Educación y trabajo: la ruta para la reintegración de los privados de libertad

Educación y trabajo: la ruta para la reintegración de los privados de libertad

Por Luis Flores

Cristian (nombre ficticio) tiene un puesto de brochetas de chocolates en Miraflores. Él estuvo recluido en el Centro de Rehabilitación y Reinserción Social de Qalauma, donde aprovechó el tiempo para estudiar un técnico medio en repostería dentro del recinto y empezó con un negocio en el mismo centro. Al salir, tras purgar su pena, continuó con su emprendimiento. La educación y el trabajo fueron los pilares que lo mantuvieron alejado de reincidir en los delitos que lo llevaron al centro. 

La Policía Boliviana informó en 2022 que la tasa de reincidencia es superior al 27%. De ese porcentaje, siete de cada 10 personas detenidas y procesadas reinciden en menos de cinco años tras conseguir su libertad. Por ello, la Organización de Naciones Unidas (2023) “alienta a los estados miembros a que formulen estrategias o planes de acción integrales para reducir la reincidencia mediante intervenciones eficaces encaminadas a la rehabilitación y reintegración de los delincuentes”. 

“Lo que forma parte de la reinserción social son dos pilares muy fundamentales: el trabajo y el estudio y en una parte están entrelazados”, reitera Daniel Callizaya, director departamental de Régimen Penitenciario de La Paz. 

Los centros penitenciarios no son como se dice afuera, en ellos también se estudia, se trabaja, la gente se está capacitando, suma Callizaya. “Estamos buscando que los jóvenes, una vez salgan, tengan esa mente emprendedora”, comenta en la graduación de 53 jóvenes en la formación complementaria en emprendedurismo y liderazgo, con la Universidad Franz Tamayo, Unifranz. 

El recinto juvenil cuenta con el Centro de Educación Alternativa (CEA) Ana María Romero de Campero, donde 300 jóvenes se forman en carreras técnicas. Los estudiantes recibieron una capacitación complementaria en liderazgo y emprendedurismo, de forma altruista, de parte de la Unifranz.

“La justicia restaurativa se presenta como un enfoque esencial, al alejarse del castigo punitivo para centrarse en la reparación del daño y la dignificación de la persona infractora”, comenta Patricia Pozo, directora de Administración de Empresas de Unifranz, institución que de forma altruista apoya en capacitaciones en el CEA de Qalauma.

El camino de justicia restaurativa se potencia mediante la educación, que se convierte en el vehículo más efectivo para dotar a los jóvenes de habilidades técnicas y profesionales que les permitan integrarse al mercado laboral y vivir de forma autónoma una vez recuperen su libertad, añade la académica. 

Experiencias

Entre los emprendimientos laborales que se generaron en Qalauma, por ejemplo, están la venta de panetones. En 2021, se vendieron 200 panetones, preparados en el recinto. En 2022, las ventas se elevaron a 800 unidades. En 2023, se produjeron 1.500 panetones. Este 2 de diciembre de 2024, las autoridades penitenciarias presentaron los panetones para este año y se espera superar las ventas de los años precedentes. 

“Hay beneficios para los jóvenes que van haciendo los panetones, por ejemplo, que hace más de 5 años han comenzado con eso y ahora es un panetón requerido”, destaca Callizaya.

La justicia boliviana prevé que con la participación en estudios y trabajo, previa certificación, un juez puede evaluar la reducción de penas, por buen comportamiento. 

“Hay que recordar también que la compra de una artesanía o panetón ayuda a un joven, a que se sienta importante y pueda reinsertarse a la sociedad, porque nosotros como Estado si no podemos darles una segunda oportunidad, ellos van a reincidir”, alerta el director de Régimen Penitenciario de La Paz.  

Según el informe “Aprender entre rejas: Aprovechar los beneficios de la educación en las cárceles” (Unesco), la educación en contextos de alta vulnerabilidad, como el de las personas privadas de libertad, es crucial para la transformación de sus vidas. 

Para Pozo, es imperativa la coordinación entre la academia, el Estado y las organizaciones no gubernamentales para evitar la reincidencia delictiva, a través de herramientas como la educación y el trabajo. 

“Las instituciones deben generar un ecosistema de apoyo integral que aborde las diversas barreras que enfrentan los jóvenes en riesgo, permitiéndoles desarrollar habilidades empresariales y mejorar sus condiciones de vida”, aporta.

El desafío de la reinserción social es complejo y multifactorial, depende de una combinación de apoyo psicológico, entorno social y otras, pero los académicos, funcionarios y los propios privados coinciden en que el camino debe empezar en las oportunidades en educación y trabajo.

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