En la mayor parte de los casos que se conocen se observa que el agresor, generalmente, es la madre y dirige el maltrato a niños pequeños, provoca enfermedades mediante el maltrato, la negligencia o induciendo directamente a la enfermedad.
Agresor puede estar relacionado al área de salud
Algunas veces los agresores suelen estar relacionados al área de la salud y, por consiguiente, conocen mucho sobre la fisionomía y fisiología humana y saben cómo alterarlo a través de golpes simulando caídas, alimentos en mal estado, agresiones psicológicas que llevan a alteraciones en el estado del ánimo o de privaciones en cualquier forma.
“Se sugiere tener mucho cuidado y observación en pacientes que continuamente asisten a los servicios sanitarios y verificar su historia clínica y la relación de los malestares. También observar la dinámica madre-niño, en la agresora como una persona muy demandante, dependiente y sobreprotectora que no permite la autonomía del niño”, dice la académica.
Respecto al tratamiento que se debe seguir en los casos del síndrome de Munchausen éste debe ser integral desde la parte médica, psicológica y asistencia social para seguimiento del caso.
Las víctimas muestran señales
En el caso de las víctimas, si son niños, presentan síntomas psicosomáticos y signos de maltrato físico, apariencia, desenvolvimiento ya que generalmente se mostrará temeroso con incapacidad de crear relaciones sociales, temor a la figura materna o paterna, sentimiento de culpa e indefensión o reproducir conductas violentas sobre sus pares.
Estas conductas deberían llamar la atención, especialmente, en el sistema educativo entrelazado con el sistema sanitario e historial del paciente para posteriormente revisar la conducta del cuidador.
“Es muy importante que en salud pública se cuente con profesionales en psicología hospitalaria que puedan guiar y orientar al personal médico que podría pasar por alto algunos síntomas y signos que sugieren que un paciente puede estar siendo víctima de maltrato”, culmina la académica.