Nuevas tecnologías y metodologías marcarán el rumbo de la educación superior en 2025

By Manuel Joao Filomeno Nuñez

En este 2025, el panorama educativo en Latinoamérica estará marcado por la innovación y la transformación de viejos esquemas pedagógicos. Esta transición estará impulsada por avances tecnológicos y cambios en los enfoques y dinámicas sociales que prometen redefinir la experiencia de enseñanza y aprendizaje en las universidades.

“La innovación educativa se debe poner en práctica desde diferentes aristas que implican el uso de la tecnología, una propuesta didáctica y pedagógica que mueva a los procesos y personas dentro de las instituciones. Parte por dar una nueva mirada y estructura al proceso de aprendizaje enseñanza”, explica Clara Luisa Solórzano, jefa de Enseñanza y Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Uno de los aspectos más destacados será la incorporación de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial (IA), que transformarán los métodos educativos tradicionales. Estas herramientas permitirán personalizar el aprendizaje, atendiendo las necesidades individuales de los estudiantes y optimizando el rendimiento académico. La IA también jugará un papel crucial en la seguridad de los campus y la gestión académica, aunque su implementación requerirá políticas éticas claras que protejan la privacidad de los estudiantes​.

En paralelo, las metodologías híbridas, que combinan modalidades presenciales y digitales, se consolidarán como una norma. Estas prácticas han demostrado ser efectivas para enriquecer la experiencia educativa, permitiendo a los estudiantes acceder a recursos de calidad y aprender en entornos más dinámicos y atractivos. Por otra parte, la internacionalización también se verá potenciada por estas metodologías, ya que permiten que los estudiantes estudien en instituciones de otros países de manera más fluida.

Estas son algunas de las innovaciones y tendencias educativas que cobrarán más fuerza en 2025:

  • Aprendizaje híbrido: la educación combinará clases presenciales y en línea para ofrecer flexibilidad. Esto quiere decir que una universidad puede ofrecer un curso de biología donde los estudiantes asisten a clases teóricas en línea y realizan laboratorios prácticos en persona.
  • Micro-credenciales: se ofrecerán certificados específicos y rápidos que cubren habilidades demandadas por el mercado laboral. Por ejemplo, un profesional de marketing puede obtener una micro-credencial en análisis de datos para mejorar sus habilidades y avanzar en su carrera.
  • Inteligencia artificial: la IA se usará para personalizar el aprendizaje y mejorar la gestión administrativa. De esta manera, un sistema de IA puede recomendar a un estudiante cursos adicionales en función de sus intereses y desempeño académico.
  • Realidad inmersiva: la realidad virtual y aumentada se usarán para crear experiencias educativas prácticas y envolventes. Estudiantes de arquitectura pueden usar realidad virtual para recorrer y evaluar diseños de edificios antes de construir modelos físicos.
  • Educación basada en competencias: la enseñanza se centrará en desarrollar habilidades prácticas y aplicables en el trabajo. Así, un programa de ingeniería puede enfocarse en proyectos reales donde los estudiantes diseñen y construyan soluciones técnicas.
  • Aprendizaje continuo: se promoverá la educación continua para mantenerse competitivo en un entorno laboral cambiante. De esta manera, un profesional puede inscribirse en un curso en línea de liderazgo y gestión cada pocos años para actualizar sus habilidades.
  • Interdisciplinariedad: la colaboración entre diferentes disciplinas será clave para resolver problemas globales de manera innovadora. Por ejemplo, estudiantes de informática, biología y ética pueden trabajar juntos en proyectos de bioinformática que aborden temas de salud global.

Sin embargo, estas innovaciones también evidencian desafíos importantes, como el aumento de las desigualdades educativas en la región. La reducción de recursos públicos para las universidades ha acentuado las brechas entre instituciones con diferentes capacidades económicas. 

Aquellas que cuentan con mayores inversiones están a la vanguardia de la innovación, mientras que otras enfrentan dificultades para mantenerse competitivas. Este fenómeno afecta especialmente a estudiantes de contextos económicos vulnerables, limitando su acceso a una educación de calidad​.

Por esta razón, la innovación educativa no solo será clave para responder a los desafíos tecnológicos, sino también para fomentar una educación más inclusiva y orientada al desarrollo sostenible. 

Según Solórzano, la innovación debe considerar cuatro elementos fundamentales: personas, conocimiento, procesos y tecnología. Además, para que sea efectiva, debe enfocarse en la solución de problemas reales y en la participación activa de los estudiantes en la creación de soluciones que promuevan la sostenibilidad ambiental y económica​.

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