Espaldas en riesgo: la carga silenciosa de la mochila escolar
La mochila escolar acompaña diariamente a niñas, niños y adolescentes en su rutina académica. Sin embargo, su peso puede convertirse en una carga silenciosa que afecta el desarrollo físico. La columna vertebral, los músculos y las articulaciones aún están en formación, por lo que una sobrecarga constante puede generar tensiones y adoptar posturas compensatorias que, con el tiempo, pueden mantenerse incluso en la adultez. Prevenir esta situación requiere reconocer el problema y actuar a tiempo.
“Cuando la mochila supera entre el 10 % y 15 % del peso corporal del estudiante, se incrementa el riesgo de dolor lumbar, contracturas y compensaciones posturales que pueden mantenerse en el tiempo, sobre todo si este hábito se repite a lo largo de la vida escolar sin supervisión ni corrección adecuada”, explica Sirley Miranda, docente de la carrera de Medicina en la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).
En el uso cotidiano, muchas mochilas superan ese rango recomendado debido a la cantidad de libros, cuadernos, carpetas, dispositivos electrónicos y objetos personales. Además, no siempre se organiza el peso correctamente, ni se utilizan ambos tirantes, lo que obliga al cuerpo a inclinarse hacia adelante para mantener el equilibrio. Con los años, este esfuerzo repetido puede provocar molestias persistentes en la espalda y alterar el desarrollo de la postura natural.
“La mochila no debería pesar más del 10 % al 15% del peso corporal del niño. Cargas mayores pueden provocar dolor, fatiga y afectar la postura de forma permanente si no se corrige el hábito desde edad temprana”, señala la American Academy of Pediatrics,AAP.
La participación de la familia y la escuela es esencial para evitar que el peso de la mochila se convierta en un problema crónico. Desde casa, revisar regularmente el contenido y retirar elementos innecesarios ayuda a reducir la carga diaria. Desde la institución educativa, es posible organizar horarios que eviten llevar todos los libros diariamente, promover recursos compartidos o incorporar material digital como apoyo, reduciendo la necesidad de transportar grandes volúmenes.
“La escuela puede asumir un rol activo estableciendo rutinas de revisión de mochilas, promoviendo el uso de materiales digitales y organizando los horarios para que no sea necesario llevar todos los libros todos los días, mientras que las familias acompañan desde casa la construcción de hábitos saludables”, afirma nuevamente Sirley Miranda, destacando la importancia de un trabajo coordinado.
El estrés físico causado por la sobrecarga puede prevenirse con pequeñas acciones sostenidas en el tiempo. A continuación, una guía simple basada en recomendaciones ampliamente difundidas por la Cleveland Clinic:
- Revisar el peso con frecuencia. La mochila no debe superar el 10 % al 15 % del peso corporal del estudiante. Pesarla semanalmente ayuda a mantener un control real y práctico.
- Elegir una mochila adecuada. Lo ideal es que tenga correas anchas, acolchado en la espalda y, si es posible, cinturón lumbar para distribuir mejor la carga.
- Distribuir el contenido de manera equilibrada. Los objetos más pesados deben colocarse lo más cerca posible de la espalda, usando todos los compartimentos.
- Utilizar siempre ambos tirantes. Esto evita cargar un solo hombro y reduce el riesgo de tensión muscular desigual.
- Retirar lo innecesario. Vaciar la mochila regularmente ayuda a detectar objetos que se acumulan sin necesidad real.
“Los niños deberían cargar como máximo entre el 10 % y 15 % de su peso corporal en la mochila, y los objetos más pesados deben colocarse cerca de la espalda para equilibrar la carga y evitar tensión muscular”, recomienda la Cleveland Clinic.
Cuidar la columna desde la etapa escolar es una inversión silenciosa en la salud futura. Adoptar hábitos conscientes, revisar la carga y promover entornos educativos que prioricen el bienestar permite que niñas, niños y adolescentes crezcan con una postura saludable. La mochila no solo transporta libros: transporta el cuerpo, la energía y el bienestar. Asegurar que su peso sea el adecuado es una responsabilidad compartida que construye salud para toda la vida.