Inclusión y autoestima: claves para motivar a estudiantes con autismo en el aula

La motivación en el aprendizaje es un reto para cualquier docente, pero se vuelve aún más complejo cuando hablamos de estudiantes con Trastorno del Espectro Autista (TEA). En Bolivia, cada vez más instituciones educativas se enfrentan al desafío de garantizar una educación inclusiva, flexible y respetuosa con las particularidades de este alumnado.
“Es necesario que la inclusión no sea forzada, sino que respete las características y la sintomatología propia del TEA”, explica Carmen Aguilera, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz. Esta premisa, asegura, es el punto de partida para pensar en una enseñanza que promueva tanto el aprendizaje como la autoestima de los estudiantes con autismo.
La educación inclusiva en el caso del TEA no debe entenderse como un simple proceso de integración a las dinámicas de los estudiantes neurotípicos. Aguilera aclara que lo esencial es la readecuación curricular, es decir, adaptar contenidos y métodos de enseñanza para que las personas con autismo alcancen los mismos hitos de aprendizaje.
“No se trata de obligar al estudiante a encajar, sino de adecuar el contenido y la forma de enseñanza para que pueda llegar al mismo nivel de aprendizaje que un niño neurotípico”, afirma la especialista. Este enfoque no solo favorece el desarrollo académico, sino también fortalece la confianza de los estudiantes en sus propias capacidades.
Entre las principales dificultades que enfrentan los alumnos con TEA se encuentran las relacionadas con el lenguaje y la comunicación. Pueden tener problemas para comprender frases largas, captar dobles sentidos, bromas o metáforas, además de dificultades para iniciar o mantener conversaciones. Estas barreras comunicativas suelen repercutir en su autoestima y en la forma en que se perciben dentro del grupo.
En este sentido, Aguilera insiste en que el papel del docente va más allá de transmitir conocimientos: también implica un trabajo consciente para reconocer cómo el estudiante con TEA entiende el mundo. “Es importante tomar en cuenta cómo la persona percibe el mundo y cómo siente que el mundo lo percibe a él mismo”, señala.
Estrategias para motivar en el aula
El acompañamiento adecuado parte de la observación y de la flexibilidad del educador. Cada alumno con autismo es diferente, por lo que no existe un manual único de intervención. Aun así, existen estrategias que pueden marcar una diferencia en su motivación y autoestima:
- Claridad en los objetivos: explicar de forma directa qué se espera en cada actividad y cuáles son los beneficios de completarla.
- Refuerzo positivo: reconocer los logros y esfuerzos fortalece su seguridad personal y alimenta la motivación intrínseca.
- Recompensas graduales: utilizar estímulos externos como un apoyo, pero sin que se conviertan en la única razón para cumplir las tareas.
- Libertad en la ejecución: dar espacio para que los estudiantes decidan cómo realizar sus actividades, fomentando la autonomía y la creatividad.
Estas prácticas, además de estimular el aprendizaje, ayudan a que el estudiante se sienta valorado y comprendido.
Potencial antes que limitaciones
Para Aguilera, la mirada hacia el alumnado con TEA debe centrarse en sus capacidades. “Las personas con TEA son potenciales andando, potenciales que realmente, si se toman en cuenta sus cualidades, pueden alcanzar los hitos del aprendizaje incluso antes que otros estudiantes”, asegura.
Ese cambio de perspectiva —ver posibilidades en lugar de limitaciones— es lo que permite diseñar experiencias educativas más humanas y efectivas.
La motivación de los estudiantes con TEA no se logra únicamente con técnicas pedagógicas, sino con un compromiso integral por parte de la comunidad educativa. Ello implica sensibilización, prevención y formación continua para que los docentes cuenten con las herramientas necesarias.
Motivar a un alumno con autismo no es solo un reto, sino también una oportunidad para repensar la enseñanza en clave de diversidad. En palabras de Aguilera, “la didáctica debe ser adaptada porque la forma de alcanzar los hitos del aprendizaje es diferente, pero el objetivo siempre será el mismo: que cada estudiante logre desarrollar su máximo potencial”.