Habilidades digitales, inglés y pensamiento crítico: el nuevo ‘ABC’ del empleo juvenil en Bolivia

En la imagen Verónica Ágreda, rectora de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz y presidente de la Asociación Nacional de Universidades Privadas de Bolivia (ANUP); Rodolfo Baldiviezo, gerente de negocios de BancoSol; Alejandro Aguilar, director de la Cámara Nacional de Industrias; y Andrés Aramayo, fundador de Subo Sueño Bolivia.

Impulsados por una creciente inquietud sobre su futuro, jóvenes líderes de los nueve departamentos de Bolivia se dieron cita en La Paz para participar en “Juventudes Conectadas”, un evento organizado por el Banco Mundial. Durante dos intensas jornadas de diálogo, reflexionaron sobre su papel en la construcción de un país más justo, inclusivo y sostenible. En este espacio, compartieron experiencias personales y plantearon propuestas frente a problemas estructurales como el desempleo, la precariedad laboral y las desigualdades en el acceso a la educación.

Uno de los paneles del evento, denominado “Empleo juvenil y educación”, reunió a representantes del sector empresarial, académico y de la sociedad civil. En él participaron Verónica Ágreda, rectora de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz y presidente de la Asociación Nacional de Universidades Privadas de Bolivia (ANUP); Rodolfo Baldiviezo, gerente de negocios de BancoSol; Alejandro Aguilar, director de la Cámara Nacional de Industrias; y Andrés Aramayo, fundador de Subo Sueño Bolivia. Cada uno, desde su experiencia, aportó al debate sobre cómo formar a la juventud boliviana para un mercado laboral en constante transformación.

No basta con estudiar una carrera. Hay que aprender toda la vida

La rectora de Unifranz fue contundente al describir los desafíos que enfrentan los jóvenes bolivianos: un entorno laboral marcado por la informalidad, la falta de oportunidades y la aceleración tecnológica. 

“Cuando nací, el 76% de la población vivía en el campo; hoy ese mismo porcentaje vive en la ciudad. Las transformaciones han sido profundas, pero no hemos terminado de adaptarnos”, afirmó.

Para Ágreda, uno de los errores más frecuentes es creer que basta con obtener un título profesional. “La idea de que uno estudia una carrera y luego se dedica a trabajar durante 30 años ya no tiene sentido. Vivimos en una era donde vamos a tener que reinventarnos constantemente. Hoy puedes ser ingeniero en sistemas, mañana bioinformático, y pasado trabajar en el diseño de genomas humanos para contextos bolivianos. El aprendizaje a lo largo de la vida no es opcional”, recalcó.

En un momento provocador de su intervención, compartió cómo utilizó inteligencia artificial para crear un video educativo.

“Le pedí a un agente de inteligencia artificial que me generara un guión con datos reales y lo convirtió en una pieza audiovisual de tres minutos. Este producto fue utilizado luego por mi equipo como una base sobre la cual añadieron imágenes reales. Eso es lo que hoy permite la tecnología: transformar ideas en acciones concretas”.

Ágreda también enfatizó la importancia de las competencias digitales como eje transversal de cualquier formación profesional. “Incluso los conductores deben prepararse, porque los autos autónomos ya están a la vuelta de la esquina. Hasta el oficio más tradicional será impactado por la automatización que traerá la IA”.

El inglés como llave del mercado global

La importancia del dominio del idioma inglés fue otro punto central del debate. Alejandro Aguilar, desde su rol en la Cámara Nacional de Industrias (CNI), subrayó que este idioma se ha convertido en un requisito casi obligatorio. 

“Está presente en la tecnología, la aviación, el comercio internacional. Hoy, con el auge del trabajo remoto y el freelance, el inglés es una ventaja competitiva clara. Estudios indican que puede representar un incremento salarial del 20% al 50%”, señaló.

Pero no se trata solo de idiomas. Aguilar hizo hincapié en la necesidad de combinar conocimientos técnicos (como el manejo de Excel) con habilidades blandas.

“Lo que diferencia a un buen profesional es su capacidad de análisis, su criterio, su liderazgo. Eso no se enseña en un aula, se cultiva con actitud y práctica”, afirmó.

Emprendimiento con propósito y aprendizaje del error

Desde el sector financiero, Rodolfo Baldiviezo destacó que las principales iniciativas de emprendimiento en Bolivia surgen en áreas como el comercio y los servicios, y que un 77% de quienes emprenden logran salir de la pobreza. Sin embargo, advirtió que emprender no debe ser solo por necesidad.

“Tenemos que fomentar emprendimientos con propósito, que no solo generen ingresos, sino que también cuiden de la sociedad y del medio ambiente”, reflexionó.

Andrés Aramayo, por su parte, presentó datos alarmantes sobre el estado de la educación y el emprendimiento juvenil. Según su análisis, “ocho de cada diez jóvenes menores de 25 años no entienden lo que leen ni pueden resolver un ejercicio matemático simple”. En cuanto al ecosistema emprendedor, señaló que el 90% de los emprendimientos juveniles fracasan en los primeros tres años y que solo el 5% de los jóvenes recibe formación adecuada para emprender.

“La mayoría aprende con su propio dinero, equivocándose. Necesitamos una política pública que forme emprendedores con herramientas reales, no solo con entusiasmo”, indicó.

Jóvenes bolivianos: agentes de cambio, pero sin acompañamiento suficiente

Durante los dos días del evento, los jóvenes participantes abordaron temas clave como el empleo juvenil, la educación de calidad, el cambio climático y la participación ciudadana. Sus testimonios reflejan una realidad compartida: viven en carne propia las desigualdades estructurales del país y, aun así, buscan formas creativas y resilientes de superarlas.

Ágreda fue enfática al animarlos a tomar el control de sus procesos de aprendizaje. “Todos tienen un celular en el bolsillo, que es más poderoso que la computadora que llevó al hombre a la Luna. Hoy pueden acceder a cursos gratuitos de Harvard, MIT, Stanford. No hay pretexto. Pero deben desarrollar criterio, saber distinguir lo verdadero de lo falso, y usar esa información para generar impacto”.

Colaboración y redes: claves del pensamiento del siglo XXI

Una constante en las intervenciones fue la necesidad de pasar de la competencia a la colaboración. Ágreda cerró su exposición con una reflexión que resonó entre los presentes.

“El pensamiento crece cuando se comparte. Necesitamos construir redes de colaboración donde los jóvenes puedan prototipar ideas, equivocarse y aprender. Porque el que no falla, no aprende”, dijo.

La nota dominante fue clara. El mundo del trabajo ya cambió y si Bolivia quiere preparar a su juventud para ese nuevo escenario, deberá invertir no solo en educación, sino en visión, en innovación y en la capacidad de formar ciudadanos críticos, conectados y preparados para liderar los desafíos del futuro.

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Manuel Joao Filomeno Nuñez

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