Cuando se enfrentan situaciones difíciles en la vida, acudir a un psicólogo o a un psiquiatra no es la única alternativa. El apoyo y la comprensión de amigos y familiares puede ser crucial para prevenir el suicidio, una problemática que se incrementa en el país. Esta visión de sumar a nuevos aliados es parte de “Cambiar la narrativa”, lema de este año del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, que se conmemora cada 10 de septiembre.
Para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el suicidio se malinterpreta a menudo como un “acto de debilidad”, “egoísmo” o incluso como “delito”, situaciones que van tejiendo estigmas, que se convierten en los mayores obstáculos para la prevención porque pueden frenar a las personas en la búsqueda de ayuda.
Por ello, la OPS y los especialistas resaltan la urgencia de reemplazar esta narrativa dañina por una que promueva la comprensión, la sanación y la recuperación para todas aquellas personas que atravesaron o atraviesan situaciones difíciles y para quienes han perdido a seres queridos bajo estas circunstancias, con la suma de aliados cercanos, como son los familiares y amigos, quienes pueden cambiar el futuro de muchas vidas.
“Las tasas por suicidio lamentablemente aumentan en nuestro país y lo podemos constatar en los registros de los hospitales. Por eso es muy necesario hablar de esto, no hay nada falso que creer que solo al mencionarlo estamos incitando. Hay que dejar los tabúes a un lado y sumarnos a la prevención, y entender que esta tarea no solo es desde los especialistas”, asegura Pamela Martínez, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Señales de alerta
La especialista en Psicología Clínica explica que hasta hay aspectos biológicos que influyen en estas acciones, debido a que la depresión (uno de los principales factores detonantes) tiene relación con la función inadecuada del cerebro a causa de un trastorno neuroquímico (cuando producimos demasiadas o muy pocas sustancias químicas, lo que afecta el sistema nervioso).
“Todo esto debe ser conocido por la gente para que comprenda lo importante que es hablar con las personas que muestran señales de depresión, que es muy diferente a la tristeza. Si tenemos a alguien que se está aislando, está perdiendo el sentido de vida, que está cambiando hábitos de conducta y que empieza a retraerse en cosas tan elementales como el trabajo, la familia o la pareja, debemos poner atención porque es una luz roja para actuar”, señala Martínez.
Si bien esta problemática no se restringe a un grupo poblacional en específico, las estadísticas muestran que hay más casos en el género masculino. Martínez lo relaciona con la represión de emociones a causa de roles establecidos y los arquetipos sociales. “Desde muy niños se malenseña a los varones que no deben llorar y esto conduce a no poder expresar lo que siente, no poder sacar algunos sentimientos por miedo a la sanción social y moral impuesta por la sociedad”.
Los últimos datos de la OPS revelan que 100.933 personas murieron por suicidio en la región de las Américas en 2021. El 79,4% de estos casos ocurrieron entre varones, sin embargo, los suicidios de mujeres mostraron un aumento más pronunciado entre 2000 y 2019. Los adultos de mediana edad (de 40 a 69 años) representan la mayor proporción, con 38%, frente a los adultos mayores (más de 70 años), con 32,8%.
Gonzalo Amador, médico psiquiatra y presidente de la Sociedad Boliviana de Psiquiatría Filial La Paz, menciona que Bolivia tenía hasta hace poco la tasa más alta de Sudamérica en suicidio de población infanto-juvenil.
Aliados clave en la prevención
En ese marco, Amador señala que la prevención del suicidio es uno de los retos máximos, no solo en la salud mental, sino en la salud en general y la sociedad. “Se han hecho tantas investigaciones, tantos trabajos y hasta ahora no hemos podido comprender a cabalidad el fenómeno del suicidio, pero sí podemos tratar de prevenir en ciertos contextos y con acciones”.
Detalla que, precisamente, el lema “Cambiar la narrativa” significa que no se debe ver esta problemática solo desde el aspecto médico, psicológico o psiquiátrico, sino desde el aspecto social. Entonces, la ayuda y la comprensión no solo deben partir de un especialista, sino del entorno, más aún si hay trabas económicas para acudir con un psicólogo o psiquiatra.
“A veces hablar con alguien, ya sea amigo o familiar, sirve de mucho, y más aún si ese alguien muestra empatía o comprensión al validar las emociones de la persona que verbaliza sus intenciones. Este es el primer paso de ayuda, que la persona se dé cuenta que no está sola, que siempre hay alguien que puede escuchar. Tenemos que estar siempre dispuestos a escuchar y validar los sentimientos que nos cuentan”, aconseja el psiquiatra.
A las personas que atraviesan por situaciones difíciles, Amador les recomienda no temer a expresar los sentimientos y buscar ayuda, y no es necesariamente de un psiquiatra o un psicólogo, porque “un amigo o un familiar pueden estar dispuestos a escuchar y ayudar”.