El laberinto de la informalidad: una mirada al comercio invisible que mueve Bolivia
En cada esquina, en cada feria y en cada plaza de Bolivia late un pulso económico que, aunque poderoso, se desarrolla al margen de la ley. Son los comerciantes informales, mujeres y hombres que día tras día levantan sus puestos al amanecer, sosteniendo con sus ventas la economía cotidiana de miles de familias, pero que a la vez permanecen en una zona gris del sistema legal.
Ese universo fue el foco de la investigación de un equipo de estudiantes de la carrera de Derecho de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz) quienes decidieron mirar de frente una problemática tan visible como compleja: “La prevalencia del comercio informal en Bolivia y las barreras que impiden su formalización”.
“Queríamos entender por qué, a pesar de las normas y programas, tantos comerciantes siguen trabajando sin registro legal. Nos chocamos con un sistema con poco fomento a la formalización y que genera muchos obstáculos y requisitos”, explica Yoseline Nadín Chambilla Monasterios, parte de los investigadores.
Su trabajo es uno de los ganadores de la quinta versión de las Jornadas de Investigación de Unifranz, un espacio académico y colaborativo que promueve la generación, socialización y aplicación del conocimiento desde una perspectiva interdisciplinaria y con impacto social. Cada año, estudiantes, docentes e investigadores se reúnen para presentar proyectos, avances y resultados en áreas clave como salud, tecnología, educación, sostenibilidad, economía creativa y transformación digital.
El rostro de la informalidad
Su investigación partió de una constatación alarmante, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más del 70% de los trabajadores bolivianos se desempeñan en el sector informal, una de las tasas más altas de América Latina.
A través de entrevistas directas con comerciantes, el equipo detectó patrones comunes que hacen que los comerciantes trabajen desde la informalidad. Trámites excesivamente largos, altos costos, burocracia y miedo a la pérdida de ingresos, fueron las razones más comunes que les dieron los involucrados.
Muchos entrevistados relataron que los procesos para obtener su Número de Identificación Tributaria (NIT) o registro municipal resultan tan engorrosos que prefieren mantenerse al margen.
“Nos decían que se sienten inseguros, que no confían en las instituciones o que los impuestos les resultarían impagables frente a las ganancias diarias que apenas cubren sus necesidades”, señala Yoselin.
El sistema paralelo: reglas propias del comercio informal
Al inicio de esta investigación se planteó la problemática del incumplimiento de normativas en nuestro país, particularmente en la formalización de los comerciantes ante las entidades encargadas del comercio. La investigación permitió comprender cómo la informalidad, impulsada por factores como el contrabando, la precariedad laboral y normativas rígidas, genera distorsiones en el mercado y halló que ahí, en las clandestinidad, el comercio tenía su propio movimiento.
Los estudiantes vieron una dinámica silenciosa pero poderosa: el comercio informal ha desarrollado sus propias reglas internas. Los espacios de venta en mercados o calles se asignan mediante cobros informales, generando disputas, jerarquías y conflictos.
“Hay una economía paralela dentro de la economía informal”, describe Yoseline. “Incluso existen líderes que regulan el uso de espacios, sin intervención municipal ni respaldo legal”.
Estas prácticas, aunque funcionales en el corto plazo, perpetúan una estructura de desigualdad. Cuando se producen operativos de decomiso o desalojos, los comerciantes carecen de amparo jurídico. “Pierden su mercadería sin posibilidad de reclamo”, apunta la joven investigadora.
El papel de las instituciones y las propuestas
El proyecto también examinó la actuación de entidades como el Servicio Plurinacional de Registro de Comercio (Seprec), que genera los registros de las empresas. Aunque hay paso para la digitalización y trámites más cortos la cobertura y los incentivos siguen siendo insuficientes.
“La formalización no debería verse como un castigo, sino como una oportunidad de crecimiento”, sostiene Yoseline. Por ello, su equipo propone crear mecanismos de incentivo fiscal, simplificar los trámites y generar campañas de acompañamiento jurídico que brinden confianza y respaldo al comerciante informal.
Entre las propuestas más destacadas está la creación de ventanillas únicas municipales para la formalización, con asistencia legal gratuita y plazos más breves. “Si el comerciante ve beneficios tangibles, como acceso a créditos, seguridad jurídica o apoyo en tiempos de crisis, estará dispuesto a formalizarse”, concluye.
Un desafío estructural
Bolivia enfrenta el reto de reconocer la informalidad no como un problema aislado, sino como un síntoma de desigualdades estructurales. La falta de empleo formal, los bajos niveles de educación financiera y la complejidad normativa son factores que, según la OIT, alimentan este círculo vicioso.
El estudio de los estudiantes no solo evidencia las fallas del sistema, sino que abre la puerta a un debate urgente: ¿cómo lograr que la formalización sea un proceso inclusivo y no una carga?