Tecnología y educación confluyen en las aulas. El acceso a internet abre una ventana de oportunidades para el desarrollo educativo. La inclusión de dispositivos electrónicos como parte de los elementos de aprendizaje permite a docentes y estudiantes explorar nuevas formas de experimentación pedagógica.
Para el director de la Fundación Cruzando (Chile), Rodrigo Fábrega, los estudiantes dejan de ser usuarios y se conviertan en creadores.
“Así como un niño puede aprender a usar una tijera, a hacer figuras con plastilina o a escribir con un lápiz, también puede aprender a programar y crear cosas. Nosotros no queremos que los niños sean solamente usuarios de la tecnología, sino que sean capaces de crear tecnología, utilizar las herramientas para crear las cosas que se imaginaron”, señala el experto.
La Fundación Cruzando alienta la innovación en la educación. Un análisis sobre la realidad educativa en Chile identificó ciertas falencias cognitivas en los egresados.
Desde la fundación se asentaron cuatro pilares para la renovación educativa: programación, inteligencia artificial, inteligencia emocional y conocimiento sobre China. Actualmente la Fundación ha centrado sus esfuerzos en la inteligencia artificial.
Fábrega señala uno de los errores centrales al momento de aplicar la tecnología en las aulas. Se ha priorizado una visión “tecnocentrista”, en la cual la tecnología es lo más importante, cuando el foco debería estar sobre los alumnos.
«Nos hemos dedicado a investigar cómo aprendemos, no solamente cómo enseñamos, sino cómo aprendemos y cuál es la interrelación entre la pedagogía y la tecnología. En ese marco hemos empezado a investigar, de forma conjunta con el Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT), con el objetivo de que los estudiantes se puedan interesar en los temas que les ofrecemos”, explica.
Según el experto, hasta el momento, la educación se ha centrado en la repetición. Con la introducción de las tecnologías en las aulas no se ha innovado en la manera en la que los alumnos se relacionan con ésta.
“Si una escuela compra robots, computadoras o pizarras inteligentes y todos hacen lo mismo, sólo se está repitiendo, pero no se está creando”, indica Fábrega, quien visitó Bolivia en el marco del Futures Week, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, y el Nodo Bolivia de Millennium Project, donde se abordaron temas relacionados con el medio ambiente, trabajo, ciudades, educación y salud.
La tecnología no puede ir delante de la pedagogía, porque no se obtienen buenos resultados. “Creo que los docentes hacen su mejor esfuerzo, sin embargo, no fueron formados en una era donde la tecnología ya forma parte del aprender haciendo”, específica.
El enfoque propuesto por Fundación Cruzando reivindica la labor de los docentes. Se piensa, señala Fábregas, que los alumnos están mejor instruidos que los docentes, sobre todo por sus conocimientos de tecnología. Sin embargo, son los docentes, desde su conocimiento y experiencia, quienes trasforman las herramientas tecnológicas en oportunidades de aprendizaje.
Asimismo, el director de la Fundación Cruzando indica que no es sólo necesario que los niños y jóvenes adquieran conocimientos sobre inteligencia artificial, programación o ciencias, sino que apliquen estos conocimientos a mejorar la sociedad en la que viven.
Fábrega agrega que es momento de que la educación cambie. Si bien se ha visto una mejora en relación con anteriores generaciones, el modelo de educación actual forma individuos para una sociedad industrial cuando se avanza hacia un mundo que demanda la creatividad como actividad esencial para la vida, por lo que debe ser incentivada desde la escuela.
“El mundo en el que todos hacíamos lo mismo ya no existe, y lo que tiene que aparecer es un mundo donde la creatividad es una habilidad esencial en la actividad humana, es decir que la escuela debe ser un espacio que incentive esa creatividad con tecnologías”, sostiene.
Tipos de actores en la sociedad
Como experto en educación, Fábregas reclama cambios en las políticas públicas, tomando en cuenta los cuatro tipos de actores que existen: los no creyentes, los creyentes, la acción y el valor.
Los no creyentes son aquellos actores que no toman en serio las nuevas tecnologías o medidas necesarias para impulsar mejoras en la sociedad y la educación. Los creyentes están de acuerdo con los cambios y los reconocen, pero no hacen nada al respecto. La acción son los actores que están dispuestos a impulsar cambios y en el último nivel (valor) se encuentran aquellas personas que toman acciones concretas para lograr los cambios.
“A los no creyentes hay que convencerlos de que nos estamos jugando el futuro si no hacemos algo; a los creyentes hay que llevarles información, mostrarles los avances que se han logrado y qué se puede hacer, convencerlos de actuar”, asegura.
En el caso de los niveles tercero y cuarto, lo necesario es impulsarlos a seguir y establecer alianzas entre el sector público, el privado, las universidades y organismos internacionales, para acompañar este proceso.
Transformar la escuela, la sociedad, hacer políticas públicas requiere por lo menos de 10 años. De ahí la importancia de que todos los protagonistas (sector público, sector privado, organismos internacionales y comunidad internacional) trabajen de forma conjunta y alienten este tipo de avances, por muy pequeños que sean.