“Harta”: cuando la vida aprieta tanto que no deja espacio para respirar

Janiyah despierta antes del alba. Su jornada empieza entre platos sucios y el llanto de su hija enferma. Luego, camina más de una hora hasta su trabajo como empleada doméstica, donde pasa el día limpiando casas por una paga que apenas alcanza para sobrevivir. Al volver, apenas tiene fuerzas para cenar algo con su hija antes de quedarse dormida en un colchón en el suelo. Día tras día. Semana tras semana.
La protagonista de la película Harta de Netflix, que ha conmovido y estremecido a miles de espectadores, no es solo un personaje de ficción. Es el reflejo vivo de muchas mujeres que caminan por la cuerda floja del estrés crónico, la soledad emocional y la desesperanza, sin redes de contención ni apoyo profesional.
“Janiyah representa a muchas mujeres que enfrentan múltiples cargas sin descanso: crianza, precariedad laboral, problemas de salud familiar y aislamiento. El estrés acumulado a lo largo del tiempo puede llevar a reacciones extremas como las que vemos en la película”, explica Adriana Illanes, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
El peso invisible del estrés crónico
El estrés crónico es silencioso. No se nota en radiografías ni se diagnostica fácilmente, pero se manifiesta todos los días: en el insomnio, la ansiedad, la irritabilidad, los dolores corporales, la falta de motivación y la sensación persistente de que “nada tiene sentido”.
“Richard Lazarus y Susan Folkman lo describen como un desequilibrio entre las demandas del entorno y los recursos personales para afrontarlas. La persona se percibe insuficiente, atrapada en una situación sin salida”, señala Illanes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como un estado de preocupación o tensión mental que persiste durante un período prolongado, generado por situaciones difíciles. No es una enfermedad en sí misma, pero puede contribuir al desarrollo de diversas enfermedades si no se maneja adecuadamente.
En el caso de Janiyah, ese desequilibrio se multiplica, ya que su hija necesita atención médica constante, el padre está ausente, su salario no alcanza y vive en condiciones precarias. A pesar de todo, intenta mantenerse firme. El momento más desgarrador de la historia ocurre cuando ella se aferra a la idea de que su hija aún está viva, aunque en el fondo sabe que ya no lo está. La película retrata con sensibilidad cómo, incapaz de enfrentar el abismo de su pérdida, ella se refugia en la negación, mientras su salud mental se desmorona hasta perder el control.
¿Por qué el estrés crónico afecta más a las mujeres?
Aunque hombres y mujeres experimentan estrés, las mujeres tienden a desarrollar reacciones más intensas y prolongadas debido a factores biológicos y sociales.
“Las mujeres tienen más receptores de la hormona corticotropina, lo que las hace más vulnerables a los efectos fisiológicos del estrés. Pero también hay una carga social: son quienes intentan conciliar trabajo, familia, crianza y cuidado, muchas veces solas”, explica Illanes.
En muchas familias, especialmente en contextos socioeconómicos vulnerables, la maternidad implica no solo amor y compañía, sino también una presión constante: cuidar, sostener, resolver, proteger. Y si no hay un compañero o red de apoyo, la carga se vuelve insoportable.
Cuando todo abruma: el efecto sombrilla
El estrés crónico rara vez llega solo. Lo acompaña una serie de consecuencias físicas y psicológicas que lo agravan. A esto se le llama efecto sombrilla.
“Es común que el estrés se presente junto con otros cuadros, como depresión, ansiedad, gastritis, rosácea, caída del cabello o debilitamiento inmunológico. Es una carga múltiple que afecta todas las áreas de la vida”, explica la experta.
En Harta, la protagonista vive este efecto en carne propia: agotamiento físico, llanto incontrolable, conductas erráticas. No duerme bien, no se alimenta correctamente, no tiene con quién hablar ni espacios seguros donde pedir ayuda.
Una de las señales más peligrosas del estrés crónico es el deterioro del pensamiento. “Se genera una percepción de impotencia total, y la persona deja de buscar soluciones. Cree que está sola, que todo está perdido. Eso conduce a conductas impulsivas y desesperadas”, detalla Illanes.
En el caso de Janiyah, esa furia contenida, ese dolor sin consuelo y esa falta de esperanza la llevan a cometer delitos. Pero su historia no es simplemente la de una criminal: es la historia de una mujer agotada, harta y al límite.
Resiliencia para salir adelante
Pese a todo, la película también muestra destellos de resiliencia. Aunque está al borde del colapso, Janiyah muestra pequeños actos de solidaridad, como compartir su comida con un vecino o cuidar de su hija con ternura. Son señales de que todavía hay algo que la sostiene.
“La resiliencia es la capacidad de encontrar sentido y seguir adelante en medio de la adversidad. Janiyah demuestra habilidades sociales, empatía, generosidad. A pesar de su situación, todavía intenta conectar con otros”, dice Illanes.
Eso sí, la resiliencia no es una obligación ni una solución mágica. Necesita apoyo. Y muchas veces, el primer paso para desarrollarla es reconocer que se necesita ayuda profesional.
La psicoterapia como única alternativa real de cambio
Para muchas personas en la situación de Janiyah, la psicoterapia puede ser la diferencia entre rendirse o reconstruirse. Especialmente la terapia cognitivo-conductual, que trabaja directamente sobre los pensamientos negativos que alimentan el estrés.
“El terapeuta ayuda a identificar esas ideas erróneas como ‘nada va a mejorar’ y las reemplaza por pensamientos más funcionales como ‘esto se puede resolver’ o ‘¿qué puedo hacer para que las cosas cambien?’. Así, mejoran las emociones y las conductas”, señala Illanes.
La psicoterapia no cambia la realidad externa, pero sí la manera de interpretarla y afrontarla. Y eso, en sí mismo, puede abrir caminos nuevos, más saludables y esperanzadores.
Redes de contención
En medio del caos, muchas veces lo único que necesitamos es saber que alguien está ahí. Una amiga, un vecino, una compañera de trabajo, una institución, un terapeuta. Las redes de contención son fundamentales para amortiguar el impacto del estrés crónico.
“Las redes no solo están en la familia. También se construyen en lo laboral, lo comunitario, lo vecinal. En Harta vemos cómo la protagonista está muy aislada, pero hay pequeñas luces: una vecina, una compañera de trabajo, incluso la responsable del banco”, señala Illanes. Una red de apoyo puede ser la diferencia entre sostenerse o caer. Entre hablar o guardar silencio. Entre pedir ayuda o rendirse.
Harta es un retrato crudo y necesario de la vida de miles de mujeres que sobreviven cada día entre el estrés crónico, la carga mental, la desesperanza emocional y la ausencia de oportunidades reales de mejora. Su historia interpela. Nos llama a ver con otros ojos la violencia silenciosa que se vive en las rutinas extenuantes, la sobrecarga doméstica, el abandono institucional y el aislamiento emocional.
“La salud mental no puede seguir siendo un privilegio. Debe ser una prioridad. Todas las personas deberían tener acceso a psicoterapia y a redes de apoyo que eviten que lleguen a ese nivel de quiebre”, concluye la docente de Psicología en Unifranz.