Reinventarse o quedarse atrás: las nuevas competencias que marcarán el trabajo en 2026

By Manuel Joao Filomeno Nuñez

El mundo laboral vive una revolución sin precedentes que empuja a los profesionales a mantenerse en constante aprendizaje. La irrupción de la inteligencia artificial generativa, la automatización y la digitalización están transformando la forma en que trabajamos, al punto que —según el Foro Económico Mundial (WEF)— el 44 % de las habilidades actuales se verá alterado de aquí a 2026. En otras palabras, lo que hoy sabemos hacer pronto dejará de ser suficiente.

“No debemos dejar la capacitación continua como nuestro mayor aliado para mantener al talento retenido, y dentro de este proceso se encuentra la necesidad de actualizar y volver a enseñar habilidades y competencias a nuestros trabajadores”, expresa la experta en temas de capital humano Carola Zeballos, docente de la carrera de Administración de Empresas de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).

Diversos estudios respaldan esta tendencia. De acuerdo con la consultora McKinsey & Company, el 94 % de los empleados permanecería más tiempo en una empresa que invierte en su desarrollo profesional. Además, el 87 % de los ejecutivos reconoció haber experimentado brechas de habilidades en los últimos cuatro años, aunque menos de la mitad sabe cómo abordarlas. En este contexto, el reskilling y el upskilling se posicionan como estrategias esenciales tanto para las empresas como para los trabajadores que buscan adaptarse al futuro.

Según Zeballos, el reskilling y el upskilling son “la llave para adquirir o actualizar habilidades laborales en una era donde la tecnología cambia más rápido que los puestos de trabajo”. Ambas prácticas forman parte de la capacitación continua, pero tienen objetivos distintos: el upskilling se enfoca en perfeccionar habilidades ya existentes, mientras que el reskilling busca desarrollar competencias completamente nuevas, permitiendo que los profesionales se reorienten hacia otras áreas o roles dentro de la misma organización.

El upskilling, o mejora de competencias, refuerza las habilidades que un trabajador ya posee o que están vinculadas a su campo profesional. Su propósito es mejorar la eficacia y la capacidad de adaptación ante los cambios tecnológicos y organizacionales. 

“Las empresas que promueven el aprendizaje continuo cuentan con equipos más ágiles, creativos y competitivos”, sostiene Zeballos. Esta práctica, añade, permite diferenciarse en un entorno globalizado donde la innovación y la rapidez de respuesta son claves para sobrevivir.

Por su parte, el reskilling, o recualificación, implica capacitar a una persona para desempeñar un rol completamente diferente al actual. No se trata solo de actualizar conocimientos, sino de reorientar la carrera profesional hacia áreas con mayor demanda de talento.

“A medida que la tecnología evoluciona, algunos oficios pierden relevancia, pero otros se vuelven cruciales. En lugar de despedir al personal, las empresas pueden reconvertirlo y aprovechar su experiencia”, explica la docente.

Ambas estrategias son esenciales en el contexto de la industria 4.0, donde tecnologías como la inteligencia artificial, el machine learning, el big data o la automatización robótica de procesos (RPA) redefinen la productividad y la empleabilidad. Un trabajador que aprende a manejar datos o herramientas digitales multiplica su valor en el mercado laboral y contribuye a la transformación de su organización.

La inversión en formación, además, tiene un impacto directo en los resultados empresariales. Un estudio de la Association for Talent Development (ATD) indica que las compañías que apuestan por la capacitación generan un 218 % más de ingresos por empleado que aquellas que no lo hacen. Para Zeballos, las ventajas son múltiples: “Capacitar al personal no solo mejora el desempeño, también fortalece la cultura organizacional y eleva la satisfacción de los trabajadores”.

Las cinco habilidades más demandadas en 2026

De acuerdo con el Future of Jobs Report 2025 del Foro Económico Mundial, las competencias más valoradas por los empleadores en los próximos años serán aquellas que combinen el pensamiento crítico con la adaptación tecnológica y la inteligencia emocional. Estas son las cinco habilidades más demandadas para 2026:

1. Pensamiento crítico y resolución de problemas. Será la competencia número uno. En un entorno dominado por la automatización, el valor humano radicará en la capacidad de analizar, interpretar y tomar decisiones complejas.

2. Comunicación y colaboración digital. Con el auge del trabajo híbrido y remoto, la comunicación empática y efectiva en entornos virtuales se vuelve esencial para la cohesión y productividad de los equipos.

3. Alfabetización tecnológica e inteligencia artificial. No basta con saber usar herramientas digitales; será fundamental comprender cómo la IA influye en los procesos y decisiones de negocio.

4. Responsabilidad corporativa y sostenibilidad. La ética y la gobernanza (ESG) se consolidan como competencias clave, especialmente en sectores industriales, energéticos y logísticos.

5. Aprendizaje continuo. Aprender, desaprender y volver a aprender será la norma. Las empresas valorarán la capacidad de adaptación más que la acumulación de títulos formales.

La revolución laboral en marcha no depende solo de la tecnología, sino de cómo las personas y las organizaciones aprenden a convivir con ella. De cara a 2026, el éxito profesional ya no estará determinado por un título, sino por la capacidad de reinventarse una y otra vez.

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