El USDT gana terreno entre empresarios bolivianos para el comercio internacional

El USDT impulsa el comercio exterior en Bolivia.

En un pequeño taller de La Paz, Ignacio Romero observa con atención su celular. No está esperando una transferencia bancaria convencional ni una carta de crédito: aguarda la confirmación del pago que acaba de hacer a su proveedor en Shenzhen, China. Lo hizo mediante USDT, una criptomoneda vinculada al dólar estadounidense.

Ignacio, microempresario dedicado a la importación de tecnología, encontró en las criptos una solución real a los obstáculos tradicionales del comercio exterior boliviano: escasez de dólares, comisiones elevadas y demoras operativas. Lo que antes era un dolor de cabeza, hoy es una operación digital que puede resolverse en minutos.

El caso de Ignacio no es aislado. En un contexto donde las restricciones cambiarias, la volatilidad y los mecanismos bancarios tradicionales limitan la fluidez comercial, el uso de criptomonedas —en particular USDT— está ganando terreno entre emprendedores y empresas que buscan una alternativa más ágil y eficiente para realizar pagos internacionales. Esta tendencia representa una oportunidad concreta para el sector empresarial boliviano, pero también plantea desafíos legales, técnicos y educativos que no deben ser subestimados.

“Las empresas pueden tener acceso a un dólar uno a uno. Con el uso de USDT facilitamos las operaciones con proveedores internacionales”, explica Carlos Molina, director de la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz. Para él, esta tecnología no solo democratiza el acceso al comercio exterior, sino que también preserva el valor del dinero en entornos inflacionarios y otorga mayor autonomía financiera a los empresarios.

Las oportunidades que abre el uso de USDT en Bolivia son múltiples. Según Molina, entre los beneficios más relevantes se encuentra la capacidad de hacer pagos directos, sin necesidad de pasar por bancos tradicionales ni esperar días para confirmar transferencias internacionales.

“No utilizamos la banca tradicional para recibir dinero, sino que hacemos ya la transacción en plataformas digitales, que es mucho más ágil y es lo que ahora nosotros queremos y necesitamos para nuestros empresarios”, sostiene.

En este nuevo escenario, los pagos con criptomonedas permiten a las empresas reducir costos operativos, acortar tiempos logísticos y eliminar intermediarios innecesarios. También se convierten en una herramienta de inclusión financiera, especialmente para aquellas pequeñas y medianas empresas que no tienen acceso completo al sistema bancario tradicional.

“Esto mantiene al importador o exportador boliviano activo, sin retrasos y con mayor capacidad de respuesta”, afirma Molina.
No obstante, el uso de criptomonedas también presenta desafíos considerables. En primer lugar, el marco regulatorio aún es incipiente. Si bien el Banco Central de Bolivia (BCB) ha flexibilizado el uso de criptoactivos como el USDT, estos no son considerados moneda de curso legal. Esto implica que su utilización está permitida, pero debe realizarse con precaución y bajo condiciones específicas.

Además, las empresas deben cumplir ciertos requisitos operativos para comenzar a usar estos mecanismos de pago.
“Es similar a abrir cualquier cuenta empresarial. Se presenta documentación legal, se mantiene un saldo mínimo y se informa al banco sobre las transacciones que se realizarán”, detalla el experto. También es necesario indicar la plataforma que se utilizará, el destinatario del pago y, en algunos casos, la empresa extranjera que realizará el abono correspondiente.

Una vez cumplidos estos pasos, las operaciones pueden realizarse con relativa rapidez. Según Molina, en un plazo de dos a tres días el dinero ya puede estar disponible, brindando a las empresas la seguridad de que sus fondos no se devaluarán drásticamente frente al tipo de cambio informal. Para quienes requieren transacciones urgentes, también existen tarjetas prepagadas que pueden ser utilizadas en el exterior, aunque con una comisión más elevada.

Otras plataformas ofrecen servicios más sofisticados, permitiendo a las empresas bolivianas tener cuentas gestionadas desde el extranjero, lo cual amplía aún más el abanico de opciones. Pero Molina advierte que estos procesos requieren conocimientos técnicos y financieros, por lo que la educación digital y la capacitación son claves para su implementación segura.

A pesar de las ventajas, todavía hay resistencia por parte de algunos sectores empresariales que desconfían de la volatilidad de las criptomonedas o temen posibles sanciones regulatorias. Por eso, Molina insiste en la necesidad de avanzar en políticas públicas que clarifiquen el uso de criptoactivos y en programas de formación que preparen a los empresarios para este nuevo entorno económico.

“Debemos adaptarnos a las nuevas herramientas financieras. No es una moda, es una necesidad estratégica para el comercio global”, remarca.

El crecimiento del uso de USDT en Bolivia ya es visible. Según datos recientes, más de 250.000 bolivianos participan activamente en el mercado cripto y las transacciones con esta moneda superan los 121 millones de dólares en menos de un año. Esta transformación silenciosa muestra cómo la innovación tecnológica puede redefinir el panorama comercial del país.

La historia de Ignacio, que comenzó con dificultades para pagar sus importaciones, es ahora un ejemplo de cómo las criptomonedas pueden empoderar a los empresarios locales, conectándolos con el mercado internacional sin perder el control de sus finanzas.

“No es solo una moda, es una herramienta que nos permite competir, crecer y adaptarnos al mundo digital”, reflexiona Ignacio.

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