Reciclaje como motor de la economía circular: transformar residuos en recursos

IMAGEN UNIFRANZ

La Madre Tierra enfrenta uno de sus mayores desafíos: la acumulación masiva de residuos y el uso excesivo de recursos naturales. En este escenario, el reciclaje se posiciona como una acción crucial no sólo para reducir la contaminación, sino también como piedra angular de un nuevo modelo económico: la economía circular. 

“La economía circular implica reducir los residuos al mínimo. Los productos que llegan al final de su vida son repuestos en la cadena y sus materiales se mantienen dentro de la economía siempre que sea posible gracias al reciclaje”, explica Carlos Molina, director de la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Este enfoque propone un sistema regenerativo, donde los desechos no se eliminan, sino que se transforman en recursos, promoviendo la sostenibilidad ambiental y económica.

El 17 de mayo se celebra el Día Mundial del Reciclaje, una fecha promovida por la UNESCO con el fin de concienciar a la sociedad sobre la importancia de tratar adecuadamente los residuos para proteger el medio ambiente. Esta fecha nos invita a reflexionar sobre nuestros hábitos de consumo y el impacto que nuestras acciones tienen en el planeta, además de promover una economía más responsable y sostenible.

La economía circular se basa en principios como compartir, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos todas las veces que sea posible. A diferencia del modelo lineal de “extraer, producir y desechar”, la circularidad extiende el ciclo de vida de los productos y reduce drásticamente la generación de residuos. 

Al diseñar productos duraderos y fácilmente reparables, se disminuye la necesidad de materias primas nuevas, lo que también reduce las emisiones contaminantes. De hecho, se estima que más del 80% del impacto ambiental de un producto se define en su fase de diseño.

Uno de los ejes centrales de esta economía es el reciclaje. Según un diagnóstico elaborado por Servicios Ambientales S.A. y WWF, Bolivia genera más de 142 mil toneladas de plástico de un solo uso al año. Solo en La Paz se desechan cerca de 40 toneladas diarias. Estas cifras reflejan una necesidad urgente de transformar residuos en oportunidades, no solo para reducir la contaminación, sino también para estimular la economía y generar empleo. A nivel global, los metales recuperados de desechos electrónicos tienen un valor superior a los 55 mil millones de dólares anuales, de acuerdo con la ONU.

Además, el reciclaje reduce la demanda de materias primas, cuya extracción es responsable del 90% de la pérdida de biodiversidad global y del 70% de los gases de efecto invernadero generados por la industria. 

Molina destaca que en Bolivia ya existen casos de economía circular efectiva, como el “Ayni Empresarial”, donde empresas aprovechan los residuos de otras como insumo productivo. “Una empresa produce desechos de madera y, en vez de botarlos, estos desechos son vendidos a otra empresa que los utiliza como materia prima”, comenta.

Proyectos con propósito: estudiantes de Unifranz impulsan soluciones circulares

En Bolivia, la academia también está dando pasos firmes hacia la sostenibilidad. En Unifranz, el reciclaje se ha convertido en motor de innovación tanto en sus aulas como en el Fab Lab Santa Cruz, un laboratorio de fabricación digital donde makers y fabers crean soluciones con impacto ambiental positivo.

Uno de estos proyectos es Arakuaa, una tecnología desarrollada por estudiantes y docentes que transforma botellas PET en fibras textiles. 

“Me encanta trabajar con plástico, no solo por los colores, sino por cómo le devolvemos vida y belleza a algo que considerábamos basura”, expresa Grecia Bello, coordinadora del Fab Lab. Esta máquina, que funciona con componentes electrónicos y software libre, representa el espíritu de la economía circular: reutilizar materiales para darles una segunda vida con valor agregado.

Además del reciclaje de plástico, los estudiantes de la universidad trabajan en el desarrollo de bioenvases, mobiliario ecológico y propuestas energéticas basadas en fuentes renovables como la solar o eólica. Estas iniciativas demuestran que con voluntad, creatividad y conocimiento técnico, es posible transformar la relación entre producción, consumo y medioambiente.

El impacto de estos esfuerzos va más allá del campus universitario. A medida que estas ideas se implementan y se comparten, se convierten en ejemplos tangibles de cómo la economía circular puede ser aplicada en distintos sectores y escalas, desde microemprendimientos hasta políticas públicas.

El reciclaje, entonces, no es solo una práctica ambiental, sino una estrategia clave para avanzar hacia un modelo económico más justo, resiliente y sostenible. En un contexto global marcado por el cambio climático y la escasez de recursos, adoptar una visión circular implica redefinir el valor de los materiales y cambiar nuestros hábitos de producción y consumo.

Celebrar el Día Mundial del Reciclaje no es solo recordar la importancia de separar residuos, sino reconocer que estamos ante una oportunidad única para repensar el futuro desde la sostenibilidad.

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Manuel Joao Filomeno Nuñez

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