El voto, la máxima expresión del ejercicio de los derechos ciudadanos

Diego tiene 19 años y vive en La Paz. Estudia Administración de Empresas en una universidad privada, y hasta hace poco la política no formaba parte de sus prioridades. Entre clases, trabajos en grupo y proyectos de emprendimiento, sentía que las discusiones sobre elecciones y partidos quedaban lejos de su vida. Sin embargo, todo cambió el día que recibió su certificado de inscripción electoral.
“En nuestro país, los jóvenes adquieren la mayoría de edad al cumplir los 18 años. Este reconocimiento jurídico, que se traduce en el ejercicio de la ciudadanía, tiene una de sus principales vertientes en los Derechos Políticos, me refiero específicamente al ejercicio del Derecho al Sufragio, plasmado en nuestra Constitución Política del Estado y en la legislación electoral nacional”, explica Fabricio Góngora, abogado especializado en Derecho Electoral y docente en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Con el documento en la mano, Diego comprendió que estaba habilitado para votar por primera vez. No era una lista de asistencia a clases ni un registro de trabajo; era su nombre inscrito en el padrón ciudadano. Ese papel, sencillo en apariencia, lo hizo reflexionar: “¿Y si mi voto sí importa?”. Empezó a mirar con otros ojos las conversaciones en la cafetería, los titulares en redes y los comentarios que escuchaba en el transporte.
Góngora enfatiza que la participación juvenil es clave en cualquier proceso electoral. “Los jóvenes constituyen el grupo más numeroso del padrón. Más de 520.000 tienen entre 18 y 20 años, 951.000 entre 21 y 25, y casi 980.000 entre 26 y 30. En conjunto, superan el 32% de los votantes habilitados. Son el sector que, con seguridad, podría definir el devenir de los resultados”, señala.
Para Diego, estos números ya no son simples estadísticas; representan a compañeros, vecinos y amigos que, como él, tienen la posibilidad de influir en el rumbo del país. Y con esa posibilidad, llega la responsabilidad. Góngora recuerda que, para ejercer el voto, basta con empadronarse al cumplir los 18 años, y desde ese momento, el vínculo con la democracia es permanente.
“Pueden participar como electores y, con ciertas restricciones, también como candidatos. El Estado garantiza su derecho a ser parte de cada proceso electoral venidero”, puntualiza.
Mientras comparte un café con sus amigos en el campus, Diego escucha opiniones divididas: entusiasmo, confusión e indiferencia. Él piensa que no votar sería más fácil, pero también más fácil de lamentar después. “Si no participo, otros decidirán por mí”, reflexiona.
Góngora advierte que la abstención tiene consecuencias. “La ley establece sanciones como multas económicas, restricciones para realizar ciertos trámites y, en casos extremos, la exclusión del padrón. Pero más allá de lo legal, el riesgo mayor es que se consolide la apatía política. Votar no es solo elegir candidatos, es ejercer responsabilidad, fomentar el pensamiento crítico e implicarse en la vida pública”.
En la última semana, Diego ha estado leyendo sobre las propuestas de los distintos candidatos. No siempre entiende todos los puntos, pero sabe que la información es clave para votar con conciencia. Según Góngora, esa formación no debería empezar recién a los 18 años: “Desde el nivel básico, es necesario reforzar principios y valores para que los jóvenes se comprometan con el país y la democracia”.
En Unifranz, explica el docente, en las clases de Derecho Electoral, se implementan metodologías como simulacros electorales, donde los estudiantes asumen roles y viven la experiencia de votar.
“Se busca incentivar el ejercicio de los derechos fundamentales de manera autónoma y libre, sin presiones, para emitir un voto consciente e informado”, destaca el docente de Derecho en Unifranz.