Comunicación, empatía y trabajo en equipo: el impacto del teatro en la educación

El escenario, las luces, el murmullo del público en las butacas, el telón cerrado hasta el tercer timbre. El teatro es mucho más que un espectáculo, es un medio para comunicar las diferentes facetas del ser humano, desde los griegos hasta nuestros tiempos, hemos representado historias en las palestras, contado tragedias, comedias y dramas, hemos mostrado el auge y la caída de imperios, reyes y mendigos.
Este 27 de marzo se celebra el Día Mundial del Teatro. Este día, establecido desde 1961 por iniciativa del Instituto Internacional del Teatro (ITI) con el apoyo de la Unesco, es una ocasión para reflexionar sobre la importancia de esta disciplina en la sociedad. En esta fecha, se organizan representaciones teatrales, talleres y clases magistrales en todo el mundo, con el objetivo de destacar el papel del teatro en la promoción de la paz, la diversidad cultural y el entendimiento entre comunidades.
El teatro es un arte, pero también una herramienta para el desarrollo de habilidades comunicativas, la empatía y el trabajo en equipo. El teatro es una disciplina que va más allá del escenario y se integra como un recurso pedagógico clave en distintas áreas del conocimiento.
Pati García, actriz y directora del taller de teatro en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, y una experiencia de tres décadas sobre las tablas en Bolivia, Argentina y Francia, destaca el papel del teatro en la formación de los estudiantes.
“El teatro es una herramienta clave en la educación porque fomenta el desarrollo integral del estudiante. Aborda aspectos como la expresión corporal, facial, comunicación verbal y no verbal, y pensamiento crítico”, señala.
Según García, esta disciplina potencia el desarrollo personal y profesional, ayudando a los alumnos a expresarse con mayor confianza y a comprender mejor su entorno.
“Desde una perspectiva pedagógica, el teatro permite que los estudiantes enfrenten y resuelvan conflictos en un entorno seguro y creativo. A través de la interpretación de personajes y situaciones, se genera una profunda reflexión sobre la sociedad y el comportamiento humano. Además, la práctica teatral fortalece la autoestima y la confianza, permitiendo a los jóvenes reconocer sus habilidades y trabajar en sus áreas de mejora”, agrega la actriz.
Comunicación, empatía y trabajo en equipo
Uno de los principales beneficios del teatro es su capacidad para mejorar la comunicación. La disciplina actoral requiere que los participantes practiquen la escucha activa, la interpretación y la transmisión de emociones de manera efectiva. Esto se traduce en una mayor claridad en la expresión oral y corporal, habilidades esenciales en cualquier contexto profesional o social.
Por otro lado, la empatía es un elemento central en el teatro. “Al representar distintos personajes, los estudiantes aprenden a ponerse en los zapatos de otros, lo que les permite desarrollar una perspectiva abierta y libre de prejuicios”, explica García. Este proceso facilita la comprensión de diversas realidades y fomenta una actitud más tolerante y respetuosa.
El trabajo en equipo es otra de las habilidades clave que se fortalecen con el teatro. Desde la producción de una obra hasta su puesta en escena, cada integrante tiene una responsabilidad específica, pero el éxito del proyecto depende de la colaboración y el esfuerzo conjunto. Esta dinámica enseña a los estudiantes la importancia de la coordinación, el compromiso y la confianza mutua, elementos esenciales en cualquier grupo de trabajo.
El impacto del aprendizaje teatral va más allá de las artes escénicas y se aplica en diversas áreas profesionales. En el ámbito de la medicina, por ejemplo, el teatro contribuye al desarrollo de la empatía y las habilidades de comunicación necesarias para tratar con pacientes y dar diagnósticos sensibles. También se utiliza en técnicas como los «clowns de hospital», que ayudan a aliviar el sufrimiento a través de la risa y la interacción lúdica.
En el campo del derecho, las herramientas actorales son valiosas en el arbitraje y la argumentación, ayudando a los profesionales a mejorar su capacidad de persuasión y presentación ante un tribunal. En la docencia, el teatro convierte el aula en un espacio dinámico donde los educadores pueden captar mejor la atención de sus estudiantes y transmitir conocimientos de manera más efectiva.
Otro de los aportes fundamentales del teatro es el desarrollo de la creatividad y la capacidad de resolver problemas. La improvisación, una de las bases de la actuación, entrena a los estudiantes para adaptarse a diferentes escenarios y encontrar soluciones innovadoras ante situaciones imprevistas.
“El teatro entrena para enfrentar y disfrutar los conflictos, fomentando la improvisación, adaptación y flexibilidad para encontrar múltiples soluciones”, señala García. Este proceso activa ambos hemisferios del cerebro, combinando el pensamiento lógico con la creatividad, y permite a los estudiantes desarrollar habilidades aplicables tanto en el ámbito laboral como en la vida cotidiana.
Para García, el teatro no solo es una manifestación artística, sino una herramienta transformadora que prepara a los estudiantes para los desafíos del futuro.
“Brinda a los jóvenes, las herramientas para su desarrollo personal, profesional y social”, afirma la actriz y directora de teatro.
El teatro en la educación no solo forma actores, sino también ciudadanos más empáticos, comunicativos y colaborativos. Su capacidad para fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y la inteligencia emocional lo convierte en un recurso pedagógico invaluable.