¿Cuáles son los datos que nunca deberíamos compartir con la inteligencia artificial?

La inteligencia artificial (IA) pasó de ser una novedad y se convirtió en una herramienta cotidiana, accesible desde cualquier dispositivo móvil y presente en múltiples aspectos de la vida diaria. Desde asistentes virtuales hasta generadores de imágenes y voz, la IA facilita tareas, entretiene y optimiza procesos. Sin embargo, a medida que su uso se generaliza, también se incrementan los riesgos asociados a la privacidad y seguridad de la información personal.

“Existen una infinidad de riesgos de los cuales debemos ser conscientes a la hora de brindar nuestros datos a la IA, aunque sean estos mismos datos los que nos permitan tener respuestas más precisas”, explica Alejandro Rodríguez, docente de la carrera de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

La versatilidad de la IA y el entusiasmo que esta tecnología genera ha llevado a muchos usuarios a compartir, sin mayor reparo, imágenes faciales, grabaciones de voz e incluso documentos laborales o bancarios con aplicaciones basadas en IA. Este intercambio, aparentemente inofensivo, puede tener consecuencias serias si no se toman las precauciones adecuadas, agrega el experto.

¿Qué información nunca deberías compartir?

Expertos en ciberseguridad advierten que existen ciertos tipos de datos que bajo ninguna circunstancia deberían ser proporcionados a sistemas de IA:

  1. Información biométrica, como rostros o huellas digitales, puede ser utilizada para entrenar modelos de reconocimiento sin consentimiento explícito del usuario, generando patrones faciales reutilizables.
  2. Datos personales sensibles, tales como número de cédula de identidad, fecha de nacimiento o dirección, que pueden facilitar la identificación y seguimiento por parte de terceros maliciosos.
  3. Información financiera, como números de tarjetas, cuentas bancarias, claves o historiales de transacciones, es especialmente valiosa para ciberdelincuentes y puede ser utilizada en fraudes o estafas.
  4. Documentos empresariales internos, incluyendo datos de clientes, estrategias de negocio o reportes financieros. Compartir esta información puede suponer una filtración crítica para cualquier compañía.
  5. Consultas médicas o diagnósticos de salud, ya que la IA no sustituye el criterio profesional de un médico y puede ofrecer resultados inexactos o peligrosos.

Clonación cibernética y nuevas amenazas

Para Rodríguez, los riesgos cibernéticos se encuentran en evolución constante, generando nuevas amenazas y potenciando las existentes, por lo que es importante para las personas conocer las maneras en las cuales se pueden proteger de posibles ataques.

«Hoy en día, la tecnología se ha refinado y, en base a la información que dejamos desprotegida, ciberdelincuentes pueden clonarnos. La suplantación de identidad será mucho más compleja de detectar, se presentará de manera más frecuente y con mecanismos más sofisticados», advierte.

Este tipo de ataques puede reproducir rostros, voces o estilos de escritura, facilitando estafas más convincentes. La proliferación de herramientas que imitan la voz humana o crean imágenes hiperrealistas hace cada vez más difícil distinguir entre lo real y lo artificial, aumentando la vulnerabilidad tanto de usuarios individuales como de organizaciones.

Empresas bajo ataque

Rodríguez advierte sobre el impacto de estas amenazas en el ámbito corporativo. “Las empresas para protegerse deberán contar con profesionales calificados para defenderse de estos ataques, ya sean dentro de la misma empresa o contratando servicios externos. Además, deberán firmar contratos de confidencialidad y tener garantías claras”.

Estas medidas deben ir acompañadas de capacitaciones periódicas al personal, con enfoque específico por áreas, y el desarrollo de manuales de prevención y protocolos de seguridad robustos. Para Rodríguez, la prevención será la mejor arma contra los ciberdelincuentes.

IA defensiva: un arma de doble filo

Paradójicamente, la misma IA que representa un riesgo también puede ser una aliada en la defensa digital. Herramientas como copilotos de seguridad, que monitorean actividades sospechosas y actúan de forma autónoma, ya están siendo implementadas en entornos empresariales. También se destacan las nubes privadas y los sistemas de detección y respuesta avanzados, capaces de identificar amenazas en tiempo real.

“La incorporación de tecnologías de IA en las estrategias de defensa cibernética permite contrarrestar las mismas herramientas que utilizan los atacantes”, explica el experto.

No obstante, esto requiere un enfoque estratégico y ético. Usar IA sin comprender sus límites o sin establecer controles adecuados puede ser contraproducente, exponiendo datos sensibles a actores maliciosos o fallos del sistema.

Es por esto que la educación en ciberseguridad se vuelve tan esencial como la tecnología misma. Los usuarios deben ser conscientes de qué información comparten, con quién y a través de qué plataformas. 

“Lo que parece un simple juego de convertir tu rostro en una caricatura, puede implicar ceder derechos sobre tu imagen a una base de datos sin saberlo”, advierte Rodríguez.

Por esta razón, es fundamental leer los términos y condiciones de las aplicaciones, desconfiar de herramientas gratuitas sin respaldo confiable y mantener actualizado el conocimiento sobre buenas prácticas digitales.

“El ciberespacio puede ser un lugar muy peligroso. La clave estará en combinar la tecnología con profesionales capacitados y usuarios conscientes. Sólo así podremos disfrutar de los beneficios de la IA sin comprometer nuestra seguridad”, finaliza el ingeniero de sistemas.

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