Para todo hay tiempo: 8 principios para administrar tu energía, enfoque y bienestar
A los 33 años, Mariana Suárez sentía que su vida se movía a la velocidad de un boceto que nunca terminaba de definirse. Arquitecta de una firma en crecimiento, con proyectos simultáneos y reuniones que se extendían hasta la noche, había logrado el reconocimiento profesional que siempre soñó. Sin embargo, cada logro venía acompañado de un cansancio que no se disipaba ni los fines de semana.
Su jornada empezaba antes de las siete de la mañana, revisando correos entre el café y el tráfico, y terminaba con el portátil encendido sobre la mesa del comedor. Las líneas entre trabajo y descanso se habían borrado por completo. “Había días en que ni siquiera sabía qué día era”, recuerda. Todo cambió una tarde cualquiera, cuando su sobrina le pidió ayuda para armar un rompecabezas y Mariana, sin pensarlo, respondió que no tenía tiempo. En ese momento entendió que algo debía cambiar: su tiempo no le pertenecía.
El primer paso fue tan sencillo como poderoso: adoptó la regla de los cinco minutos, cumpliendo de inmediato las tareas breves. Después descubrió la técnica de “tragarse el sapo primero”, enfrentando lo más difícil al inicio del día. Empezó a notar una diferencia: menos ansiedad, más claridad.
Como explica Cinthia Ashanti Romero, directora de Capital Humano de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), “la gestión del tiempo es un factor decisivo para el bienestar laboral. Una organización que promueve una cultura de planificación, priorización y colaboración logra mejorar tanto el rendimiento como la calidad de vida de sus equipos”.
Inspirada por esa visión, Mariana transformó su forma de trabajar. Creó un calendario digital donde no solo anotaba reuniones, sino también pausas y espacios personales. Descubrió la técnica Pomodoro, que consiste en trabajar durante 25 minutos y descansar cinco. Su productividad aumentó, pero lo más importante fue que recuperó la serenidad.
Romero subraya que “administrar bien el tiempo, especialmente en equipo, reduce la presión, mejora la armonía y fortalece la colaboración”. Mariana lo comprobó cuando comenzó a delegar responsabilidades y a confiar más en su equipo. Rechazó reuniones que no aportaban valor, eliminó notificaciones innecesarias y estableció límites claros. Incluso volvió a sus clases de yoga, una práctica que había abandonado por “falta de tiempo”.
En pocos meses, la transformación fue evidente. Ya no corría detrás de los plazos, los anticipaba. Sus días tenían ritmo, pero también pausa. Había aprendido que gestionar el tiempo no es una cuestión de productividad, sino de bienestar.
Los 8 principios para administrar tu energía, enfoque y bienestar
1. Simplifica tu entorno digital.
Convierte la tecnología en tu aliada. Selecciona las redes y herramientas que realmente te aportan valor, y elimina lo que te roba atención.
2. Organiza tu tiempo en bloques.
Divide el día en periodos con objetivos claros: trabajo, descanso, aprendizaje. Evita la multitarea y dale sentido a cada bloque.
3. Evita lo innecesario.
Revisa tus actividades. Suprime lo que no aporta valor o te genera desgaste. El espacio que liberas se convierte en energía para lo esencial.
4. Prioriza lo que te hace bien.
Dedica tiempo a actividades que te nutran física, emocional y mentalmente. El bienestar no se negocia.
5. Cultiva lo que te inspira.
Rodéate de personas, proyectos y hábitos que te motiven. La inspiración es el motor del propósito.
6. Actúa con autenticidad.
Haz que tu agenda refleje quién eres. La gestión del tiempo también es gestión de identidad: cada acción debe resonar con tu esencia.
7. Busca equilibrio emocional.
Evita aquello que te roba la calma. El tiempo bien administrado se mide en serenidad, no solo en resultados.
8. Haz que tu tiempo tenga sentido.
Más que hacer mucho, haz lo que importa. Revisa tus hábitos y pregúntate si te acercan a la vida que quieres construir.
Hoy, Mariana siente que su agenda ya no es un campo de batalla, sino un mapa. Vive con más intención y menos culpa. Ha descubierto que el tiempo no se controla: se habita con propósito.
“Saber organizarse colectivamente y con propósito no solo mejora el rendimiento, sino que permite construir equipos y personas más plenas”, concluye Romero.
La historia de Mariana representa a una generación que empieza a comprender que administrar el tiempo es administrar la vida. No se trata de llenar cada hora de actividades, sino de dar significado a cada instante. Porque cuando aprendemos a elegir con conciencia, el tiempo deja de ser una carga y se convierte en nuestro mayor aliado.