10 señales de la anemia y cómo prevenir esta condición

Un tercio de la población mundial padece anemia, una condición que afecta la capacidad del organismo para transportar oxígeno a los tejidos y órganos vitales. Esta afección se relaciona principalmente con la deficiencia de hierro en la alimentación, aunque también puede deberse a hemorragias o a la destrucción prematura de glóbulos rojos.
Los riesgos no son menores: desde fatiga crónica hasta complicaciones graves en el corazón, el cerebro y otros órganos, llegando incluso a comprometer la vida si no se trata adecuadamente, alerta José Montecinos, docente investigador de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
“La anemia no es una enfermedad en sí misma, es una condición caracterizada por una disminución en la concentración de hemoglobina por debajo de los niveles normales para la edad, sexo y condiciones ambientales de una persona. Esta reducción afecta la capacidad del cuerpo para transportar oxígeno a los tejidos, lo que puede generar diversos síntomas”, explica.
El especialista añade que existen tres causas principales: la pérdida de sangre por hemorragias, la destrucción de glóbulos rojos a raíz de enfermedades o condiciones autoinmunes y la carencia de hierro en la dieta.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud 2023, las mujeres en edad fértil y los niños menores de cinco años son los grupos más afectados, alcanzando cifras que superan el 60% en algunos casos. Este incremento, señala Montecinos, está directamente relacionado con hábitos alimenticios inadecuados, en particular el alto consumo de comida chatarra y el bajo consumo de verduras de hoja verde, legumbres y carnes ricas en hierro.
Las 10 señales de la deficiencia de hierro y la anemia
Reconocer a tiempo los síntomas es clave para prevenir complicaciones. Montecinos señala que los principales signos de alerta incluyen:
Fatiga extrema y debilidad muscular (astenia): el cansancio persistente, incluso tras dormir, suele ser el primer síntoma que lleva a sospechar de anemia.
Cambios en la piel: palidez o un tono amarillento son manifestaciones frecuentes debido a la baja oxigenación.
Alteraciones cardiovasculares: la falta de oxígeno obliga al corazón a trabajar más, provocando taquicardia o edemas.
Dolores de cabeza, mareos y vértigos: el cerebro es especialmente sensible a la disminución de oxígeno.
Dificultad para respirar (disnea): actividades cotidianas pueden generar sensación de ahogo.
Náuseas y vómitos: los síntomas gastrointestinales suelen confundirse con otros trastornos.
Trastornos menstruales y alteraciones del sueño: la anemia puede afectar directamente la regulación hormonal y los ciclos de descanso.
Frialdad en manos y pies: el cuerpo prioriza el riego sanguíneo a órganos vitales, reduciendo la circulación periférica.
Cambios en uñas y cabello: uñas frágiles y cabello quebradizo pueden revelar deficiencia de hierro prolongada.
Palpitaciones cardíacas: cuando la anemia es más severa, el corazón se sobrecarga para suplir la falta de oxígeno.
Cómo prevenir y tratar la anemia
Montecinos subraya que, aunque algunos casos son inevitables por la presencia de enfermedades crónicas o accidentes, la mayoría pueden prevenirse mediante una alimentación equilibrada. “Es importante consumir alimentos ricos en hierro, como carnes rojas, espinacas, legumbres y cereales fortificados, además de incluir fuentes de vitamina C, como cítricos y tomates, que mejoran la absorción de este mineral”, recomienda el docente investigador. También aconseja priorizar el consumo de vitamina B12 (presente en hígado, carne y lácteos) y ácido fólico (en verduras de hoja verde y frutas), fundamentales para la producción de glóbulos rojos.
En el caso de mujeres embarazadas, niños y personas mayores, Montecinos sugiere el uso de suplementos de hierro, vitamina B12 o ácido fólico, siempre bajo supervisión médica. “El tratamiento más importante es la reposición de hierro suplementario por vía oral y depende de los valores de hemoglobina y los síntomas. En casos severos puede requerirse una transfusión de sangre”, precisa.
La prevención también incluye la detección y tratamiento temprano de enfermedades que puedan generar pérdida de hierro, como parasitosis, hemorragias gastrointestinales o trastornos autoinmunes. Además, en pacientes con patologías crónicas, pueden ser necesarias terapias más complejas como inyecciones de eritropoyetina para estimular la producción de glóbulos rojos.
Finalmente, Montecinos advierte que, aunque común, la anemia no debe ser subestimada. Una condición grave o prolongada puede dañar órganos vitales como el corazón y el cerebro, incrementando el riesgo de complicaciones irreversibles. La clave, asegura, está en reconocer las señales tempranas, adoptar una dieta balanceada y buscar atención médica oportuna.