Grooming, un delito que asedia a los adolescentes y niños

By Aldo Juan Peralta Lemus

Es fundamental que los padres o el propio menor denuncien la situación de inmediato.

El grooming es una forma de acoso sexual en línea, en la que un adulto, mediante engaños y manipulación, busca ganarse la confianza de un menor con el fin de obtener imágenes íntimas o concretar un encuentro físico. Este delito, que aprovecha el anonimato y la facilidad de interacción en redes sociales, representa una amenaza creciente para los adolescentes, especialmente aquellos que pasan gran parte de su tiempo conectados.

William Llanos, docente de la carrera de Derecho de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, sostiene que esta práctica puede escalar en distintos niveles de interacción y riesgo. «Inicia, en muchos casos, con conversaciones de contenido sexual, avanza hacia la obtención de material íntimo —como fotos o videos— y, en situaciones más graves, puede culminar en un encuentro sexual presencial», explica el académico.

“En muchos casos, los y las menores pueden identificar que están siendo víctimas de grooming si la persona con la que interactúan en línea genera una confianza excesiva en muy poco tiempo, les hace comentarios o preguntas de carácter sexual, o solicita información personal o privada, como direcciones y números de teléfono”, añade Llanos.

La prevención comienza con la educación digital temprana. Padres, docentes y cuidadores deben enseñar a los jóvenes a identificar conductas sospechosas, como: mensajes de desconocidos, solicitudes de perfiles con fotos privadas, insistencia en mantener conversaciones en secreto o presión para cambiar a plataformas más privadas. Promover un diálogo abierto y sin juicios es clave para que los adolescentes se sientan seguros de contar si viven una situación incómoda.

“Estas personas intentan aislarlos de su entorno, pidiéndoles que mantengan la relación en secreto; los presionan o chantajean con difundir información o imágenes y, en contextos más avanzados, el agresor busca concretar un encuentro físico sin el conocimiento ni consentimiento de los padres o tutores”, sostiene el académico.

Es esencial fomentar la configuración segura de redes sociales. Mantener perfiles privados, aceptar solo a personas conocidas y limitar la información personal que se publica son acciones que reducen los riesgos. Asimismo, es recomendable que los padres conozcan las plataformas y aplicaciones que usan sus hijos. La supervisión activa y el acompañamiento son medidas que fortalecen la prevención. No se trata de invadir la privacidad, sino de construir una relación de confianza, donde el adolescente entienda que las reglas de uso buscan protegerlo.

Normativa de protección

Según el académico, en nuestro país la legislación ofrece un marco de protección frente a estas conductas por parte de los agresores. “El Código Penal, en su artículo 323 —introducido por la Ley Nº 1173— tipifica el acoso sexual por medios informáticos o telemáticos hacia niñas, niños y adolescentes, sancionando a quien, utilizando tecnologías de la información y comunicación, contacte a un menor para obtener material sexual o concertar un encuentro con fines de abuso”, explica.

A esto se añaden las disposiciones contempladas en la Ley General de Telecomunicaciones, Tecnologías de Información y Comunicación (Ley Nº 164), que incorpora medidas específicas para prevenir y sancionar los delitos digitales. Asimismo, se respalda en el mandato constitucional, que obliga a todas las instituciones del Estado a velar por el interés superior del niño, priorizando su protección en cualquier circunstancia.

De igual forma, el Código Niña, Niño y Adolescente establece de manera amplia el derecho de los menores a gozar de integridad física, psicológica y sexual. Asimismo, asigna al Estado, la familia y la sociedad la responsabilidad de garantizar su protección frente a toda forma de violencia, abuso o explotación, asegurando un entorno seguro para su desarrollo integral.

¿Qué hacer si sospechas un intento de grooming?

Ante cualquier intento de este delito, es fundamental que los padres o el propio menor denuncien la situación de inmediato. Las autoridades competentes, junto con las normas adecuadas, están para intervenir de forma oportuna, proteger a la víctima y llevar adelante las investigaciones necesarias para identificar y sancionar al agresor conforme a la ley. La denuncia temprana no solo detiene el abuso, sino que también evita que el delito escale a niveles más graves.

“Ante una sospecha de grooming, la denuncia puede presentarse en la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), en su división de Cibercrimen, o en la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV), cuando se trata de un hecho con connotaciones sexuales o psicológicas. También es posible acudir directamente a la Fiscalía Departamental o solicitar asistencia en los Servicios Legales Integrales Municipales (SLIM)”, explica Llanos.

Prevenir el grooming implica unir esfuerzos familiares, educativos y legales, promoviendo el uso responsable de la tecnología y un entorno seguro para que los adolescentes estén protegidos ante las amenazas del mundo digital.

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