Aprender de nuestros errores, el fracaso como una herramienta en el aprendizaje

El error y el fracaso son parte de nuestra vida. En nuestro camino siempre encontraremos obstáculos que, a simple vista, parecen infranqueables, pero que en realidad requieren un cambio de perspectiva. Equivocarnos nos dota de una perspectiva única de cómo resolver los problemas desde otros ángulos, ayudándonos a aprender y a crecer.

“Todos nos equivocamos, incluso los animales aprenden por ensayo y error. Si uno no se equivoca y fracasa, no hay aprendizaje, por eso es importante darnos el espacio y la posibilidad de cometer errores”, explica la psicóloga Tatiana Montoya, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Según la psicóloga, el fracaso nos ofrece la oportunidad de desarrollar resiliencia y determinación. Al enfrentarnos a obstáculos y fracasos, somos forzados a superar la adversidad, lo que fortalece nuestra capacidad para afrontar futuros desafíos.

Aquellos que han experimentado fracasos y han perseverado están mejor equipados para manejar los altibajos de la vida.

El fracaso también fomenta la humildad y la empatía. Reconocer nuestras propias vulnerabilidades tras un fracaso nos permite conectarnos más profundamente con los demás. Al vivir nuestras propias derrotas, nos volvemos más comprensivos con los desafíos ajenos y más inclinados a ofrecer apoyo y comprensión.

“El éxito rara vez es un camino directo. Detrás de cada logro existen fracasos y contratiempos. Grandes inventores, científicos, artistas y empresarios han enfrentado fracasos significativos, pero su capacidad para aprender de estas experiencias y perseverar los distingue”, agrega.

Sin embargo, explica la experta, es necesario entender que el solo hecho de fracasar no garantiza el éxito en el futuro, sino que este requiere un proceso cognitivo y mental mediante el cual nos damos cuenta donde cometimos un error, y lo corregimos, nos organizamos, planificamos y ejecutamos la tarea de manera diferente hasta encontrar la solución precisa.

“Nosotros aprendemos y en nuestra memoria se quedan los aprendizajes y los esquemas cognitivos y a través de ellos nos damos cuenta que nos hemos equivocado. Para corregir nos organizamos, planificamos y luego volvemos a intentar la misma tarea, eso se llama auto eficacia, por eso es tan importante equivocarnos y corregir”.

Para Montoya, el fracaso en el aprendizaje es crucial porque ofrece oportunidades para reflexionar y mejorar:

• Reflexión y corrección: al experimentar el fracaso, se impone la necesidad de analizar los errores y encontrar formas de corregirlos. Este proceso no solo fortalece la capacidad para resolver problemas, sino que también fomenta la mejora continua de habilidades específicas.
• Resiliencia: el fracaso enseña a manejar la frustración y la adversidad, contribuyendo al desarrollo de una mentalidad más resistente. Este proceso ayuda a las personas a adaptarse mejor a los desafíos futuros.
• Creatividad: ante los obstáculos, se requiere encontrar soluciones creativas. Esta búsqueda de nuevas maneras de afrontar los problemas puede conducir a innovaciones sorprendentes y valiosas.
• Motivación y perseverancia: Superar los fracasos puede incrementar la determinación y la motivación para seguir adelante. Cada contratiempo se convierte en una oportunidad para fortalecerse y continuar persiguiendo los objetivos propuestos.
• Experiencia y conocimiento: cada error se convierte en una lección que amplía la comprensión y las habilidades. Las experiencias de fracaso enriquecen el conocimiento y permiten un crecimiento más integral.

La docente universitaria indica que el fracaso nos enseña lecciones valiosas que no podríamos aprender de otra manera. Cada error que cometemos nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre lo que salió mal, identificar áreas de mejora y ajustar nuestra estrategia para el futuro.

“Esta retroalimentación es invaluable en el proceso de crecimiento personal y profesional”, concluye.