Aprender a Aprender: La nueva competencia clave en tiempos de Inteligencia Artificial
La capacidad de aprender de manera autónoma ha pasado de ser una cualidad deseable a convertirse en una competencia esencial para estudiantes y profesionales. Las transformaciones tecnológicas no solo modifican la velocidad a la que cambia el conocimiento, sino también la responsabilidad del individuo en dirigir su propio desarrollo.
“Las nuevas metodologías y tecnologías permiten que los estudiantes se conviertan en aprendices autodirigidos y responsables de su propio proceso de aprendizaje”, sostuvo Ariel Villarroel, experto de la Jefatura de Enseñanza y Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).
Para el especialista, la verdadera alfabetización del siglo XXI no es únicamente digital, sino estratégica: saber buscar, filtrar, construir y aplicar conocimiento en un entorno saturado de información.
La autodirección educativa cobra relevancia en un escenario en el que plataformas, cursos en línea y herramientas con IA permiten personalizar el ritmo, la profundidad y la forma de estudiar.
Sin embargo, Villarroel subraya que esta autonomía no es espontánea: “Los estudiantes deben aprender a identificar, evaluar y utilizar recursos de manera efectiva para adquirir conocimientos y resolver problemas”. La capacidad de seleccionar información confiable y organizar el propio aprendizaje ya es considerada un factor de empleabilidad.
Aunque la tecnología facilita este proceso, la esencia del aprendizaje autodirigido descansa en habilidades humanas profundas: autorregulación, disciplina, curiosidad y reflexión. Villarroel enfatiza que “esta estrategia implica autorregularse, planificar y tomar decisiones sobre el aprendizaje, además de reflexionar sobre el propio desempeño”. Estas destrezas se desarrollan deliberadamente, y su fortalecimiento permite enfrentar con mayor solvencia los desafíos de un mercado laboral en constante cambio.
Uno de los aportes más interesantes que destaca el experto es la participación activa de los estudiantes en la creación de materiales educativos.
“Al involucrarse en la elaboración de sus recursos, pueden adaptarlos a sus necesidades y preferencias”, puntualiza, remarcando que esto potencia no solo la autonomía, sino también la creatividad y el pensamiento crítico.
En este marco, los cinco pilares del aprendizaje autodirigido se presentan como una guía clara para quienes buscan mantenerse vigentes en la era de la inteligencia artificial.
Las cinco claves del aprendizaje autodirigido
1. Intencionalidad y mentalidad de crecimiento
Aprender comienza con una decisión consciente. La intencionalidad implica reconocer que el desarrollo no es casual, sino fruto de una elección deliberada. A esto se suma la mentalidad de crecimiento: creer que las habilidades pueden desarrollarse mediante esfuerzo y práctica. Esta combinación ayuda a transformar el error en aprendizaje y la dificultad en motivación, abriendo la puerta a un proceso formativo más resiliente y flexible.
2. Curiosidad activa y metas claras
La curiosidad es la chispa que enciende el aprendizaje profundo. Al explorar intereses genuinos, la motivación se vuelve intrínseca. Pero la curiosidad necesita dirección: establecer objetivos precisos permite ordenar el camino, medir avances y sostener el compromiso. Una meta bien formulada actúa como brújula que evita la dispersión y concentra la energía en logros concretos.
3. Eliminación de distracciones
En un entorno hiperconectado, proteger la atención es tan importante como adquirir nuevos conocimientos. Eliminarlas exige examinar hábitos, identificar fuentes de interrupción y rediseñar el entorno de estudio. No se trata de renunciar al ocio, sino de priorizar espacios y tiempos libres de ruido cognitivo. La atención es un recurso limitado; cuidarlo multiplica la efectividad del aprendizaje.
4. Retroalimentación y práctica deliberada
El aprendizaje autónomo no significa aislamiento. Buscar retroalimentación de expertos, docentes o pares permite identificar brechas y mejorar con mayor precisión. La práctica deliberada complementa este proceso: entrenar de manera intencional, enfocándose en los aspectos más difíciles, acelera la adquisición de habilidades y convierte el esfuerzo sostenido en progreso real.
5. Reflexión continua
Reflexionar es el puente entre la experiencia y la comprensión. Revisar estrategias, analizar emociones, identificar patrones y ajustar comportamientos convierte el aprendizaje en un ciclo dinámico de mejora constante. La reflexión fortalece el autoconocimiento y permite afinar decisiones futuras, consolidando la autonomía del aprendiz.
En tiempos de IA, estas cinco claves no solo facilitan el desarrollo de nuevas habilidades, sino que fortalecen la capacidad de adaptación, un atributo decisivo en un entorno donde el conocimiento se renueva permanentemente. “La capacidad de aprender por sí mismos es lo que permitirá a los estudiantes mantenerse vigentes a lo largo de la vida”, insiste Villarroel.
La inteligencia artificial puede guiar, recomendar y evaluar, pero la decisión de aprender —y cómo aprender— sigue siendo profundamente humana.