El acelerado avance de la inteligencia artificial (IA) está revolucionando la educación superior y, en consecuencia, el rol de los profesores y estudiantes dentro del proceso de enseñanza aprendizaje.
“La inteligencia artificial (IA) tiene la capacidad de hacer frente a algunos de los mayores desafíos que afronta, hoy en día, el ámbito de la educación, de desarrollar prácticas de enseñanza y aprendizaje innovadoras y, finalmente, de acelerar el progreso en la consecución del ODS 4”, asegura la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Pero, cuál es el rol que asumen el docente y el estudiante en esta nueva forma de educación tecnológica y digital. La Unesco sostiene que uno de los vínculos entre la IA y la educación, que involucra a maestros y estudiantes, consiste en “aprender con la IA”, es decir, utilizando las herramientas de IA en las aulas.
Si bien la IA puede asumir tareas repetitivas y mejorar la eficiencia del aprendizaje, los profesores seguirán siendo fundamentales en este proceso ya que se constituyen en guías, facilitadores y evaluadores del progreso de los estudiantes.
Ariel Villarroel, experto de la Jefatura de Enseñanza Aprendizaje de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, sostiene que el rol del docente y del estudiante en la educación con IA es diferente al de la educación tradicional, ya que “implica una mayor adaptación, colaboración y autonomía”.
El pedagogo explica algunos aspectos que caracterizan los renovados roles del docente y del estudiante en la educación con inteligencia artificial:
En el caso del docente, se convierte en facilitador del aprendizaje, en lugar de ser el único proveedor de conocimiento. “Ayuda a los estudiantes a navegar a través de recursos digitales y a desarrollar habilidades de pensamiento crítico y resolución de problemas”, dice el académico.
También se torna en diseñador de experiencias de aprendizaje en línea y fuera de línea, aprovechando recursos digitales, herramientas de IA y actividades prácticas para enriquecer el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Mentor y guía, porque brinda apoyo individualizado a los estudiantes y ofrece retroalimentación constructiva, responde preguntas y aborda las necesidades específicas de cada estudiante.
Asimismo, asume el rol de evaluador y analista de datos, porque utiliza herramientas de análisis de datos para evaluar el progreso de los estudiantes y adaptar sus enfoques pedagógicos en función de los resultados.
Villarroel agrega que los docentes “pueden identificar áreas de mejora y éxito a través de datos recopilados por la inteligencia artificial”.
Se constituye en un modelo de aprendizaje, ya que muestra a los estudiantes cómo aprender de manera efectiva en un entorno digital, siendo modelo de aprendizaje autodirigido y responsable.
Es un promotor de habilidades blandas, porque ayuda a los estudiantes a desarrollar habilidades socioemocionales como la colaboración, la comunicación y la empatía, que son esenciales en un mundo interconectado y tecnológico.
Estudiante, colaborador y pensador crítico
En tanto, el estudiante se convierte en aprendiz activo y asume un papel más activo en su propio aprendizaje. “Busca, selecciona y utiliza recursos digitales de manera efectiva”, puntualiza.
También es un generador de aprendizaje autodirigido, estableciendo metas, administrando su tiempo y tomando la iniciativa para buscar respuestas y soluciones.
Para Villarroel, el estudiante del siglo XXI es un “pensador crítico, porque analiza y evalúa la información en línea, identificando fuentes confiables y aplicando un pensamiento crítico para resolver problemas y tomar decisiones informadas”.
Es un colaborador nato porque aprende a colaborar de manera efectiva en entornos en línea y a trabajar en equipo, incluso a distancia. También es un comunicador digital, porque adquiere habilidades de comunicación digital, lo que incluye la capacidad de expresar ideas de manera clara y efectiva en línea y utilizar herramientas de comunicación y colaboración.
Los estudiantes comprenden y aplican normas éticas y de seguridad en línea, respetando los derechos de autor y protegiendo su privacidad. Dado que la tecnología y las herramientas de IA evolucionan constantemente, los estudiantes son adaptables y están dispuestos a aprender nuevas habilidades y tecnologías a lo largo de sus vidas.
“Esta nueva forma de educación fomenta la autonomía, el pensamiento crítico y la adaptabilidad en los estudiantes, al tiempo que permite a los docentes personalizar la educación y utilizar la tecnología de manera efectiva para mejorar el proceso de aprendizaje”, agrega Villarroel.
En tanto, Guy Haug, experto europeo en evaluación y desarrollo de universidades y sistemas de educación superior, asegura que el estudiante de esta nueva generación es muy diferente y desarrolla nuevas competencias personales, sociales y profesionales, en respuesta a los múltiples cambios que nacen en todos los ámbitos de la sociedad, con el avance de la ciencia o la tecnología.
“Los estudiantes ya no se motivan con las mismas cosas que antes (…). Si realmente queremos poner al estudiante al centro del proceso de docencia aprendizaje, previamente tenemos que conocerlo mejor, quiénes son, qué quieren hacer o qué les interesa. Para ello es necesario utilizar herramientas, también nuevas, como la inteligencia artificial (…)”, dice Haug, quien visitó Bolivia con motivo del IV Foro Internacional de la Educación Superior, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz el pasado mes de junio.
Para el experto, el estudiante de hoy es protagonista de su aprendizaje, posee mayor capacidad para dialogar y trabajar en equipo, además del dominio de herramientas y técnicas de aprendizaje. Recibe la información de una manera más ágil, es capaz de desarrollar múltiples tareas, valora el aprendizaje desde la práctica y tiene entre sus habilidades el uso de la tecnología, la espontaneidad, la interactividad, el pensamiento crítico y la búsqueda constante de experiencias.