Hospitales sostenibles: tecnología, educación y conciencia para enfrentar la crisis ambiental

By Paula Beatriz Cahuasa

Ingeniera biomédica Wendy Vargas Guzmán

El cambio climático ya no es una advertencia, sino una realidad que impacta cada aspecto de nuestras vidas, por lo que la salud y el medio ambiente deben caminar de la mano. La gestión de residuos hospitalarios y el diseño de hospitales sostenibles —conocidos como hospitales verdes— se presentan como desafíos urgentes que demandan acción colectiva, conocimiento técnico y una profunda conciencia ambiental. 

La ingeniera biomédica Wendy Vargas Guzmán, quien participó en el IV Congreso Internacional en Salud: Innovación y Sostenibilidad 2025, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, asegura que “la educación es una herramienta fundamental para parar este tipo de escenario. Hay que involucrarse y participar”.

Vargas, experta en telemedicina, gestión de proyectos y diseño de infraestructuras hospitalarias, nos explica que el concepto de hospital verde va más allá del simple reciclaje o uso de paneles solares. 

“Un hospital verde considera el impacto ambiental desde el diseño arquitectónico hasta la gestión integral de residuos. Se trata de construir con conciencia, operar con eficiencia y tratar los residuos con responsabilidad técnica y ambiental”, señala.

Los residuos biomédicos son uno de los principales contaminantes invisibles dentro del sistema de salud. No se trata solo de agujas o gasas con sangre, como se suele pensar. 

Es la totalidad –dice Vargas–. Desde el papel higiénico de los baños hasta botellas de vidrio con alcohol o fenol, pasando por el uso y consumo energético del equipamiento hospitalario. Cada acción genera residuos que, si no son tratados adecuadamente, pueden convertirse en una amenaza para el ecosistema.

Este enfoque integral requiere una visión multidisciplinaria, en la que cada profesional tiene un rol clave. 

“Desde la etapa de preinversión, el diseño de un hospital debe contar con arquitectos especializados, ingenieros eléctricos, sanitarios, termomecánicos, médicos, enfermeros e ingenieros biomédicos, todos trabajando de forma articulada. El éxito o el fracaso de un proyecto es responsabilidad de todos”, afirma la experta.

Bolivia avanza, pero queda mucho por hacer

En Bolivia, la normativa vigente ya exige que los hospitales de segundo nivel cuentan con sistemas para el tratamiento de residuos biomédicos, como autoclaves o hidroclaves. Sin embargo, Vargas advierte que implementar la normativa va más allá de adquirir el equipo.

“No basta con tener el dispositivo, hay que integrarlo al diseño, capacitar al personal y asegurar su sostenibilidad operativa. El compromiso debe ser integral”, manifiesta.

La gestión de residuos no termina dentro del hospital. Es una cadena de responsabilidades que también involucra a los gobiernos subnacionales y a las empresas de recolección de residuos. En algunas ciudades bolivianas ya se cuenta con equipos especializados, pero dónde termina la responsabilidad de los hospitales.

“El tratamiento debe realizarse in situ, especialmente en hospitales de segundo o tercer nivel que generan grandes cantidades de residuos. Luego del proceso de esterilización y compactación, los residuos pueden ser entregados a los municipios o incluso reutilizados en el propio hospital, si se cuenta con una clasificación adecuada. Por ejemplo, es posible fabricar ladrillos con materiales compactados que fueron esterilizados”, afirma Vargas.

La ingeniería biomédica, un eslabón esencial

El papel de la ingeniería biomédica ha cobrado un protagonismo creciente en el diseño y operación de hospitales sostenibles. 

Según Vargas, “no todos los biomédicos trabajan en mantenimiento. Algunos nos especializamos en proyectos, y eso implica conocer profundamente cómo interactúan todos los sistemas del hospital, desde el equipamiento hasta las condiciones de temperatura, energía y salubridad. La responsabilidad técnica no puede improvisarse”.

Para ella, esta especialización es clave porque el biomédico traduce las necesidades clínicas en condiciones técnicas concretas. Por ejemplo, cuántas autoclaves necesita un establecimiento de salud y qué tamaño deben tener, en función del número de camas o del volumen de residuos que generará. Y esto se hace en conjunto con el médico, el enfermero, el arquitecto, todos trabajando en equipo.

La conciencia ciudadana también es parte del cambio

Aunque los hospitales verdes parten del diseño y la tecnología, la sostenibilidad empieza en casa. “Todo empieza por educar. No podemos dejar la responsabilidad solo al Estado. Tenemos que enseñar en nuestras casas a clasificar, reducir, reutilizar correctamente, usar materiales biodegradables y reducir el consumo de agua y energía. Lo que hace 20 años nos parecía exagerado, hoy ya lo estamos pagando”, sostiene Vargas.

Esta conciencia ciudadana es vital porque, como ella señala, “la generación que hoy está entrando a la universidad está heredando un planeta en crisis. Nosotros vivimos lo mejor del clima sin mayores consecuencias. Hoy ya vemos los efectos. Tenemos la responsabilidad de formar ciudadanos que comprendan el impacto de cada decisión, incluso en el uso de una simple botella de alcohol hospitalario”.

En ese sentido, educar para cuidar el planeta implica transformar la manera en la que pensamos y operamos los espacios de salud. Implica exigir hospitales eficientes y responsables, impulsar políticas públicas coherentes y apostar por profesionales capacitados. Pero, sobre todo, implica un cambio cultural profundo.

Hospitales verdes: una oportunidad para sanar

La idea de hospitales verdes no es solo un ideal ambientalista; es una oportunidad concreta para reducir emisiones, mejorar la salud pública y construir un futuro sostenible. Desde la ingeniería biomédica hasta la arquitectura hospitalaria, desde la gestión municipal hasta la educación en casa, todos tenemos un rol que cumplir.

“La información es poder, el conocimiento es poder. Si tú tienes la capacidad técnica para dar una información correcta a todas tus especialidades, vas a tener un proyecto exitoso”, concluye Vargas. Cuidar la salud y cuidar el medio ambiente son hoy, más que nunca, parte de la misma urgencia.

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