Raquel Murillo ya conoce a la perfección lo que es el amor. Cuenta que cuando está enamorada ella se sonroja y sólo quiere sentir cerca a la persona amada. Y sí, siente que un grupo de traviesas mariposas despliegan sus alas en su estómago.
Este sentimiento, tan incomprensible y muy humano, puede ser diseccionado desde la ciencia. Es posible analizarlo desde la Medicina y la Psicología. Profesionales de Unifranz, que no conocen de límites a la hora de innovar, se animan a estudiar los síntomas del amor. Descubrimos desde las experiencias psicológicas hasta las sensaciones corporales que tiene una persona enamorada.
La doctora Griselda Vargas ofrece una explicación profesional sobre el tema: “Desde un punto de vista fisiológico, el enamoramiento puede dividirse en tres fases clave: atracción, enamoramiento y apego, cada una regulada por diferentes áreas cerebrales y está mediada por neurotransmisores específicos”.
Vargas es directora de la carrera de Medicina, de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz La Paz. Ella explica el amor desde las sensaciones corporales. Cuenta que en la fase de atracción, la dopamina juega un papel crucial. Dice: “Este neurotransmisor, asociado con el placer y la recompensa, activa el sistema de recompensa cerebral, en particular el área tegmental ventral, lo que provoca una sensación de euforia y una fuerte motivación para buscar la cercanía de la persona deseada”. O dicho en palabras simples “los cables del cerebro parecen cruzarse”.
Raquel también dice que el corazón le late más rápido, cuando está enamorada y así sucede en el cuerpo humano, incluso hay una canción de Los Pericos que relaciona al amor con la taquicardia.
“Los niveles de noradrenalina se elevan, lo que produce efectos como el aumento de la frecuencia cardíaca, el insomnio y una sensación de estar en alerta, similar a la respuesta en situaciones de estrés agudo por la activación del sistema nervioso simpático”, explica Vargas.
Cuando uno está enamorado es el turno de la oxitocina y la vasopresina en el cuerpo humano. Es más, la oxitocina es también conocida como “la hormona del amor”. La doctora Vargas añade: “A nivel cerebral, la amígdala y el hipocampo son esenciales para el procesamiento emocional y la formación de recuerdos relacionados con la persona amada. Durante esta fase se observa una disminución en la actividad de la corteza prefrontal, lo que disminuye la capacidad para tomar decisiones racionales, permitiendo que las áreas encargadas del juicio crítico sean menos activas, lo que justifica la idealización de la pareja”. Dicho en otras palabras, podemos hacer “locuras en el nombre del amor”.
La fase de apego está gobernada por el hipotálamo. “Estas hormonas promueven sentimientos de confianza, calma y protección mutua, esenciales para la formación de relaciones a largo plazo. La serotonina también juega un papel en la estabilización del estado de ánimo, reduciendo la impulsividad y la ansiedad presentes en las fases anteriores. Desde un enfoque evolutivo, el apego asegura la cooperación y el cuidado mutuo, claves para la crianza de los hijos, y garantiza que las relaciones persistan más allá de la simple atracción sexual”.
Liudmila Loayza, directora de Psicología en Unifranz La Paz, también hay etapas en el enamoramiento. Lo primero es la atracción. “Una persona nos atrae, ya sea por sus cualidades físicas o cualidades personales después pasa a la segunda etapa, de conexión, donde se entabla una relación primero amistosa y seguidamente se encuentra un tipo de correspondencia entre los sentimientos amorosos. Esto sería el enamoramiento”.
En el periodo de fascinación, “las personas enamoradas tienden a pasar por alto los defectos de la pareja y también se presentan sensaciones físicas como las mariposas en el estómago”, acota la profesional.
La psicóloga continúa: “Cuando pasa la fascinación llega un golpe de realidad y se ven cosas que antes no se veían. Es la hora de las pequeñas decepciones y disminuye la idealización de la pareja”.
Tras la fase de fascinación, todo se hace más real y es «menos mágico» el proceso del amor. Aunque lo amoroso parece que no es objeto de medición; los profesionales de Medicina y Psicología de Unifranz sí se atreven a explorar la mente y los sentimientos porque es parte de la innovación que se trabaja en esta casa de estudios superiores.
Hay quienes prefieren sufrir y amar por igual, lejos de la tecnología y la racionalidad. Hay quienes prefieren sentir que el corazón se acelera y que hay mariposas volando en el estómago, una de ellas es Raquel, la mujer que sabe lo que es enamorarse.