Por Lily Zurita
En el vasto campo de la educación, el aprendizaje es un proceso mediante el cual los individuos adquieren, modifican o refuerzan conocimientos, habilidades, comportamientos o valores a través de la experiencia, la instrucción o el estudio.
Este proceso puede ocurrir de manera consciente o inconsciente y se manifiesta en cambios relativamente permanentes en el comportamiento o en el entendimiento de una persona.
Para Jean Piaget, psicólogo, epistemólogo y biólogo suizo, el aprendizaje es un proceso mediante el cual el sujeto, a través de la experiencia, la manipulación de objetos, la interacción con las personas, genera o construye conocimiento, modificando, en forma activa sus esquemas cognoscitivos del mundo que lo rodea, mediante el proceso de asimilación y acomodación.
El aprendizaje es fundamental para el desarrollo personal y profesional. Facilita la adaptación a nuevas situaciones, promueve el crecimiento intelectual y emocional, y es esencial para la supervivencia y el progreso de la sociedad. A través del aprendizaje, las personas pueden mejorar su calidad de vida, resolver problemas, tomar decisiones informadas y contribuir de manera significativa a sus comunidades.
Stanislas Dehaene, un eminente neurocientífico francés, identifica cuatro pilares fundamentales del aprendizaje que son esenciales para la adquisición efectiva de conocimientos.
Estos pilares son la atención, el compromiso activo, la retroalimentación y la consolidación.
- Atención
La atención es el primer pilar y se refiere a la capacidad del cerebro para enfocarse en información relevante mientras ignora las distracciones. Este proceso es crucial, ya que el cerebro humano recibe una enorme cantidad de estímulos cada segundo.
Sin la capacidad de filtrar y enfocar la atención en lo importante, el aprendizaje se vuelve caótico e ineficiente. Según Dehaene, la atención actúa como un filtro que permite al cerebro concentrarse en la información esencial, facilitando su procesamiento y almacenamiento.
Ariel Villarroel, de la Jefatura de Enseñanza Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, explica que la atención es el proceso cognitivo que nos permite centrarnos en la información relevante y descartar la irrelevante. Es el primer paso esencial para el aprendizaje, ya que, sin atención, la información no puede ser correctamente procesada y almacenada.
“Filtra las distracciones y permite al cerebro concentrarse en la tarea de aprendizaje. Sin atención, es imposible procesar y retener nueva información de manera efectiva. En un entorno educativo, captar y mantener la atención de los estudiantes es esencial para asegurar que se involucren con el contenido que se les presenta.
- Compromiso activo
El segundo pilar, se refiere a la participación activa del individuo en el proceso de aprendizaje.
Dehaene enfatiza que el aprendizaje pasivo, como simplemente escuchar una conferencia o leer un texto sin interactuar con el material, es menos efectivo. En cambio, el compromiso activo, que incluye actividades como la resolución de problemas, la discusión y la práctica, facilita una comprensión más profunda y duradera de los conceptos.
Este tipo de aprendizaje activo estimula diferentes áreas del cerebro, fortaleciendo las conexiones neuronales y mejorando la retención de la información.
Según Villarroel este tipo de aprendizaje promueve una comprensión más profunda y duradera de los conceptos. “Al involucrarse activamente, los estudiantes no solo reciben información, sino que la procesan, la cuestionan y la aplican, lo que facilita la construcción de conexiones neuronales más fuertes y duraderas”.
- Retroalimentación
La retroalimentación, tanto positiva como negativa, proporciona información sobre el desempeño del individuo, ayudándole a corregir errores y a mejorar.
El neurocientífico francés subraya que la retroalimentación debe ser inmediata y específica para ser efectiva. La corrección oportuna de errores no solo ayuda a evitar la repetición de los mismos, sino que también refuerza el aprendizaje correcto, consolidando el conocimiento adquirido.
“La retroalimentación es fundamental para el aprendizaje porque ayuda a los estudiantes a corregir errores, ajustar su comprensión y mejorar su desempeño. Una retroalimentación efectiva es específica, constructiva y orientada a guiar al estudiante hacia la mejora continua”, puntualiza Villarroel.
- Consolidación
Finalmente, el cuarto pilar es la consolidación, que es el proceso mediante el cual el cerebro transforma la información recién adquirida en conocimiento duradero.
La consolidación ocurre principalmente durante el sueño, cuando el cerebro revisa y organiza la información del día. Este proceso es esencial para la memoria a largo plazo y para la integración de nuevos conocimientos con lo que ya sabemos.
Según Villarroel, “la consolidación asegura que los aprendizajes se mantengan a largo plazo y puedan ser recuperados y aplicados en el futuro. Sin consolidación, el conocimiento adquirido puede desvanecerse rápidamente. Por ello, es importante que los estudiantes tengan oportunidades para revisar y practicar lo aprendido y que tengan un sueño adecuado para facilitar este proceso”.
Estos cuatro pilares proporcionan un marco integral para entender cómo adquirimos y retenemos el conocimiento, son interdependientes y trabajan juntos para crear un entorno de aprendizaje efectivo y sostenible.
La atención permite que la información sea recibida; el compromiso activo asegura que la información sea procesada y entendida; la retroalimentación guía y corrige el aprendizaje; y la consolidación fija el conocimiento en la memoria a largo plazo.
“Aplicar estos principios puede mejorar significativamente los métodos educativos y potenciar el aprendizaje en todos los niveles. La investigación de Dehaene no solo aporta una comprensión más profunda del cerebro humano, sino que también ofrece herramientas prácticas para optimizar el aprendizaje en la vida diaria”, concluye el experto.