El feminicidio es una de las manifestaciones más extremas de la violencia de género y el reciente caso de Camila P. Z., una estudiante brutalmente asesinada en Caranavi (La Paz), reavivó el clamor de justicia en Bolivia. Este trágico suceso no solo generó una ola de indignación en el país, sino que también puso en evidencia la urgencia de abordar las características y señales de un potencial feminicida, y las causas que alimentan este crimen.
El 15 de octubre, durante una clase en la Escuela Superior de Formación de Maestros Simón Bolívar, en el municipio de Caranavi, Camila fue atacada por su expareja, Edwin Marco C. H., quien le asestó 39 puñaladas frente a sus compañeros. El agresor, armado con un cuchillo, demostró premeditación en el ataque. Los intentos de los estudiantes por detenerlo fueron en vano y Camila perdió la vida antes de llegar al hospital debido a las múltiples heridas, incluida una fatal en la carótida (arteria que suministra sangre al cerebro y la cabeza).
El agresor fue detenido y enfrenta cargos por feminicidio, un delito que se castiga con hasta 30 años de prisión. Este crimen, además de generar una indignación colectiva, puso en evidencia la vulnerabilidad de las mujeres ante la violencia de género y la falta de mecanismos efectivos para su protección.
La brutalidad en el feminicidio de Camila reabrió el debate sobre el perfil del feminicida, poniendo sobre manifiesto patrones de control, posesividad y agresión, situaciones que suelen preceder a este crimen. El análisis desde el ámbito académico puede ayudar a entender este comportamiento, sobre todo desde las disciplinas como el Derecho y la Psicología.
Magaly Mariaca, especialista en criminología y docente de Derecho en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, define al feminicida como una persona que comete el asesinato de una mujer por razones de género, manifestando odio, desprecio y/o discriminación. Este tipo de violencia es el reflejo de una mente que desvaloriza a las mujeres y perpetúa la idea de que son objetos de posesión.
Deseo de control y comportamiento violento
El perfil del feminicida, aunque puede variar, suele presentar rasgos característicos. Según Mariaca, estos individuos muestran a menudo misoginia (odio hacia las mujeres y a lo femenino), un deseo de control y comportamientos violentos. Además, muchas veces estos hombres sufren problemas de autoestima y tienen dificultades para manejar sus emociones. “Habitualmente tienen antecedentes de comportamiento agresivo y una visión distorsionada que considera a las mujeres como subordinadas”.
Para Carla Martínez, docente de Psicología de Unifranz, el comportamiento del feminicida también puede estar relacionado con la psicopatía y la sociopatía, dos trastornos de personalidad que comparten características como la falta de empatía, el egocentrismo extremo y la incapacidad para formar relaciones afectivas genuinas. En el caso del feminicida, la psicopatía puede manifestarse en su frialdad emocional y planificación meticulosa del crimen, mientras que la sociopatía podría reflejarse en su impulsividad y en la incapacidad de ajustarse a las normas sociales.
Ambos perfiles tienden a objetificar a las mujeres, viéndolas como propiedad o como un medio para satisfacer sus deseos de poder y control. Esta desconexión emocional deriva en que los feminicidas ejerzan una violencia extrema sin mostrar remordimiento o culpa, lo que agrava el peligro que representan para las mujeres y la sociedad en general.
Martínez señala que otra de las características habituales de un feminicida es la celopatía, un trastorno psicológico caracterizado por celos obsesivos y que genera una necesidad extrema de control sobre su pareja, al punto de percibir cualquier interacción o independencia de la mujer como una amenaza a su dominio. En el caso de los feminicidas, la celopatía puede desatar episodios de violencia impulsiva, motivados por la creencia infundada de infidelidad o por un miedo irracional a perder el control sobre la víctima.
Las causas detrás de un feminicida son complejas y multifacéticas. Mariaca menciona que problemas de salud mental no tratados, baja autoestima, traumas pasados, falta de educación sobre igualdad de género, influencia negativa de la sociedad machista, entre otros factores, pueden contribuir a su comportamiento.
Hay señales que alertan un potencial feminicida
Identificar a un potencial feminicida es crucial para prevenir tragedias. Las señales pueden incluir comportamientos obsesivos, celos extremos, control excesivo sobre la pareja y actitudes misóginas. “Es importante prestar atención a cualquier comportamiento que denote desprecio por la mujer, falta de respeto a sus decisiones y signos de agresión tanto física como emocional. Si se identifican estas señales, es fundamental buscar ayuda profesional y apoyo de inmediato”, indica Mariaca.
La experta en criminología detalla las principales recomendaciones para la población femenina:
- Mantenerse alerta, confiar en su instinto y buscar ayuda de inmediato.
- Establecer límites claros, no tolerar ningún tipo de comportamiento abusivo o agresivo.
- Si se siente amenazada o incómoda con alguien, comunicar claramente lo que le molesta.
- Mantener un grupo de familiares o amigos a quienes se pueda acudir en caso de emergencia.
- Informarse sobre el feminicidio, la violencia de género y los recursos disponibles.
- Denunciar cualquier tipo de violencia, es importante romper el silencio y no tolerar ningún tipo de violencia.
En Bolivia, el Código Penal, bajo la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia (348), impone sanciones severas para los feminicidas, que pueden llegar hasta 30 años de privación de libertad. Entre enero y septiembre de este año, la Fiscalía registró 69 casos de feminicidio, la mayoría en La Paz, con 18 casos; seguido por Cochabamba y Santa Cruz, con 14 casos cada uno.
La indignación generada por el asesinato de Camila P. Z. debe convertirse en un llamado a la acción para sensibilizar a la sociedad y fomentar un entorno en el que todas las mujeres puedan vivir libres de miedo. Es responsabilidad de cada uno informar, educar y denunciar cualquier tipo de violencia. La prevención de feminicidios no solo es un tema de leyes, sino de transformación cultural y social.