Comprender y acompañar el autismo desde una mirada empática, temprana e integral

By Aldo Juan Peralta Lemus

Acompañar el autismo va mucho más allá del diagnóstico. Supone construir entornos sensibles, inclusivos y comprensivos.
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El Trastorno del Espectro Autista (TEA) no es una enfermedad, sino una condición del neurodesarrollo que afecta la forma en que una persona percibe, interpreta y se relaciona con el mundo que la rodea. Detectarlo a tiempo y acompañar de manera empática e informada a quienes lo presentan, resulta esencial para potenciar su desarrollo, bienestar emocional e inclusión plena en la sociedad.

Carmen Aguilera, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz sostiene que existen niveles de severidad de esta afección y, sobre la importancia de conocer las diferencias para poder dar asistencia y cuidado a la persona que padecen esta condición. 

“Es necesario que tanto educadores, padres de familia y la sociedad en general, sepan qué involucra el tener un trastorno del espectro autista. No todos son iguales, tenemos niveles, El nivel uno es el que menos apoyo necesita, el nivel dos requiere un apoyo moderado, y el nivel tres, el más severo, necesita una ayuda mucho más intensa”, explica la académica.

Una investigación reciente, publicada en Nature Reviews Neuroscience, proponen una nueva forma de entender el autismo a través del paradigma de la neurodiversidad, el cual lo considera esta condición, no como una enfermedad que deba curarse, sino como una forma distinta y válida de funcionamiento del cerebro humano. Este enfoque invita a aceptar y respetar las diferencias, promoviendo una sociedad más inclusiva y empática.

Detección temprana

La detección temprana del TEA ayuda en la calidad de vida de una persona. Durante los primeros años, padres, cuidadores y educadores pueden notar señales como escaso contacto visual, falta de respuesta al nombre, ausencia de gestos comunicativos (como señalar o saludar), patrones de juego repetitivos o dificultades para compartir emociones. No obstante, es importante destacar que cada persona con autismo es única, por lo que los signos pueden variar ampliamente.

Profesionales como pediatras, psicólogos y terapeutas del desarrollo utilizan herramientas especializadas para identificar estas diferencias y confirmar un diagnóstico. Esto permite iniciar intervenciones tempranas, que pueden incluir terapias de estimulación, apoyo educativo y acompañamiento familiar, fundamentales para desarrollar habilidades sociales, comunicativas y cognitivas.

Pero acompañar el autismo va mucho más allá del diagnóstico. Supone construir entornos sensibles, inclusivos y comprensivos. La familia juega un papel esencial en este proceso. Como explica Aguilera, “la familia tiene que conocer los síntomas, tiene que conocer las características, para poder con la ayuda de un profesional competente brindar autonomía, independencia y adaptabilidad del medio hacia la persona con autismo y de la persona con autismo hacia el medio”.

La escuela también es un escenario clave. Aquí, la inclusión debe ser real, no simbólica. Esto implica contar con docentes capacitados, adaptaciones curriculares y una cultura escolar que valore la diversidad. Las personas con autismo requieren entornos que respeten sus tiempos, rutinas y sensibilidades, donde puedan sentirse seguras y comprendidas.

En este sentido, la académica enfatiza la importancia de una respuesta articulada desde múltiples frentes: “Necesitamos que haya una red de ayuda, una red de apoyo. Necesitamos que además de brindar información, concientización y prevención, llegue a brindarse una intervención integral”.

Intervenciones efectivas para acompañar a personas con autismo

Existen diferentes terapias y enfoques que han demostrado ser útiles para apoyar a personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), estas son:

  • Terapia ABA (Análisis Conductual Aplicado): para personas con TEA. Consiste en reforzar comportamientos positivos y reducir los que dificultan la vida diaria.
  • Enfoque TEACCH: organiza los espacios y rutinas de forma estructurada y visual, lo que ayuda a que la persona con autismo entienda mejor su entorno.
  • Terapias de integración sensorial: Muchas personas con autismo son muy sensibles o poco sensibles a sonidos, luces o texturas.
  • Enfoques centrados en fortalezas: Más allá de trabajar en las dificultades, investigaciones recientes (Autism, 2025) destacan la importancia de enfocarse en los talentos e intereses personales de quienes tienen TEA 

Asimismo, comprender el espectro implica conocer también los distintos tipos o perfiles de autismo, que, dependiendo del autor o enfoque, se pueden clasificar de diversas formas. Aguilera menciona que, entre los más generales, destaca el tipo de Kane como uno de los más frecuentes, aunque cada clasificación responde a un marco teórico específico. Este conocimiento ayuda a que el acompañamiento sea más ajustado a las necesidades particulares de cada persona.

La inclusión no es solo un asunto médico o educativo, sino un compromiso social. Implica derribar estigmas, cultivar la empatía y reconocer el valor de la neurodiversidad. Acompañar el autismo es una tarea colectiva que empieza por la escucha activa, el respeto a la diferencia y el reconocimiento de que cada forma de ver y vivir el mundo es valiosa.

Detectar y acompañar el autismo es, en definitiva, un acto profundamente humano. Es brindar oportunidades reales de participación, expresión y crecimiento, entendiendo que la inclusión no es un favor, sino un derecho.

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