El poder de aprender a aprender para transformar la realidad

Aprender a aprender no es solo una frase de moda en el ámbito educativo. Es una revolución silenciosa que transforma vidas, aulas y sociedades enteras. En el marco del VI Foro Internacional de Innovación Educativa, FIIE Unifranz 2025, la psicopedagoga, maestra de primaria y miembro del Proyecto Zero de la Escuela de Graduados en Educación de la Universidad de Harvard, Clara Heredia, compartió una mirada profundamente humana sobre el aprendizaje, la pedagogía colaborativa y el poder de cuestionar lo que creemos saber.
“Proyecto Zero nació hace 60 años con una idea sencilla y poderosa: investigar la relación entre el arte y la educación, en un momento en que no había estudios sobre el tema. Por eso se llama ‘cero’: partíamos desde la nada”, cuenta Heredia.
Fundado por el filósofo Nelson Goodman, este centro de investigación se ha expandido en seis décadas hasta incluir 28 proyectos activos que abordan temas tan diversos como el pensamiento crítico, las competencias digitales y globales, la comprensión y las culturas de pensamiento.
Pero lo que distingue a Proyecto Zero no es solo su amplitud temática, sino su método de trabajo. “Hay una ida y vuelta entre teoría y práctica. No es que Harvard baja línea diciendo ‘así se debe enseñar’, sino que se trabaja junto a los educadores, en contacto con las escuelas, con experiencias reales en el aula. Así se construye un conocimiento que respeta y se alimenta de la práctica”, afirma Heredia, luego de participar en el FIIE 2025, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Enseñar desde la incertidumbre
Una de las ideas más transformadoras que propone Clara Heredia es enseñar con humildad intelectual. Modelar la incertidumbre frente a los estudiantes es esencial.
“Mostrar que no sabemos todo, que estamos también aprendiendo, contagia curiosidad, humanidad y empatía. Un docente que se permite decir ‘no tengo todas las respuestas’ está formando personas libres para pensar”.
Esta perspectiva es clave en el proyecto “Aprendiendo a aprender: transformando la pedagogía juntos”, que se implementa actualmente en 10 escuelas públicas de Panamá. Junto a un equipo de expertas —entre ellas María Jimena Barrera, Adriana García y Liz Torrezing—, Clara impulsa una pedagogía colaborativa basada en la indagación y el trabajo en equipo.
“Queremos que el cambio no sea solo desde el aula. Por eso involucramos a docentes, directores, redes de educadores y actores de apoyo del sistema educativo. Apostamos a crear una cultura de pensamiento que trascienda la clase y contagie a toda la comunidad”, explica.
Repensar el tiempo y el contenido
Uno de los pilares metodológicos del proyecto es la premisa de que menos, es más. “En sistemas educativos donde los currículos son extensos y los docentes están saturados, proponemos bajar el ritmo. No se trata de abarcar todo, sino de enfocarse en lo que realmente es potente para el contexto específico de cada escuela”, señala Heredia.
Ese enfoque implica también una transformación personal de los educadores. Hidalgo explica que es difícil cambiar si nunca tuviste una experiencia distinta.
“Por eso no solo hablamos de contenidos, sino de cómo los enseñamos. Proponemos ocho principios que modelamos intencionalmente: desde la humildad intelectual hasta el valor de la colaboración, la importancia de la curiosidad y el respeto por los tiempos de cada uno”.
Escuchar, observar, compartir
A diferencia de otros modelos de intervención, el enfoque de Proyecto Zero con las escuelas panameñas no impone recetas. Comienza con la escucha activa, la observación de contextos, y el diálogo constante.
“No llegamos con soluciones mágicas, sino con herramientas que luego los educadores panameños adaptan, prueban y nos devuelven con reflexiones. Es una co-construcción que genera entusiasmo y sentido de pertenencia”, dice Clara.
El resultado, aunque no se mide con exámenes estandarizados, se ve en la motivación de estudiantes y docentes. “Hay alegría al introducir nuevas formas de pensar y ver que los estudiantes participan más, hacen más preguntas, se interesan por aprender. No es una revolución de impacto inmediato, pero sí profunda y duradera”, afirma.
Este proyecto, aunque virtual en su mayoría, se fortalece con visitas periódicas a las escuelas para observar las dinámicas en el aula.
El desafío de desaprender
Hablar de “desaprender para aprender” puede sonar contradictorio, pero tiene todo el sentido en una educación que busca romper con lo heredado y construir nuevas formas de enseñar.
“Muchas veces repetimos lo que vimos de estudiantes, aunque ya no funcione. Cambiar eso implica tener experiencias nuevas, vividas en carne propia. No basta con saber lo que hay que hacer, hay que sentirlo, probarlo, fallar y volver a intentar”, reflexiona la experta.
Para Clara Heredia, ser aprendices de por vida es una actitud fundamental que deberíamos fomentar no solo en las escuelas, sino en todos los espacios de la sociedad.
“Ser curioso, hacer preguntas, equivocarse y seguir adelante es algo que todos deberíamos modelar. Si los adultos nos mostramos abiertos a aprender, a no saber, a cuestionar, los niños y jóvenes lo naturalizan y lo hacen propio”, indica.
Aprender a aprender: un acto colectivo
Heredia interpela no solo a educadores, sino a toda la ciudadanía. “El cambio no lo hace una persona sola. Necesitamos comunidades que aprendan juntas. Escuelas, familias, gobiernos, organizaciones, todos podemos ser parte de esta transformación. Pero para eso, hay que empezar por algo simple y a la vez poderoso: atreverse a aprender”.