Moda circular: confeccionar la sostenibilidad

La moda se redefine con un propósito. Lo que antes parecía solo una tendencia se configura hoy como una oportunidad estructural: la economía circular. Este modelo, que desafía el “usar y tirar” del modelo productivo tradicional, apunta a transformar desechos en valor, en un rubro que genera el 10 % de la contaminación mundial.
“La moda ha comenzado a entrar en la economía circular, que parte del tema de reciclar y reutilizar diferentes productos para alargar su vida útil, en un mercado altamente competitivo. Aunque antes parecía impensable que las grandes marcas reciclaran, ya hay algunas que avanzan en el tema. Gucci está usando telas reutilizadas”, explica el director de la carrera de Ingeniería Comercial de Unifranz La Paz, Carlos Molina.
La industria de la moda, especialmente la “fast fashion”, es una de las más contaminantes del planeta. Solo el rubro textil genera cerca del 10 % de las emisiones globales de dióxido de carbono. No se trata simplemente de estilo y consumo, sino de un gigantesco motor económico con un costo ambiental altísimo.
Prendas viejas que crean otras nuevas y únicas
“Muchas veces creemos que todo tiene que ser comercial desde el principio, pero hay piezas que son arte, que encuentran su momento. No hay que tener miedo de proponer cosas nuevas”, afirma Nicolás Terrazas, creador de Safo, una marca emergente nacida en las aulas de Unifranz, que apuesta por una moda consciente.
Terrazas, estudiante de Diseño Gráfico y Producción Crossmedia, explica que su proyecto busca intervenir prendas olvidadas y darles nueva vida con significado. Precisamente eso es la economía circular aplicada a la moda. La ropa puede tener varias vidas: se diseña para durar y sus materiales, como telas, botones o cierres, pueden reutilizarse o reciclarse en nuevos productos. Esto ayuda a reducir residuos y el impacto ambiental de la industria textil, que tradicionalmente consume mucha agua, químicos y genera gran cantidad de desechos.
Pero no solo se queda en lo operativo. Como dice Terrazas, las prendas se convierten en piezas únicas, en arte. En ese proceso conecta a diseñadores, empresas y consumidores en un mismo objetivo: crear y usar ropa de manera más responsable.
Molina señala que este modelo también impulsa la innovación, obliga a las marcas a adaptarse a nuevas tendencias y promueve un consumo consciente que beneficia al medio ambiente y al mercado.
Sostenibilidad desde las aulas
Esta tendencia es más aceptable entre los jóvenes, quienes deben formarse como profesionales integrales con una mirada hacia la sostenibilidad. Sus objetivos se plasman en proyectos cada vez más innovadores.
Además de Safo, se tiene la experiencia de la pasarela “Raíces Verdes”, el primer desfile sostenible en La Paz. El evento, organizado por Unifranz, fue el escaparate en el que varios jóvenes mostraron cómo transformar prendas usadas en propuestas de moda ética.
También está Arakuaa, una máquina boliviana desarrollada en el Fab Lab Santa Cruz de Unifranz, que transforma plástico reciclado en fibras textiles. Esta iniciativa busca combatir la contaminación y la falta de materia prima para la comunidad Isoseña Guaraní, utilizando botellas PET recicladas.
Estos proyectos muestran que en Bolivia la academia ya camina en esta dirección.
Molina destaca que marcas globales como Gucci o Dolce & Gabbana comienzan a usar materiales reciclados en forros, cierres o líneas exclusivas, marcando la pauta de una industria en transformación. Por eso, es crucial que las nuevas generaciones estén abiertas al reciclaje y conscientes del impacto ambiental.
“Los futuros profesionales deben crear soluciones globales, disruptivas y socialmente responsables. Deben salir del enfoque tradicional y adaptarse a dinámicas culturales, tecnológicas y ambientales. Unifranz refleja esta filosofía en su modelo ‘aprender haciendo’, visible en laboratorios, diseños, pasarelas y proyectos con impacto comunitario real”, concluye.