En 2024, las proyecciones económicas nacionales e internacionales están marcadas por la persistente incertidumbre derivada de la crisis multidimensional que ha afectado al mundo en los últimos años.
Las consecuencias económicas se intensificarán, con factores como el aumento de los tipos de interés tras la crisis energética de 2022 y las restricciones financieras provocadas por la rápida acumulación de deuda para abordar la pandemia y la guerra en Ucrania, según Kadir Lanza, director de la carrera de Ingeniería Económica de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) dan cuenta que el crecimiento económico a nivel global se proyecta modestamente en un 2,9% para este nuevo año. Estados Unidos podrá evitar la recesión gracias a su sólido mercado laboral y medidas de estímulo, lo que también impulsará la revitalización del movimiento sindical. En tanto, en la Unión Europea, se anticipa un escrutinio fiscal riguroso, con la ‘disciplina fiscal’ crucial en las negociaciones presupuestarias.
En contraste, los países emergentes enfrentan desafíos fiscales en un entorno de endurecimiento financiero y un dólar fuerte, aumentando su vulnerabilidad externa, afirma el académico.
Aunque algunos se benefician de la reconfiguración del comercio, la mayoría podría sufrir las consecuencias de una mayor fragmentación económica, alerta la Organización Mundial del Comercio (OMC).
“Un desplome continuado del comercio de mercancías que comenzó en el cuarto trimestre de 2022 ha llevado a los economistas de la OMC a reducir las previsiones de crecimiento del comercio para el año en curso, aunque mantienen una perspectiva más positiva para 2024. Según las nuevas previsiones, el volumen del comercio mundial de mercancías crecerá un 0,8% este año, una reducción respecto de la previsión de abril del 1,7%, mientras que las previsiones de crecimiento para 2024, del 3,3%, prácticamente no han variado con respecto a la previsión anterior”, sostiene el organismo internacional en la publicación “Perspectivas del comercio mundial y estadísticas”, actualizado a octubre de 2023.
Para Lanza, en un contexto de márgenes monetarios y fiscales limitados, la capacidad para enfrentar otra crisis se ve reducida, lo que podría incrementar la volatilidad en los mercados durante episodios de incertidumbre.
Asimismo, la atención mundial podría desplazarse de Ucrania a Oriente Medio, donde los shocks petroleros podrían tener un impacto más amplio que los del gas natural, afectando directamente a la Unión Europea, que importa más del 90% del petróleo que consume. Además, las reservas estratégicas de petróleo en Estados Unidos están en niveles mínimos.
“En este escenario, las proyecciones de los organismos multilaterales indican una posible reducción de la inflación a nivel mundial, aunque no se vislumbran cambios significativos en la política monetaria de los principales bancos centrales debido al escenario de incertidumbre y las dificultades en la economía global”, manifiesta el académico.
La economía boliviana ante grandes desafíos
Las proyecciones económicas para Bolivia presentan desafíos significativos. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pronostica un crecimiento del PIB del 2%. Esto refleja la actual desaceleración económica marcada por el agotamiento de las reservas internacionales netas, un déficit fiscal persistente y restricciones para las familias en ahorro y endeudamiento.
“Estos desequilibrios macroeconómicos aumentan la vulnerabilidad del país frente a posibles episodios especulativos sobre su moneda, especialmente en un contexto global de condiciones financieras más restrictivas y alta incertidumbre sobre los términos de intercambio futuros”, explica Lanza.
La disminución en las cotizaciones y producción de gas ha generado elevados déficits fiscales y un significativo aumento de la deuda pública, junto con una marcada reducción de las reservas internacionales.
Esta combinación riesgosa podría requerir respuestas estratégicas, como la devaluación del tipo de cambio o una consolidación importante de las finanzas estatales, con posibles repercusiones significativas para la población más vulnerable.
Además, el escenario político polarizado y las elecciones cercanas en 2025 añaden una capa adicional de incertidumbre a la situación económica del país.
“El actual escenario económico global presenta desafíos significativos para nuestro país, demandando decisiones cruciales para superarlos. Resulta fundamental que el gobierno base sus acciones en un diagnóstico más preciso de la situación para abordar los problemas del país. Sin embargo, se observa una negación selectiva tanto de las condiciones nacionales en el contexto global como de las percepciones reales de la población, debido a consideraciones políticas y rigidez ideológica”, reflexiona el académico.
Estos factores obstaculizan la implementación de ajustes necesarios en medio de un entorno político cada vez más complejo de cara a las elecciones de 2025. A esto se suma la falta de autonomía de instituciones clave como el Banco Central de Bolivia (BCB), que no cuenta con la capacidad de transitar hacia un régimen de tipo de cambio más flexible y ha utilizado parte de su balance para otorgar créditos al gobierno y sus empresas estatales, compensando las pérdidas derivadas de la caída de los ingresos fiscales, reflexiona el docente universitario.
El experto explica que el modelo económico actual, centrado en el crecimiento a través del gasto público, el consumo elevado y el rentismo, no activa las variables necesarias de inversión privada o exportaciones para garantizar la sostenibilidad económica.
“No logra implementar políticas de austeridad fiscal para reducir la presión del gasto público derivada de altos subsidios y aumentos continuos de las remuneraciones estatales. Tampoco aborda la participación excesiva del sector público en actividades empresariales, ni crea un entorno favorable para atraer inversión privada o elimina barreras comerciales que restringen la internacionalización y diversificación del sector productivo”, indica.
En este contexto desafiante, la capacidad de adaptación y respuesta estratégica se vuelve crucial tanto a nivel nacional como internacional para mitigar los riesgos y fomentar la estabilidad económica.