Por Manuel Filomeno
El juego está profundamente arraigado en la manera en la que aprendemos, es a través de él que recibimos nuestras primeras lecciones como niños; pero, cómo podemos integrar el juego en el aprendizaje.
“El juego es el lenguaje de la infancia. Jugando es como las personas hemos comprendido el mundo que nos rodea, a nosotras mismas, a las demás. Esta concepción hace aún más clara y evidente la diferencia entre el juego y los juegos o juguetes. Pues el juego está en la persona, en su capacidad y actitud lúdica, mientras que los juegos o juguetes son instrumentos sociales que, en sí, no garantizan la acción de jugar”, explica Imma Marín, presidenta y fundadora de la consultora educativa Marinva.
El juego como una herramienta educativa fue una de las temáticas abordadas durante el V Foro de Innovación Educativa (FIIE 2024), organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz en la ciudad de Santa Cruz, en el cual participó Marín.
De acuerdo con la experta, el Aprendizaje Basado en Juegos es una metodología lúdica, basada en el diseño de mecánicas y dinámicas lúdicas a través de la gamificación o los paisajes de aprendizaje, la incorporación de elementos lúdicos como el azar, la cooperación y las reglas preestablecidas, cuya principal motivación es permitir a los estudiantes entender el error como parte del proceso educativo y no como un retroceso.
“Lo que buscamos es colocar el alma del juego en el corazón de la educación para conseguir así crear espacios seguros donde se entiende el error como parte del proceso de aprendizaje. El juicio y la crítica están permitidos en un espacio donde el alumnado no se siente juzgado y las personas están motivadas para tener agencia de su propio desarrollo, como es natural en el juego”, explica por su parte Esther Hierro, CEO de Marinva.
Ambas expertas indican que, para que esto ocurra, es fundamental conseguir que el juego impregne la cultura de las instituciones educativas y llegue a su ADN, ayudando a que todos los agentes implicados se den el permiso y la confianza necesarias para sumergirse en la pedagogía lúdica.
“Es una realidad que escuelas, institutos y universidades, hoy en día, están saturados, estresados y llenos de obligaciones. Pero, precisamente en este entorno es donde el juego puede ofrecerse como la clave para abrir las puertas de la innovación. Creemos firmemente en que el aprendizaje lúdico puede transformar la educación precisamente porque el juego nos empuja a ser personas más creativas, exploradoras y resolutivas, a actuar desde la proacción y a estar mejor conectadas con las personas de nuestro entorno y con nuestro ecosistema”, sostiene.
Hierro indica que jugar nos devuelve buena parte de nuestra salud física, mental y emocional. “El play, más allá del game (el jugar, más allá del juego), nos hace ser personas más empáticas y nos ayuda a imaginar que las cosas pueden ser distintas a como nos dicen que son”, explica y agrega que éste es el origen de cualquier transformación.
“El objetivo es propiciar un aprendizaje significativo y mantener vivo el deseo de aprender. Por ello el aprendizaje lúdico y la transformación de la educación no entienden de actividades aisladas y puntuales, sino de acciones programadas de forma estratégica para inocular el poder del juego en el ADN de las instituciones educativas”, dice Marín.
Para poder implementar esta metodología, Marín señala que es clave que el profesorado haga un ejercicio previo de autoconocimiento y desarrollo de su capacidad y actitud lúdica, teniendo muy presente su vocación educadora.
“No se trata de ‘hacer jugar’ al otro, sino de jugar, asombrarnos, aprender y crecer juntos. Y es que, del mismo modo que podemos enseñar y aprender competencias y habilidades como el aprender a aprender, la resolución de problemas o la emprendeduría, el pensamiento lúdico se entrena”, expresa.
Las expertas indican que la mirada abierta al juego de la institución educativa, es un impulso para que el profesorado y el alumnado abracen la adopción de nuevas tecnologías, como la Inteligencia Artificial (IA), y sus múltiples beneficios.
“En sintonía y enriqueciendo la pedagogía lúdica, gracias a la IA podemos mantener al alumnado en el centro del proceso de enseñanza y personalizar su aprendizaje –adaptando necesidades individuales para hacer que el proceso de aprender sea más efectivo–, mejorar la participación y compromiso de los estudiantes o entrenar soft skills para el presente y futuro de la sociedad. Y esto ocurre sólo si se entiende la educación desde el pensamiento lúdico, aquel que nos empuja a tener iniciativa, tomar decisiones, tratar las ideas y objetos de forma no convencional, cultivar el asombro y vivir la dificultad como un reto, entre otros. El juego es emoción y sin emoción no hay aprendizaje”, concluyen.