“Saludos, señor presidente Nicolás Maduro, señores invitados, y a toda Venezuela”, dijo Sira, la presentadora creada con IA que acompañó a Nicolás Maduro en su programa de televisión en abril pasado. En su primera aparición en pantalla, la presentadora que funciona con un programa de Inteligencia Artificial, saludó al público y confesó estar “feliz y honrada”.
Sira tiene el pelo ensortijado, la piel morena y los ojos café claros. Sólo se ve su rostro. Sus movimientos resultan lentos, entrecortados, con voz pausada y poco enfática.
“El presidente Maduro en Venezuela ha sacado un nuevo programa en el que la presentadora ha sido generada por Inteligencia Artificial, pero como que sentimos que no estamos interactuando con una persona”, dice Pedro Saénz Muñoz, vicerrector de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz en La Paz y director del Observatorio Nacional del Trabajo (ONT).
Como ocurre con todas las grandes transformaciones, la Inteligencia Artificial está generando cambios radicales en el que hacer del ser humano, en algunos casos potenciando sus áreas laborales, transformándolas o simplemente desapareciendolas.
Para Saénz, hay campos en los que los humanos son irremplazables, como en el de la creatividad e incluso la presentación de noticias, donde el ojo humano puede detectar a propósito del ejemplo de Sira, las imperfecciones.
“La Inteligencia Artificial no puede desarrollar acciones que involucren emociones”, observa. Por ejemplo, la atención a clientes en plataforma, apunta, porque allí se requiere mucha empatía, cordialidad, interacción entre seres humanos, por lo tanto, es una actividad que difícilmente una Inteligencia Artificial pueda desarrollar.
“Los humanos tenemos ese feeling para saber cuándo alguien está empatizando totalmente con nosotros, está comprendiendo nuestra problemática y nos está dando una respuesta desde ese sentimiento humano”, asegura Sáenz.
La cuarta revolución industrial es diferente a todo lo que el género humano ha experimentado anteriormente, asegura Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial (FEM) y autor del libro del mismo nombre. “Las nuevas tecnologías están provocando la fusión de los mundos físico, digital y biológico de maneras que crean tanto inmensas promesas como potenciales peligros. La velocidad, amplitud y profundidad de esta revolución nos están obligando a repensar cómo los países se desarrollan, como las organizaciones generan valor e incluso lo que significa ser humanos», reflexiona.
Klaus apuesta a mayor eficiencia y productividad en plena disrupción tecnológica que esta creando nuevas categorías laborales, debido al rápido desarrollo de productos, bienes y servicios personalizados y un descenso sustancial de costos de logística y de energía. Mira con escepticismo el futuro porque considera que sino se la maneja de manera adecuada podría desencadenar un efecto de destrucción masiva del mercado laboral, en el que las personas pierden sus empleos por la automatización del trabajo.
Saénz, pide no olvidar que la Inteligencia Artificial es alimentada y creada por seres humanos, pues “no se maneja solita. Ahí hay un excelente campo de trabajo con habilidades muy puntuales y específicas para el ser humano”.
A medida que la IA se convierte en parte fundamental de la fuerza laboral, los trabajadores deberán adaptarse y formarse en nuevas habilidades para seguir siendo importantes en el mercado laboral, con capacitación y la educación continua, sugiere el académico.
El Vicerrector de la Unifranz considera que “tenemos que tener claridad como seres humanos donde sí tiene cabida la Inteligencia Artificial y da muy buen resultado, y donde no tiene cabida y no da buenos resultados”.