IA con propósito: una oportunidad para el desarrollo humano en el Sur Global

La inteligencia artificial (IA), habitualmente asociada a debates sobre riesgos laborales, control algorítmico y dilemas éticos, emerge ahora bajo una nueva perspectiva: la de aliada del desarrollo humano. Así lo plantea el Informe de Desarrollo Humano 2025 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que destaca su potencial transformador, especialmente en los países del Sur Global. Este cambio de enfoque no ignora los riesgos, pero sí subraya que las oportunidades son reales y, en muchos casos, ya están siendo aprovechadas.
Publicado bajo el título “Un llamado a decidir: personas y posibilidades en la era de la IA”, el informe del PNUD no sólo advierte sobre el estancamiento del desarrollo humano a nivel global, sino que plantea que estamos en un punto clave de la historia: o se integran las tecnologías emergentes con una visión inclusiva, ética y humana, o se corre el riesgo de ampliar aún más las desigualdades existentes.
Desde 1990, cuando se empezó a medir el Índice de Desarrollo Humano (IDH), no se había registrado una desaceleración tan prolongada. Cuatro años de estancamiento han ampliado la brecha entre países de alto IDH y aquellos con ingresos medios y bajos.
“El mundo corre el riesgo de retroceder”, señala el informe, en un contexto marcado por crisis geopolíticas, tensiones económicas y cambios tecnológicos disruptivos.
Frente a esta coyuntura, el informe sorprende con un hallazgo clave: mientras en los países desarrollados predomina el temor a la automatización, en los países del Sur Global prima la esperanza. Según una encuesta mundial incluida en el documento, el 70% de las personas en países con IDH bajo y medio cree que la IA puede aumentar la productividad, y dos de cada tres afirman que planean usar IA en sectores como salud, educación o empleo en el corto plazo.
Este optimismo contrasta con la narrativa global dominante. Lejos de imaginar un futuro distópico dominado por máquinas, las sociedades del Sur ven en la IA una herramienta para cerrar brechas históricas, siempre que se la integre bajo criterios de justicia, inclusión y participación.
“La IA ofrece una oportunidad poderosa para transformar economías, especialmente en países de IDH bajo y medio, facilitando la transición hacia un futuro bajo en carbono y promoviendo un crecimiento más inclusivo”, afirma Milenka Ocampo, analista del PNUD en Bolivia.
El Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) del PNUD es un estudio anual que mide el progreso de los países no solo por su crecimiento económico, sino por el bienestar real de las personas, evaluando tres dimensiones clave: salud (esperanza de vida), educación (años de escolaridad) y nivel de vida (ingreso per cápita). Su objetivo es promover un enfoque más humano del desarrollo, evidenciando desigualdades y proponiendo políticas centradas en ampliar las oportunidades y capacidades de las personas. Además del índice principal, el informe incluye análisis temáticos y variantes ajustadas por desigualdad, pobreza o género.
Los riesgos no desaparecen, pero se pueden mitigar
A pesar de esta visión esperanzadora, el informe no minimiza los peligros. Identifica tres riesgos silenciosos que podrían revertir los beneficios de la IA si no se actúa con urgencia:
- IA sin ética: algoritmos que perpetúan sesgos y excluyen poblaciones vulnerables.
- Brechas de acceso: millones podrían quedar fuera por falta de conectividad, infraestructura o habilidades digitales.
- Gobernanza fallida: sin regulaciones claras y transparentes, la IA puede ser utilizada para manipular o concentrar riqueza y poder.
Para contrarrestar estos riesgos, el informe propone tres líneas estratégicas: impulsar la colaboración hombre-máquina, promover un diseño humano de la tecnología, e invertir en capacidades básicas como electricidad, conectividad, educación y marcos legales.
Sobre Bolivia, Ocampo indica que la IA se puede convertir en una herramienta real de inclusión, siempre y cuando se cumplan algunas condiciones mínimas: “Contar con infraestructura digital, establecer un marco ético regulatorio, formar recursos humanos especializados, promover la inclusión digital y aprovechar la cooperación internacional”.
En 2023, el 75% de la población boliviana tenía acceso a internet, pero con profundas diferencias: 86% en zonas urbanas y apenas 49% en áreas rurales. Este tipo de brechas podría ampliarse si no se integran políticas públicas decididas y sostenidas en el tiempo.
Además, advierte que “sin acción, corremos el riesgo de mantener la IA fuera del alcance de quiénes más podrían beneficiarse”, lo que podría profundizar la desigualdad tanto dentro de los países como entre ellos.
Tecnología con rostro humano
Más allá del diagnóstico, el informe presenta casos de éxito que ilustran cómo la IA puede estar al servicio del bienestar colectivo: sistemas de predicción de riesgos obstétricos en zonas rurales de Bután, asistentes lingüísticos entrenados en lenguas africanas o herramientas de diagnóstico comunitario. No se trata de imaginar, sino de replicar y escalar iniciativas existentes.
Para que esto sea posible, el rol de la academia es clave. “La universidad debe ser un puente entre el conocimiento y su aplicación práctica”, señala Ocampo, y menciona áreas prioritarias como la formación en ética digital, la creación de soluciones locales desde la investigación y la promoción del emprendimiento tecnológico juvenil.
El futuro no lo decidirán los algoritmos
El mensaje final del informe es claro: la inteligencia artificial no es una amenaza inevitable ni una salvación garantizada, sino una herramienta cuyo impacto dependerá de las decisiones humanas. Liderazgo político, participación ciudadana y visión ética son las claves para transformar esta tecnología en un motor de bienestar global.
“La IA puede ser una herramienta concreta para reducir desigualdades si se integra con visión de justicia social. Pero eso no sucederá automáticamente”, remarca Ocampo.
Un espacio para el diálogo y la acción
Conscientes de la urgencia y relevancia del tema, el PNUD y la Universidad Franz Tamayo (Unifranz) organizan el conversatorio “IA y desarrollo humano: caminos cruzados”, que se llevará a cabo el próximo 17 de junio en el auditorio de Unifranz La Paz.
El evento reunirá a representantes de la academia, el sector público y organismos internacionales, con un panel que incluye a Francisco Belmonte (AGETIC), Manuel Urquidi (BID) y la propia Milenka Ocampo, además de docentes y expertos de Unifranz. La jornada busca generar un debate abierto sobre cómo la IA puede contribuir a construir sociedades más justas, inclusivas y sostenibles.
Durante el encuentro se firmará además un Memorándum de Entendimiento entre el PNUD y Unifranz, con el objetivo de impulsar proyectos conjuntos en torno a la innovación tecnológica, el cierre de brechas digitales y la promoción de políticas públicas basadas en evidencia científica y participación social.
“Este acuerdo apunta a fortalecer las capacidades locales desde la investigación y la educación, para que la IA deje de ser una promesa lejana y se convierta en una herramienta tangible para el desarrollo”, concluye Ocampo.