Por Lily Zurita
La inteligencia artificial (IA) está transformando las aulas educativas en entornos más dinámicos, accesibles y personalizados. Desde adaptarse a las necesidades individuales de los estudiantes hasta facilitar el trabajo de los docentes, la IA se posiciona como un aliado clave en la educación del siglo XXI.
Según Ariel Villarroel, experto de la Jefatura de Enseñanza Aprendizaje de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, Unifranz, “la inteligencia artificial no reemplaza al docente, sino que lo potencia, brindándole herramientas que le permiten enfocarse en lo más importante: guiar a los estudiantes en el desarrollo de habilidades y competencias”.
Uno de los mayores beneficios de la IA es su capacidad para personalizar el aprendizaje, adaptándolo a los ritmos y estilos individuales de cada estudiante. “Gracias a la inteligencia artificial, hoy podemos identificar las necesidades específicas de un alumno y ofrecerle contenidos y actividades que realmente lo ayudarán a avanzar”, explica Villarroel.
Las plataformas de aprendizaje adaptativo, por ejemplo, analizan el progreso del estudiante y ajustan el material en tiempo real. Así, cada alumno recibe retroalimentación inmediata y personalizada que le permite corregir errores y fortalecer sus conocimientos.
Inclusión y accesibilidad: eliminando barreras
La IA también contribuye a la inclusión educativa, facilitando el acceso al aprendizaje a estudiantes con discapacidades o barreras lingüísticas.
Herramientas como lectores de texto, subtítulos automáticos y traductores en tiempo real garantizan que nadie quede excluido del proceso educativo.
“En un país como Bolivia, donde la diversidad cultural y lingüística es tan amplia, la inteligencia artificial se convierte en un puente que conecta a estudiantes de distintas regiones, contextos y capacidades”, destaca Villarroel.
Eficiencia para los docentes: más tiempo para enseñar
La IA permite a los docentes optimizar su tiempo al automatizar tareas repetitivas como la corrección de exámenes, generación de informes y planificación de clases. Estas herramientas, según Villarroel, “les permiten enfocarse en actividades más creativas y en brindar una enseñanza más cercana y personalizada”.
Además, plataformas impulsadas por IA ofrecen análisis detallados sobre el desempeño de los estudiantes, lo que facilita la toma de decisiones informadas.
“Si un estudiante presenta dificultades, el sistema puede alertar al docente, permitiendo intervenir a tiempo y evitar el rezago académico”, añade Villarroel.
Fomento del aprendizaje activo y habilidades del siglo XXI.
Otro aporte significativo de la IA es su capacidad para fomentar el aprendizaje activo y el desarrollo de habilidades relevantes para el futuro. Herramientas como simulaciones, juegos educativos y experiencias inmersivas promueven la participación y motivación de los estudiantes, transformando las clases en espacios dinámicos y colaborativos.
“La IA no solo enseña contenidos, sino que ayuda a desarrollar habilidades como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la creatividad, competencias fundamentales en un mundo en constante cambio”, subraya Villarroel.
Tutorías y aprendizaje continuo: educación sin límites
La inteligencia artificial también amplía el acceso a la educación al ofrecer tutorías 24 horas al día, los siete días a la semana a través de plataformas digitales. Esto permite a los estudiantes acceder a materiales y apoyo educativo en cualquier momento y desde cualquier lugar.
Además, la IA facilita el aprendizaje continuo al ofrecer recursos personalizados que se adaptan al progreso de cada estudiante. Esto resulta crucial para fomentar una educación flexible que responda a las demandas del entorno actual.
Equidad educativa
En contextos con menos recursos, la IA juega un papel fundamental al nivelar o democratizar el acceso a una educación de calidad. Plataformas basadas en inteligencia artificial permiten que estudiantes de regiones remotas accedan a los mismos contenidos y herramientas que aquellos en zonas urbanas.
“La IA puede ser un motor de equidad, ya que rompe las barreras geográficas y económicas, democratizando el acceso a materiales educativos de alta calidad”, afirma Villarroel.
Un futuro donde la IA y los docentes trabajan en equipo
Si bien la IA ofrece numerosos beneficios, no sustituye el papel fundamental del docente en el proceso educativo. Al contrario, la tecnología y los educadores trabajan en sinergia para brindar una enseñanza más eficiente, inclusiva y orientada a las necesidades del estudiante.
“La inteligencia artificial es una herramienta poderosa, pero el rol humano del docente, como guía y mentor, sigue siendo irremplazable. El desafío está en encontrar el equilibrio perfecto entre tecnología e interacción humana”, reflexiona Villarroel.
La implementación de la IA en el proceso educativo es una apuesta clave para garantizar una formación que responda a los desafíos del siglo XXI. Al ofrecer aprendizajes personalizados, inclusivos y dinámicos, la IA no solo mejora la calidad educativa, sino que también prepara a las nuevas generaciones para un futuro cada vez más tecnológico.
En palabras del experto, “la IA no es el futuro, es el presente. Debemos aprovechar sus beneficios para transformar la educación y abrir oportunidades para todos, sin importar dónde estén”.