Por Manuel Filomeno
Cuántas veces salimos a la tienda y nos olvidamos lo que habíamos ido a comprar, o no recordamos el nombre de una persona que nos acaban de presentar o el lugar donde dejamos las llaves de la casa, los lentes o el teléfono móvil. Muchas veces, nuestra memoria parece flaquear, sin embargo, esta se puede entrenar y fortalecer.
La memoria es uno de los procesos psicológicos básicos, Nos permite ser funcionales y adaptarnos al entorno, explica Pedro Wáskar Aramayo, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
“Existen dos tipos de memoria, de corto y de largo plazo, en el caso de la primera, una vez que la información que se mantiene en dicha memoria deja de ser útil o se ha concluido con la tarea que se estaba llevando a cabo, ya no es útil almacenarla y de ese modo se elimina de nuestro almacén temporal para dar paso a nueva información que se usará durante un tiempo determinado mientras sea útil y así seguir el ciclo, a menos que se necesite mantenerla, en ese caso pasa a la memoria de largo plazo”, puntualiza.
El experto indica que, para los diferentes tipos de memoria, existen diferentes estrategias de fortalecimiento, como las técnicas mnemotécnicas.
Las técnicas mnemotécnicas más empleadas están basadas en la creación de imágenes mentales o en estrategias verbales que normalmente requieren de mucho entrenamiento.
El método de los lugares, por ejemplo, consiste en asociar a lugares concretos los elementos que se quiere recordar.
Por ejemplo, a la hora de recordar la lista de la compra, podemos trazar mentalmente el recorrido al trabajo dejando los elementos de la lista en distintos lugares del camino.
Este método es empleado habitualmente por memoristas expertos, y los datos de neuroimagen muestran que, durante las tareas de memorización, los expertos tienen mayor activación en las áreas cerebrales encargadas de procesar nuestro entorno visoespacial.
Otra técnica es la creación de una huella de memoria, que se inicia con la codificación de la información.
El factor más importante para aprender información nueva, es saber qué hacemos con el contenido que queremos aprender.
La elaboración profunda de la información, relacionándola con conocimiento previo, es la mejor manera de facilitar su memorización.
Por lo tanto, al repasar un contenido con intención de memorizarlo es mucho más eficaz relacionarlo con cosas que ya sabemos en lugar de limitarnos a repetir esa información mentalmente.
De este modo, recordar el año en que fue escogido el primer presidente resultará mucho más fácil si lo integramos y organizamos en torno al conocimiento que ya poseemos sobre la revolución, generando de este modo lo que los investigadores denominan una codificación significativa.
La siguiente técnica es la recuperación. Muchas veces tenemos almacenada información a la que no podemos acceder, por ejemplo, cuando sabemos que conocemos el nombre de una persona, pero se nos queda en la punta de la lengua sin poder recuperarlo.
Por esto, para que la memoria sea eficaz, debemos almacenar, junto con la información que queremos aprender, las claves con las que vamos a acceder posteriormente a ella.
Por último, la práctica repetida de estas estrategias es imprescindible para que la memorización se produzca de manera más eficiente y rápida.
Causas del olvido
“Las causas del olvido pueden ser funcionales como no requerir más el uso de la información, por ejemplo, aprender cálculo, derivadas e integrales en el colegio, se mantiene en la memoria mientras sea útil, sin embargo si dejo de estudiarla y me dedico a otra actividad que no requiera esa información pasará al olvido pues no la requiero”, indica Aramayo.
Actividades como conocer los números de nuestros familiares o amigo, o los colores de una casa por la que pasábamos, la cantidad de cuadras entre un lugar u otro o el rostro de un conocido, todas éstas pueden olvidarse si cambiamos de ciudad o de barrio, lo mismo sucede con los nombres de personas a las que sólo conocimos circunstancialmente y con las que perdimos el contacto.
“Todas estas cosas permanecerán en nuestra memoria mientras sean útiles y no hayamos establecido un vínculo emocional fuerte que les permita pasar a la memoria de largo plazo. Pero si cambio de ciudad o país con el tiempo los olvidaré”, acota.
También están las causas patológicas, dentro de las cuales podemos poner como ejemplo la enfermedad de Alzheimer u otros tipos de deterioro cognitivo que se acompañan de otras alteraciones afectivas psicológicas. Asimismo, se pueden encontrar factores emocionales como situaciones de alto estrés o alto impacto emocional que pueden causar amnesias lacunares, o bien lesiones por accidentes que produzcan daño cerebral.