En medio del constante impulso por la innovación en la educación, surge una preocupación cada vez más evidente: las trabas burocráticas impuestas por la excesiva regulación obstaculizan la capacidad de experimentar y explorar en el ámbito educativo.
«En América Latina y el Caribe hay una fuerte tendencia hacia la regulación. No hay espacio para experimentar, para explorar o fracasar, porque hay tantas regulaciones que cumplir. Hay que abrir un poco más el espacio», advierte Liz Reisberg, consultora en educación superior, miembro de la Junta Directiva del Centro para la Educación Superior Internacional.
Reisberg, junto a otros 33 expertos en la materia, fue expositora del “V Foro Internacional de Innovación Educativa: El futuro de la educación, reflexiones desde Bolivia para Latinoamérica”, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en Santa Cruz de la Sierra.
La rigidez normativa –según la experta– no sólo dificulta la implementación de nuevos enfoques pedagógicos, sino que también desalienta la experimentación y el riesgo necesario para el avance educativo.
La falta de flexibilidad en las regulaciones puede ser especialmente perjudicial en un contexto en el que la tecnología y las metodologías pedagógicas están en constante evolución. La innovación educativa requiere un ambiente propicio para su desarrollo, uno que fomente la experimentación y el aprendizaje a través del fracaso.
«Para innovar en educación, es crucial tener la libertad de probar nuevas ideas y métodos», reflexiona María López, maestra de primaria que también participó en el foro internacional, para quien » las regulaciones restrictivas, a menudo, nos atan las manos y nos impiden adaptarnos a las necesidades cambiantes de nuestros estudiantes».
Ante este panorama, Reisberg aboga por una revisión y simplificación de las regulaciones educativas. Argumenta que un enfoque más flexible y adaptativo permitiría a las instituciones educativas responder de manera más efectiva a los desafíos del siglo XXI y aprovechar las oportunidades que ofrece la innovación.
La superación de estas trabas demanda un diálogo constructivo entre los responsables de formular políticas, los educadores, los padres y otros actores relevantes de la educación. Solo mediante un enfoque colaborativo y orientado al futuro se podrá garantizar que la regulación promueva, en lugar de obstaculizar, la innovación y la excelencia educativa.
Alianza interinstitucional
En el ámbito educativo, los procedimientos establecidos por cada país suman a las trabas burocráticas, ya que su cumplimiento alarga el tiempo de los procesos. Por ejemplo, en la gestión de nuevas carreras universitarias, cuando se logra el permiso respectivo para su funcionamiento, la rápida evolución de la sociedad vuelve obsoleta esa carrera, en un abrir y cerrar de ojos.
¿Cómo flexibilizar reglamentos y procedimientos? Reinsberg indica que la respuesta podría estar en una mayor colaboración entre universidades.
“Las universidades tienen que ser como un grupo de influencia, de forma colaborativa entre administradores y docentes. Hay que hacer fuerza para decirle al gobierno que somos nosotros los que estamos formando el futuro. Tenemos que trabajar juntos para cambiar estructuras, para preparar mejor a los egresados”, indica la pedagoga.
La educación tiene que cambiar su forma de pensar
La educación es fundamental, no sólo para la economía o la democracia, sino para formar ciudadanos que tengan la capacidad de interactuar de manera respetuosa con otros en sociedades muy diversas.
Para Reisberg, la educación tiene que “aprender” a pensar de otra manera.
“Estamos en un momento de cambio. Antes la formación se concentraba en enseñar literatura matemática, ciencia, pero ahora tenemos que pensar cómo formamos a esos jóvenes para integrarse en sociedades muy complicadas. El cambio está llegando a una velocidad que nunca antes habíamos imaginado y, realmente, tenemos que repensar lo que estamos enseñando y cómo estamos enseñando para dar otra experiencia a los jóvenes”, manifiesta.
Investigación universitaria, clave para solucionar problemas sociales
En la actualidad, las instituciones educativas exploran nuevos enfoques para integrar la experiencia de investigación desde los primeros años de pregrado, reconociendo así su importancia y su potencial transformador.
Esta experiencia proporciona a los estudiantes una valiosa lección en diseño de investigación, desarrollo de planes de acción y aplicación de soluciones. Aunque se trata de experiencias limitadas, representan un primer paso crucial para integrar la investigación en el pregrado y cultivar habilidades investigativas desde las etapas iniciales de la formación académica.
“Incorporar la experiencia de la investigación para estudiantes de pregrado desde el primer año es súper importante. Hay que darle pequeñas oportunidades de participar en investigaciones que traten problemas locales, donde ellos puedan estudiar, investigar, entrevistar y, junto a un grupo de trabajo, buscar soluciones”, dice la experta que forma parte del Consejo Internacional de Asesoramiento de Unifranz.
Al fomentar una cultura de investigación desde el pregrado, las universidades están preparando a futuros profesionales con las habilidades y el conocimiento necesarios para enfrentar los desafíos de nuestra sociedad de manera efectiva y sostenible.