Generación Alfa: nativos digitales que avanzan en tecnología, pero retroceden en habilidades esenciales

By Manuel Joao Filomeno Nuñez

La generación Alfa —nacidos a partir de 2010— crece en un entorno donde la tecnología estructura su forma de aprender, relacionarse y comprender el mundo. Son niños y adolescentes que nunca han conocido una realidad sin la hiperconectividad, lo que les otorga ventajas notables, pero también ha traído efectos colaterales, tal como advierten múltiples docentes y especialistas.

“La generación Alfa se caracteriza por ser nativa digital, es decir, esta generación a diferencia de las anteriores, pasa horas frente a las pantallas y gran parte de sus vidas, sus aspiraciones y su desarrollo en la sociedad está ligada a esto”, explica Sara Yoshino, miembro de la Jefatura de Enseñanza y Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).

A partir de esta hiperconectividad se despliega un conjunto de retos educativos significativos. Docentes de distintos países describen cómo los estudiantes presentan dificultades crecientes en áreas que generaciones anteriores desarrollaban de forma natural. 

Uno de los problemas más mencionados es la pérdida progresiva de habilidades sociales básicas: desde la incapacidad de mantener contacto visual, hasta el temor extremo a hablar en público o interactuar sin la mediación de pantallas. Artículos publicados en diversas revistas especializadas relatan casos de adolescentes que se bloquean al pronunciar una frase frente al aula, o que incluso lloran cuando se les pide participar mínimamente en clase.

Otro punto crítico es la gestión de la frustración. Según los testimonios recopilados por artículos de todo el mundo, muchos jóvenes abandonan tareas si no obtienen resultados inmediatos. La expectativa de inmediatez, propia de un entorno donde todo está “a un clic”, provoca que algunos estudiantes vivan los errores como fracasos irreversibles. “

La resolución de problemas simples sin apoyo tecnológico es otra área debilitada. Varios profesores describen cómo, ante un mínimo obstáculo —como olvidar un lápiz— algunos estudiantes permanecen sin avanzar durante toda la clase en lugar de pedir ayuda o buscar soluciones alternativas. 

Esta pasividad, explican, refleja una menor autonomía y escaso entrenamiento en toma de decisiones sin la guía de un dispositivo. También se identifica dificultad para resistir la presión de grupo, tendencia a evitar intervenir ante situaciones injustas y falta de herramientas emocionales para manejar conflictos con sus pares.

Frente a este panorama, instituciones educativas ya están introduciendo estrategias para equilibrar el desarrollo digital con el fortalecimiento de habilidades humanas esenciales. 

Yoshino subraya que “es necesario reestructurar la forma de enseñar (…) es necesario que los educadores se adapten y, con ello, adapten las metodologías, esto además de ponerse al tanto con el uso de la tecnología, para guiar al estudiante de forma integral”. Entre las iniciativas más comunes se encuentran modelos híbridos, educación por competencias, personalización del aprendizaje y programas diseñados para fomentar la comunicación interpersonal, el pensamiento crítico y la resiliencia.

Muchos países están impulsando políticas educativas que buscan equilibrar el uso de la tecnología con el desarrollo de habilidades manuales tradicionales, como la escritura a mano. La preocupación es que la Generación Alfa, nacida entre 2010 y 2024, crece en un entorno hiperconectado y con acceso temprano a pantallas, lo que puede reducir su práctica de actividades físicas y cognitivas básicas.

Iniciativas como la Alianza Mundial para la Alfabetización de la UNESCO promueven programas que refuerzan la escritura, la lectura y la expresión manual como parte esencial del derecho a la educación. Además, en Europa y Asia se han implementado currículos que incluyen caligrafía, dibujo y actividades manuales para mantener la motricidad fina y la concentración de los estudiantes.

También se observa un esfuerzo por integrar actividades híbridas: se fomenta el uso de tablets y pizarras digitales, pero también se exige que los niños practiquen escritura manual en cuadernos, elaboren proyectos artísticos y participen en talleres de manualidades. 

Estas medidas buscan que la Generación Alfa no pierda la capacidad de escribir, dibujar y crear con sus manos, habilidades que fortalecen la memoria, la creatividad y la autorregulación emocional. En conjunto, estas estrategias reflejan una tendencia global hacia una educación más equilibrada, que reconoce la importancia de lo físico y lo digital en el aprendizaje.

Los especialistas coinciden en que la clave no es limitar la tecnología, sino enseñarla desde un enfoque más humano. El desafío de la generación Alfa no radica en su dominio de dispositivos —que ya es sobresaliente— sino en lograr que ese dominio conviva con habilidades sociales, emocionales y cognitivas que requieren tiempo, paciencia y práctica no digital. Prepararlos para el futuro implica comprender que su realidad ya no es comparable a la de hace quince años, y que la educación debe anticipar, no perseguir, su ritmo de cambio.

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