Por Lily Zurita
La educación ha evolucionado y se ha transformado. La incorporación de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito educativo está revolucionando la manera en que los docentes planifican, crean actividades y evalúan a sus estudiantes.
Estas herramientas digitales están permitiendo una personalización del aprendizaje sin precedentes, ofreciendo soluciones adaptadas a las necesidades individuales de cada alumno.
A propósito del Día del Maestro que se celebra este 6 de junio, Clara Solórzano, responsable de la Jefatura de Enseñanza Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, explica que, gracias a la IA, los profesores pueden buscar ejercicios, contenidos y recursos específicos que atienden a diferentes estilos y ritmos de aprendizaje.
“El docente puede utilizar la inteligencia artificial con una visión más amplia, por ejemplo, personalizando el aprendizaje para cubrir las necesidades de educación de los estudiantes que están teniendo dificultades”, señala.
Esto no sólo facilita la adaptación de las lecciones para aquellos estudiantes que enfrentan dificultades, sino que también asegura que cada alumno tenga acceso a un conocimiento más personalizado y efectivo.
Al automatizar tareas administrativas y repetitivas, los docentes ganan tiempo valioso para dedicarse a la creación de lecciones más innovadoras y recursos de aprendizaje más eficaces.
Otra ventaja significativa, según Solórzano, es la posibilidad de mantenerse al día con los contenidos más actuales y las tendencias de su disciplina, a fin de acceder a “investigaciones de punta y trabajos que realizan sus pares de universidades top del mundo para adaptarlos a su realidad educativa y a la de sus estudiantes”.
Además, la IA permite una retroalimentación inmediata a los estudiantes a través de plataformas virtuales, mejorando así el proceso de aprendizaje continuo.
Desafíos actuales
La implementación de estas tecnologías también presenta desafíos. Aunque las herramientas de evaluación basadas en IA ofrecen criterios definidos, es crucial que los docentes mantengan un rol activo y crítico en la interpretación y adaptación de estos resultados.
“No se trata de aceptar ciegamente lo que la tecnología sugiere, sino de integrarlo de manera inteligente y contextualizada en el entorno educativo”, afirma la académica.
El mayor reto para los educadores en esta era postpandemia es mantener el factor humano en la educación.
Para Solórzano, las competencias humanas, como la empatía, la solidaridad y la capacidad de trabajar en equipo, han cobrado una importancia vital. Estas habilidades, que la tecnología no puede reemplazar, son esenciales para formar profesionales con una alta calidad humana.
En este sentido, el verdadero desafío radica en utilizar la tecnología para humanizar la educación.
Los docentes deben adoptar la IA como una herramienta que potencia su labor, pero sin perder de vista la formación integral de sus estudiantes. La tecnología debe ser un medio para alcanzar una educación más inclusiva y personalizada, sin sacrificar la esencia de lo que significa ser humano.
La inteligencia artificial está transformando el panorama educativo, brindando nuevas oportunidades para mejorar la enseñanza y el aprendizaje. Sin embargo, su integración debe hacerse con una visión crítica y humanista, que coloque al estudiante y sus necesidades en el centro del proceso educativo. Solo así se logrará una educación verdaderamente innovadora y humana en la era digital.
Cómo garantizar la calidad educativa
Liz Reinsberg, consultora en educación superior que participó en el V Foro Internacional de Innovación Educativa (FIIE 2024), organizado por Unifranz en mayo pasado, asegura que urge un cambio de paradigma en el campo educativo, que permita a los docentes ponerse en los zapatos de los alumnos y comprender sus inquietudes y demandas, pero que también se necesita un rediseño de los contenidos de las materias y las carreras.
“Es momento de cambiar la dinámica en las aulas y abandonar el modelo de clases magistrales, porque ya no tiene el efecto esperado en los alumnos, quienes requieren de nuevas formas de enseñanza, en las cuales la práctica, la investigación y el intercambio son innovadoras formas de aprender”, señala.
Por su parte, Humberto Portocarrero, subdirector del Saint Andrew’s School, indica que los docentes están desafiados a aprender de sus estudiantes ya que el aprendizaje real sólo es posible cuando los educadores toman en consideración otros puntos de vista, incluyendo las experiencias de sus estudiantes.
“El aprendizaje se hace realidad cuando los educadores son capaces de mirar, abrazar y valorar las perspectivas divergentes que puedan tener los alumnos, integrando estas perspectivas a cada uno de los programas. Además, se debe confrontar y fusionar estos conocimientos para captar la atención de los estudiantes y permitir una mayor profundización de los contenidos”, concluye el experto.