La educación financiera temprana es esencial para formar ciudadanos preparados en un mundo cambiante

By Manuel Joao Filomeno Nuñez

En un contexto global marcado por la volatilidad, la digitalización acelerada y mercados cada vez más complejos, la educación financiera dejó de ser un conocimiento complementario para convertirse en un factor determinante del bienestar individual y colectivo. Entender cómo funciona el dinero, la economía y los sistemas financieros desde edades tempranas ya no es un lujo académico, sino una necesidad urgente para navegar con criterio en un entorno lleno de riesgos y oportunidades.

“Formar a los estudiantes en finanzas personales es clave para que aprendan a tomar decisiones informadas y anticiparse a escenarios adversos. Una adecuada formación en finanzas personales les da a las personas la capacidad de interpretar el contexto económico general y herramientas para anticiparse a posibles crisis o aprovechar oportunidades de inversión”, afirma Osvaldo Nina, economista y docente de la carrera de Ingeniería Económica de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).

Esta preparación temprana no solo amplía las posibilidades de progreso individual, sino que también fortalece la resiliencia de las sociedades ante crisis económicas, inflación o cambios abruptos de mercado. Cuando un niño o adolescente aprende a distinguir entre activos y pasivos, entender la inflación o planificar sus gastos, adquiere hábitos que lo acompañarán toda su vida. Estos conocimientos se traducen en adultos menos vulnerables al sobreendeudamiento, con mayor capacidad de ahorro y mejor criterio para invertir.

Ventajas de aprender finanzas desde la escuela

Incorporar la educación financiera en los primeros años de formación favorece la responsabilidad económica, la cultura de planificación y el pensamiento crítico. Conceptos como inflación, devaluación, inversión o recesión —que muchas veces parecen distantes para los jóvenes— son fundamentales para comprender fenómenos que afectan el poder adquisitivo, el valor del ahorro o las decisiones de consumo. 

Como señala Nina, conocer cómo y por qué el dinero cambia de valor permite evitar errores comunes, como guardar ahorros en monedas inestables o tomar decisiones impulsivas motivadas por rumores o pánico financiero.

Además, la educación financiera ayuda a construir una visión de futuro. Al aprender sobre presupuestos, ingresos activos y pasivos, o estrategias de diversificación, los jóvenes desarrollan capacidades para generar nuevas fuentes de ingreso, evaluar oportunidades y evitar riesgos innecesarios. Esta base es indispensable para los retos actuales, en los que las opciones de inversión y financiamiento se multiplican y requieren mayor criterio para no caer en estafas, deudas impagables o malas decisiones financieras.

Países que la incorporan en su currículo

La importancia de estos conocimientos ha impulsado a varios países a incorporar la educación financiera como asignatura obligatoria en sus planes de estudio. En América Latina, Bolivia fue pionera, incorporándola en 2013 mediante un acuerdo entre el Ministerio de Educación y el Banco Central. El cambio curricular abarcó niveles primario y secundario, integrando contenidos económicos, financieros y monetarios en distintas áreas educativas.

Brasil siguió este camino con la Base Nacional Común Curricular (BNCC), aprobada en 2018, que estableció la obligatoriedad tras más de una década de estrategias nacionales y participación activa del Banco Central y organizaciones especializadas. Chile avanzó en 2018 con la Ley 21.092, incorporando la educación financiera en la enseñanza media y reforzando una estrategia previamente impulsada por el Banco Central. Perú cerró este grupo al aprobar en 2023 la Ley N.º 31900, que establece la obligatoriedad de cursos de economía, contabilidad, educación financiera y derechos del consumidor en todos los niveles de educación básica.

Aunque países como México, Colombia y Argentina han dado pasos importantes, la obligatoriedad aún es parcial o limitada. Sin embargo, la tendencia es clara: cada vez más sistemas educativos reconocen que el analfabetismo financiero genera desigualdad y limita el desarrollo nacional.

Un aprendizaje que transforma vidas

La educación financiera temprana contribuye a sociedades más informadas, responsables y estables. Quienes comprenden la economía toman mejores decisiones de consumo, financiamiento e inversión, lo que reduce la vulnerabilidad ante crisis y fortalece el sistema financiero formal. 

Tal como subraya Nina, enfrentar los desafíos económicos del futuro exige preparación: la educación financiera no es sólo útil, sino indispensable para asegurar la estabilidad y el bienestar de las próximas generaciones.

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