Médicos del mañana: tecnología, pensamiento crítico y ética al servicio de la salud
La transformación del sector salud avanza de forma imparable, exigiendo que el profesional médico del futuro combine competencias clínicas con habilidades tecnológicas, pensamiento crítico, dominio de herramientas digitales y un firme compromiso ético y social. Este nuevo perfil profesional va más allá del conocimiento biomédico: implica saber interpretar datos, aplicar inteligencia artificial (IA) con criterio, gestionar plataformas de salud digital y romper las barreras físicas de los hospitales mediante la telemedicina.
“El profesional de hoy tiene que formarse en tecnología y ética, pero también ser crítico, porque debe entender que en la inteligencia artificial y en las nuevas tecnologías hay lo que se llama transparencia y fiabilidad y ahí tenemos que hacer énfasis”, afirma Mauricio Bonilla, experto en salud digital, inteligencia artificial y CEO de la startup médica Saluta.
Bonilla fue uno de los invitados destacados al IV Congreso Internacional en Salud: Innovación y Sostenibilidad, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, donde ofreció una conferencia magistral sobre el futuro de la medicina, la inteligencia artificial y la biotecnología.
Bonilla delinea las principales habilidades que debe desarrollar el médico contemporáneo. La primera, y quizá más relevante, es el pensamiento crítico.
En un contexto donde los algoritmos ya intervienen en diagnósticos y tratamientos, es imprescindible que el profesional de la salud sea capaz de analizar, cuestionar y validar la información que recibe, resaltando que la IA aún carece de la capacidad para comprender los matices contextuales.
La alfabetización en inteligencia artificial es otro componente clave. Según Bonilla, todo médico debería, al menos, comprender cómo funcionan los sistemas de IA. “Estudiamos IA de manera urgente todos, por lo menos para entender qué es. Mejor si aprendes a programar, para entender cómo funciona esto y desmitificar cosas”, sostuvo. Esta comprensión básica permitiría a los profesionales usar la IA con criterio, evitando caer en suposiciones erróneas o aplicaciones mecánicas.
Otra de las competencias emergentes es el manejo de salud digital. Bonilla hace énfasis en que esta va mucho más allá de la IA, incluyendo herramientas como los dispositivos portátiles de monitoreo (wearables), los registros médicos electrónicos y la gestión remota del paciente.
“Tenemos que vencer las barreras del hospital, los pacientes ahora pueden monitorear sus signos vitales a través de dispositivos y pueden salir más rápido del hospital y tener cuidados en casa”, acota, haciendo hincapié en un modelo de atención descentralizado.
También subrayó la importancia de la interoperabilidad y sistematización de datos, elementos esenciales para una atención médica eficiente y segura.
“Para yo tener el dato tengo que tenerlo sistematizado, porque no lo puedo tener en papel. Sistematizar los datos, digitalizarlos, interoperarios nos va a ahorrar un montón de dinero”, explica, recordando que una historia clínica digitalizada reduce errores y facilita la continuidad del tratamiento entre distintos niveles de atención.
En paralelo, el profesional del futuro debe mantener una presencia activa en espacios digitales como redes sociales y plataformas educativas, los cuales no deben verse únicamente como espacios lúdicos, sino como verdaderas fuentes de aprendizaje y actualización constante. “Hoy es imprescindible que los profesionales de la salud estemos en esos espacios”, destacó Bonilla, remarcando la necesidad de adaptarse a los nuevos entornos de interacción.
Finalmente, todo este conjunto de habilidades debe estar atravesado por un fuerte compromiso ético y social. La digitalización no debe convertirse en una barrera, sino en una herramienta para reducir inequidades.
“Lo que puede pasar y que sería gravísimo para América Latina es que tengamos una medicina de cuarta en los países pobres y de primera en los países ricos”, advirtió Bonilla, llamando a evitar una brecha tecnológica que acentúe las desigualdades existentes.
En conclusión, el médico del futuro —que ya comienza a ejercer en el presente— deberá ser un profesional integral: clínico y tecnólogo, analítico y empático, digital y humano. Su rol no se limitará al diagnóstico o tratamiento, sino que incluirá el diseño de sistemas, la interpretación crítica de datos y la garantía de una atención equitativa en todos los niveles. Como señala Bonilla, “la medicina y el ejercicio de la medicina cambió. No es que vaya a cambiar. Ya estamos en el futuro”.