Innovación educativa con propósito: claves para formar ciudadanos conscientes desde la escuela

La innovación educativa real comienza en las aulas.

La educación debe ser mucho más que un sistema de contenidos o una estructura rígida. Para César Bona, maestro, escritor y referente mundial en innovación educativa, educar es transformar, y significa acompañar a los niños y jóvenes en su desarrollo humano, ético y emocional desde edades tempranas. 

“El fin de la educación es simple: darles herramientas para que crezcan. Herramientas para que sepan relacionarse con ellos mismos, con las personas que les rodean y con el mundo en el que viven”, afirmó Bona, en una frase que marcó el tono de toda su intervención durante el Foro Internacional de Innovación Educativa (FIIE Unifranz 2025), evento organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en la ciudad de Santa Cruz. 

El FIIE 2025 reunió a especialistas de toda Iberoamérica para reflexionar sobre el presente y futuro de la educación. Bona fue uno de los ponentes más esperados por su enfoque humanista y transformador en su ponencia “Innovar para educar, educar para transformar”, en la que planteó que la innovación no puede desligarse del propósito profundo de educar, que es formar personas capaces de mejorar la sociedad.

El speaker español cuestionó el uso superficial de conceptos como innovación y transformación en el ámbito educativo. “Innovar para qué, si no supone un cambio y una mejora. Dejémonos de experimentos”, advirtió, insistiendo en que educar no puede limitarse a modas ni tecnologías, sino que debe centrarse en valores, propósito y sentido.

Para Bona, el verdadero cambio comienza en las aulas, desde la infancia. Subrayó que es en esa etapa donde deben sembrarse las bases del pensamiento crítico, la empatía, la curiosidad y la resiliencia. 

“Las habilidades que queremos que tengan nuestros estudiantes en la universidad, debemos cultivarlas desde la infancia. Caso contrario serán esfuerzos vanos”, alertó.

Conocerse para transformar

Uno de los pilares de su exposición fue la idea de que educar también es enseñar a conocerse. Según Bona, la escuela debe ser “un máster para la vida”, un espacio donde los estudiantes desarrollen no solo conocimientos, sino herramientas emocionales y sociales para afrontar los desafíos del presente. 

“Educar para transformar implica enseñar a conocerse a uno mismo, que no es poco”, afirmó, destacando la importancia del autoconocimiento, la autoestima, la gestión emocional y la reflexión.

Desde su visión, la apatía es uno de los mayores enemigos de nuestra sociedad. Por eso, defendió que uno de los grandes objetivos educativos es sembrar en los estudiantes el deseo de buscar desafíos, incluso cuando eso implique equivocarse. Para ello, propuso una educación que fomente la creatividad, el pensamiento crítico y la curiosidad como actitudes permanentes.

Bona también abordó la urgencia de formar ciudadanos comprometidos con su entorno. Desde pequeñas acciones como cuidar el planeta o promover la solidaridad en la escuela, hasta proyectos participativos más amplios, enfatizó que el cambio comienza en lo cotidiano. Contó diversas experiencias escolares, como comisiones estudiantiles de medio ambiente, que demostraron cómo los niños pueden ser protagonistas reales del cambio social.

“Cada gesto que hagas, cada frase que digas ha de ir acompañada de la palabra respeto”, subrayó, en una defensa firme de los valores humanos como pilar educativo. En su visión, no se trata solo de enseñar contenidos, sino de formar personas capaces de convivir, de construir en comunidad y de actuar con conciencia.

Un llamado a la educación transformadora

Para Bona, educar también implica mirar hacia el futuro sin perder las raíces. La innovación, señaló, debe estar al servicio de la humanidad y no al revés. Recuperó la noción de “amabilidad” como una cualidad esencial que encierra respeto, ética, empatía y justicia. “Ser amable no es solo un acto de cortesía, es la expresión que engloba los valores humanos más esenciales”, explicó.

Cerró su intervención con una invitación a educar desde la acción consciente, desde el compromiso con los demás y con el planeta. “Eduquemos no por miedo a qué pasará si no lo hacemos, sino porque es algo inherente a la educación del ser humano”, concluyó.

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