A pesar de ser nativos digitales, la generación Z cae más en la desinformación digital

Aunque crecieron rodeados de tecnología, la generación Z —nacida entre 1997 y 2012— no está necesariamente mejor preparada para enfrentar los desafíos del mundo digital. A pesar de su familiaridad con redes sociales, aplicaciones móviles y plataformas de comunicación, estudios recientes revelan que este grupo etario es particularmente vulnerable a la desinformación y los ciberataques. Su alta exposición digital y un exceso de confianza en sus capacidades tecnológicas los convierten en un blanco fácil para noticias falsas y fraudes en línea.

“Hoy en día, hay tecnología que crea clones cibernéticos. La suplantación de identidad será mucho más compleja de detectar, se presentará de manera más frecuente y con mecanismos más sofisticados, lo que plantea desafíos tanto para las personas que están familiarizadas con la tecnología como para los nativos digitales”, advierte Alejandro Rodríguez, docente de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Uno de los principales factores que explican esta vulnerabilidad es la excesiva confianza. A pesar de su cercanía con el mundo digital, muchos jóvenes no aplican prácticas básicas de comprobación de la información, no siguen medios verificados ni medidas de seguridad. Un ejemplo alarmante: solo un tercio de los miembros de esta generación sigue las recomendaciones de seguridad emitidas por sus entidades bancarias, mientras que el 66% de los adultos mayores de 65 años sí lo hace. Esta falta de prevención los deja expuestos a trampas, fraudes y noticias engañosas.

“La digitalización no garantiza una mejor comprensión de los riesgos. La misma confianza en la tecnología y la percepción de invulnerabilidad los lleva a caer en trampas”, explica Rodríguez. 

La creciente inquietud por esta situación ha motivado múltiples investigaciones. Una de las más relevantes fue publicada en la revista científica Personality and Individual Differences, y fue elaborada por investigadores de las universidades de Cambridge, British Columbia, Oxford y King’s College London. El estudio, que evaluó a más de 66.000 personas de 24 países mediante un test psicométrico validado, concluyó que la generación Z es la más vulnerable a la desinformación, obteniendo los puntajes más bajos en su capacidad para distinguir entre noticias verdaderas y falsas.

Lo llamativo del hallazgo es que los jóvenes no solo fallaron en el test, sino que también reconocieron sus limitaciones: “perciben con notable precisión su limitada capacidad para distinguir entre noticias verdaderas y falsas”. Esta autopercepción, aunque precisa, contrasta con la de otros grupos —como los conservadores extremos—, que sobreestiman sus capacidades, pese a sus pobres resultados en el test.

Los investigadores también identificaron varios factores detrás de esta tendencia. Uno de los principales es la saturación informativa a la que están expuestos. Plataformas como TikTok, Instagram y YouTube priorizan la viralidad sobre la veracidad. “Las redes sociales no están pensadas para informar en un sentido tradicional, sino para emocionar”, subraya el estudio. Este ecosistema digital alimenta una lógica en la que las historias más impactantes, no necesariamente las más reales, ganan visibilidad.

Además de la autoevaluación de capacidades, el estudio incluyó análisis cruzados que revelaron patrones según género, nivel educativo e ideología política. Las mujeres mostraron una mayor correlación entre lo que creían poder hacer y lo que efectivamente hicieron, lo que sugiere una mayor conciencia metacognitiva. En contraste, los hombres, particularmente los de ideología conservadora, presentaron mayores discrepancias entre percepción y desempeño.

El nivel educativo también desempeñó un papel crucial. Las personas con estudios superiores obtuvieron mejores resultados que aquellas con solo secundaria completa, y los poseedores de posgrados fueron los más eficientes al identificar noticias falsas. 

En cuanto a la orientación política, el estudio evidenció una caída progresiva en la capacidad de discernimiento a medida que se avanzaba hacia la derecha del espectro ideológico, siendo los participantes extremadamente conservadores los que peor rendimiento presentaron.

A pesar del amplio alcance del estudio, los autores reconocen una limitación importante: el test MIST se aplicó únicamente en inglés, lo cual sesga los resultados hacia hablantes nativos o con un alto dominio del idioma. Por ello, proponen extender futuras investigaciones con versiones del test en distintos idiomas, para mejorar su representatividad cultural y global.

El panorama que plantea esta investigación es claro: crecer en el entorno digital no equivale a comprenderlo. La generación Z enfrenta un desafío silencioso pero urgente: desarrollar un pensamiento crítico que les permita filtrar la información, reconocer fuentes confiables y protegerse de amenazas digitales cada vez más sofisticadas. 

La alfabetización digital y la educación en ciberseguridad se perfilan como herramientas clave para revertir esta tendencia y fortalecer la resiliencia de una generación que, paradójicamente, puede saber mucho de tecnología, pero aún tiene mucho que aprender sobre cómo usarla con seguridad y responsabilidad.“Es importante que los jóvenes aprendan a reconocer la información fidedigna y contrastable en todos los medios posibles, que desarrollen el pensamiento crítico para poder discernir entre las noticias reales y las fake news para no convertirse en cajas de resonancia de la desinformación, esta es una tarea que los educadores tenemos y tratamos de cumplir”, agrega el docente de Unifranz.

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