Las emociones mal gestionadas pueden frenar el trabajo en equipo

By Manuel Joao Filomeno Nuñez

La raíz de la mayoría de los conflictos laborales no está en los errores técnicos o en las diferencias de criterio, sino en algo mucho más humano: la falta de comunicación efectiva e inteligencia emocional.

Según el especialista en gestión del talento humano, Diego Andrade, estas fallas comunicacionales provienen de “barreras emocionales” que surgen cuando las personas no logran gestionar adecuadamente sus emociones. Esta realidad, cada vez más visible en entornos laborales diversos, explica por qué la inteligencia emocional se ha convertido en una habilidad esencial para la convivencia, la productividad y el liderazgo.

“La mayor cantidad de los conflictos que hay en una empresa tiene como raíz las fallas en la comunicación, que provienen de barreras emocionales; eso tiene que ver con la mala gestión que uno hace sobre sus emociones”, explica Andrade.

Diego Andrade, gerente de la empresa Jaka, firma especializada en la gestión humana y especialista en talento, compartió estas reflexiones durante el taller “Inteligencia emocional en el trabajo”, impartido en la IV Feria de Empleabilidad de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), realizada el 24 de octubre en La Paz. En esta actividad, Andrade abordó cómo el desarrollo de la inteligencia emocional puede transformar los ambientes laborales, reducir conflictos y fortalecer la confianza dentro de los equipos.

Para el experto, la inteligencia emocional no solo ayuda a expresar lo que sentimos de forma transparente, sino también a reconocer lo que el otro intenta comunicar más allá de las palabras. 

“Te ayuda a ser más asertivo, más paciente, a identificar en el otro qué es lo que realmente te quiere decir. Esa comprensión genera cercanía, empatía y confianza”, afirma Andrade, quien considera que estos tres elementos son esenciales para el bienestar organizacional.

De acuerdo con el especialista, la confianza dentro de una empresa se construye con tres tipos de inteligencia: la emocional, la social y la creativa. Cuando se las combina permiten que los trabajadores reaccionen con mayor rapidez y asertividad ante los errores o las crisis, convirtiéndose en “profesionales generadores de soluciones”, un perfil que hoy buscan las empresas más innovadoras.

El desarrollo de la inteligencia emocional implica un trabajo interno y externo. Andrade distingue dos ámbitos: la inteligencia intrapersonal, que se centra en comprenderse a uno mismo y usar las emociones como guía para la conducta, y la inteligencia interpersonal, que permite entender y relacionarse adecuadamente con los demás. Ambas dimensiones son complementarias y esenciales para la vida profesional y personal.

En términos prácticos, el crecimiento emocional parte de cinco habilidades fundamentales: autoconocimiento, autorregulación, motivación, empatía y habilidades sociales.

  • El autoconocimiento consiste en reconocer lo que sentimos y cómo esas emociones influyen en nuestras decisiones.
  • La autorregulación nos permite manejar los sentimientos adversos, adaptarnos al cambio y actuar con equilibrio.
  • La motivación impulsa a avanzar hacia los objetivos, incluso frente a la frustración.
  • La empatía ayuda a percibir y comprender las emociones ajenas.
  • Las habilidades sociales facilitan la cooperación, la negociación y la comunicación asertiva.

“Mientras más rápido y de manera asertiva reaccionamos ante una crisis, más valor aportamos al equipo. Esa capacidad de recuperación emocional es la que distingue a un profesional capaz de generar soluciones”, subraya Andrade. Su mensaje resalta la necesidad de formar trabajadores no sólo competentes técnicamente, sino emocionalmente inteligentes.

En un mundo laboral que valora la adaptabilidad, la empatía y la cooperación, la inteligencia emocional se ha convertido en un requisito indispensable. Saber reconocer y manejar las propias emociones no solo reduce los conflictos, sino que también potencia la creatividad, el liderazgo y el sentido de propósito dentro de una organización. 

Andrade concluye que “la inteligencia emocional es el ingrediente clave para la confianza y la convivencia; sin ella, ninguna empresa puede sostener relaciones sanas ni resultados sostenibles”.

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