Obesidad: ¿Cómo detener una epidemia que cobra vidas?
La obesidad es una enfermedad que avanza de manera alarmante en Bolivia y el mundo, con consecuencias devastadoras para la salud pública. Según datos del Atlas Mundial de la Obesidad 2025, en Bolivia el 32 % de los adultos sufre de obesidad y el 70 % tiene un índice de masa corporal (IMC) elevado, cifras que podrían incrementarse en los próximos años.
José Antonio Montecinos, médico cirujano y docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, subraya que este problema no solo afecta la calidad de vida de quienes la padecen, sino que también incrementa significativamente el riesgo de enfermedades crónicas y muerte prematura.
“Las consecuencias de la obesidad van más allá del aumento de peso, está estrechamente relacionada con varias enfermedades crónicas que pueden reducir la esperanza de vida», advierte Montecinos.
Según el Atlas, en el país se registraron más de 3.200 muertes prematuras relacionadas con la obesidad durante la gestión 2021, así como casi 60.000 personas con problemas de salud vinculados a esta condición.
Entre los principales problemas de salud causados por el sobrepeso y la obesidad se encuentran:
- Diabetes tipo 2: el exceso de grasa corporal genera resistencia a la insulina, lo que aumenta el riesgo de desarrollar esta enfermedad metabólica.
- Hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares: la obesidad eleva la presión arterial y el colesterol, aumentando la posibilidad de sufrir infartos o accidentes cerebrovasculares.
- Enfermedades respiratorias crónicas: el exceso de peso afecta la función pulmonar, lo que puede derivar en apnea del sueño y otras complicaciones respiratorias.
- Síndrome metabólico e hígado graso no alcohólico (HGNA): la acumulación de grasa en el hígado puede derivar en enfermedades hepáticas graves.
- Problemas osteoarticulares: el sobrepeso ejerce una presión adicional sobre las articulaciones, provocando dolencias como artrosis.
- Algunos tipos de cáncer: la obesidad está relacionada con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama, colon y endometrio, entre otros.
Montecinos indica que la obesidad es un problema de salud pública que se ha visto impulsado por diversos factores, entre los que destacan los malos hábitos alimenticios. El consumo excesivo de comida chatarra y alimentos ultraprocesados, combinado con una baja ingesta de frutas, verduras y fibra, ha contribuido significativamente al aumento de esta condición. Estos patrones alimenticios, sumados a la falta de conciencia nutricional, han creado un entorno propicio para el desarrollo de la obesidad.
Otro factor determinante es el sedentarismo, agravado por el estilo de vida moderno. La falta de actividad física, el tiempo excesivo frente a pantallas y la reducción de actividades al aire libre han empeorado el problema. Aunque los factores genéticos y biológicos también influyen en la predisposición a la obesidad, son los hábitos de vida poco saludables los que suelen desencadenar esta condición.
Además, aspectos como los factores psicológicos y emocionales juegan un papel importante. El estrés, la ansiedad y la depresión pueden llevar a una relación disfuncional con la comida, donde esta se utiliza como consuelo o escape. Por último, los aspectos socioculturales y económicos también son clave. La disponibilidad de alimentos poco saludables, la publicidad agresiva de productos ultraprocesados y la falta de educación nutricional en muchas comunidades refuerzan estos malos hábitos, perpetuando el ciclo de la obesidad.
La prevención, clave en la lucha contra la obesidad
Para Montecinos, la solución a esta crisis no se encuentra en tratamientos milagrosos ni en soluciones rápidas, sino en la adopción de un enfoque integral que priorice la prevención. «Es fundamental fomentar hábitos saludables desde la infancia para reducir el riesgo de obesidad y mejorar la calidad de vida», sostiene el especialista.
Entre las principales estrategias recomendadas están:
– Promoción de una alimentación equilibrada: Se deben fomentar dietas ricas en frutas, verduras, proteínas magras y cereales integrales, limitando el consumo de azúcares y grasas saturadas.
– Estilo de vida activo: Realizar ejercicio regularmente y reducir el tiempo sedentario es esencial para mantener un peso saludable.
– Educación y concienciación: Es clave enseñar a la población sobre los riesgos de la obesidad y la importancia de adoptar hábitos saludables.
– Atención médica y apoyo profesional: Contar con un equipo multidisciplinario, que incluya médicos, nutricionistas y psicólogos, puede ayudar a las personas a alcanzar y mantener un peso saludable.
El papel del entorno en la lucha contra la obesidad
Montecinos enfatiza que la obesidad no es únicamente un problema individual, sino que también está profundamente ligada a las condiciones sociales y culturales. Según explica, «el entorno social y cultural influye en los hábitos alimentarios y en la actividad física, lo que puede predisponer a una mayor prevalencia de la obesidad». Esto significa que las decisiones personales sobre alimentación y ejercicio están condicionadas por factores externos que van más allá del control individual.
Entre los factores clave que contribuyen a esta problemática se encuentra la disponibilidad y acceso a alimentos saludables. En muchas comunidades, los productos ultraprocesados son más accesibles y económicos que las opciones frescas y nutritivas, lo que dificulta la adopción de una dieta equilibrada. Además, la publicidad y mercadotecnia desempeñan un papel crucial, ya que la promoción agresiva de alimentos poco saludables influye en las decisiones de consumo, especialmente entre niños y adolescentes, quienes son más vulnerables a estos mensajes.
Por otro lado, las normas y costumbres culturales también tienen un impacto significativo. En algunas sociedades, el sobrepeso es percibido como un signo de bienestar o prosperidad, lo que dificulta la concienciación sobre los riesgos asociados a la obesidad. Finalmente, los factores socioeconómicos juegan un papel determinante, ya que la pobreza y la falta de educación limitan el acceso a una alimentación balanceada y a oportunidades para realizar actividad física, perpetuando así las desigualdades en salud. Un llamado urgente a la acción
Ante este panorama, Montecinos hace un llamado a las autoridades y a la sociedad en su conjunto para priorizar la lucha contra la obesidad mediante políticas públicas efectivas, educación nutricional y promoción de hábitos saludables. «No podemos esperar a que la situación empeore aún más. Es momento de actuar para prevenir enfermedades y salvar vidas», concluye el especialista.