Diversificar los ingresos, la mejor manera de protegernos de una recesión económica

Cuando ocurre una recesión, tanto personas como empresas se ven obligadas a replantear sus finanzas. Frente a este escenario, una de las mejores estrategias para mitigar sus efectos es la diversificación de ingresos, una herramienta clave para ganar estabilidad y adaptarse a contextos de incertidumbre.
“Lo más aconsejable siempre es tratar de diversificar nuestros ingresos. Tradicionalmente estamos acostumbrados a depender de una sola fuente de ingreso, probablemente porque antes existía mayor estabilidad o solidez”, afirma Demis Vargas Rougcher, docente especialista en inversiones de la carrera de Ingeniería Económica de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
En tiempos de crisis o incertidumbre, depender exclusivamente de un único ingreso —como un salario fijo o un contrato de prestación de servicios— se convierte en una vulnerabilidad.
Vargas señala que, hoy en día, muchas personas, especialmente quienes tienen ingresos independientes, han comenzado a desarrollar actividades paralelas o emprendimientos complementarios. Este fenómeno no solo responde a la necesidad, sino también a una nueva lógica económica en la que el pluriempleo o las fuentes múltiples de ingresos representan una forma activa de resistencia financiera.
Además de diversificar ingresos, otra recomendación es ajustar los gastos. Reducir o eliminar consumos considerados prescindibles permite generar mayor liquidez y evitar que los flujos mensuales se tornen demasiado ajustados.
“Algunos gastos que antes se consideraban un lujo hoy en día pueden ser suprimidos o reducidos”, explica Vargas. La idea es mantener márgenes operativos suficientes que permitan absorber shocks externos, como un aumento en los precios o una caída en la demanda.
En este contexto, conservar el valor del dinero también se vuelve prioritario. Para ello, el especialista recomienda invertir en actividades que se conozcan o dominen, evitando entrar en mercados o sectores que prometen altas rentabilidades sin tener claridad sobre sus riesgos.
“No hay que experimentar con inversiones que podrían generar resultados muy grandes. Siempre debemos recordar el principio de que, a mayor riesgo, existe una mayor rentabilidad”, subraya.
Una de las alternativas más confiables para preservar el valor del capital, según Vargas, son los bienes inmuebles. Se trata de activos que tienden a valorizarse con el tiempo y que históricamente han sido considerados refugios seguros frente a la inflación y la inestabilidad. “La mejor inversión —siempre evaluada en su momento— es la inversión en inmuebles”, señala.
No obstante, también existen otras formas de inversión. Los bienes muebles, como vehículos, pueden ser considerados, especialmente en estrategias de corto plazo, aunque requieren un análisis más riguroso, ya que suelen depreciarse con el tiempo. Por otro lado, los activos financieros, como acciones o criptomonedas, pueden ofrecer rentabilidades interesantes, pero implican mayores niveles de riesgo. “Ahí la recomendación es tener mucho cuidado y asesorarse bien. Dependiendo de la plataforma en la que se trabaje, existen riesgos”, aclara el experto.
Una noción clave en este panorama es el apetito de riesgo. Cada persona debe ser consciente del nivel de riesgo que está dispuesta a asumir, sin comprometer la estabilidad de su economía personal o familiar. “En ningún momento ese apetito de riesgo debería implicar la pérdida total del capital”, enfatiza Vargas.
En resumen, diversificar ingresos, ajustar gastos e invertir con conocimiento y cautela son las principales recomendaciones para protegerse frente a una recesión. Estas estrategias no solo permiten enfrentar mejor la volatilidad económica, sino que abren la puerta a nuevas oportunidades de crecimiento personal y financiero.
Frente a un escenario global incierto, marcado por tensiones geopolíticas, disrupciones tecnológicas y cambios en los mercados laborales, la resiliencia financiera individual se convierte en una herramienta vital. Tal como señala el docente de Unifranz, conocer, planificar y actuar con inteligencia económica puede hacer la diferencia entre capear la tormenta o naufragar en ella.