La pandemia dejó su marca en Bolivia. Las consecuencias en salud han sido ampliamente reportadas. De igual modo, aunque con menor precisión, también se conoce su repercusión en la economía. Cierre de empresas, despidos, incremento de la pobreza son algunos indicadores utilizados por los analistas.
Como en toda situación dramática, el parón generalizado permitió a miles de personas que se ‘reinventen’ y encuentren en emprendimientos económicos o startups (empresas emergentes) soluciones innovadoras a la falta de empleo formal. De esta manera, se generan ingresos económicos.
Las mujeres, tal vez, son las que mejor comprendieron que la crisis les abría una oportunidad para crecer a partir de pequeños emprendimientos en rubros diversos. Desde la gastronomía hasta los servicios o tecnología han permitido el surgimiento de ideas emprendedoras.
Sin romanticismos, con valentía
Un estudio de línea base desarrollado en ocho municipios del país, por parte de una plataforma interinstitucional liderada por la Coordinadora de la Mujer, da cuenta que siete de cada 10 emprendimientos femeninos actuales nacieron en el contexto de Covid-19 y cuatro de cada 10 están haciendo esfuerzos por reactivarlos.
De acuerdo al mencionado estudio, el 75% de los emprendimientos actuales no tienen más de tres años de antigüedad Es decir, nacieron en plena pandemia. Otro dato relevante es que los emprendimientos de mujeres generaban menos ingresos que los de los hombres.
Lorena, una joven de 30 años, inició su emprendimiento de galletas de jengibre y empanadas de queso con albahaca durante la cuarentena. Sus principales clientes eran sus familiares y amigos, a quienes les dejaba sus pastelillos en las puertas de sus domicilios, aprovechando que su papá trabajaba y tenía autorización de circulación. Aunque le iba relativamente bien con el emprendimiento gastronómico, este año, Lorena hizo una pausa porque consiguió un empleo formal en la profesión que ella estudió: la biología.
“El desempleo, la precariedad laboral y el incremento del trabajo de cuidados no remunerado impactaron de manera particular en la autonomía económica de las mujeres, quienes, en muchos casos, se vieron en la necesidad de apostar por pequeños y esporádicos emprendimientos que les permita generar ingresos económicos para sus familias”, afirma la directora ejecutiva de la Coordinadora de la Mujer, Tania Sánchez, en relación al estudio.
Emprender: un camino cuesta arriba para las mujeres
El emprendimiento, de por sí, es un camino cuesta arriba, pero para las mujeres la brecha es aún más profunda. Su condición de género dificulta el acceso al conocimiento, a la capacitación o al financiamiento en iguales condiciones que los varones.
Xiomara Zambrana, directora adjunta del Instituto de la Mujer & Empresa (IME), asegura que el acceso a financiamiento para las mujeres es muy diferente que, para los hombres. No solamente porque las propiedades están a nombre del esposo o de los hijos sino por los diferentes requisitos que se solicitan para este acceso. Gran parte de las mujeres inician su negocio con recursos propios o préstamos de amigos o familiares.
“Es un camino cuesta arriba porque las condiciones para las mujeres son mucho más desfavorables, en todo sentido. Por eso, es importante poder trabajar respecto a estas dificultades o barreras, para poder tener un mayor crecimiento y desarrollo económico (…). La mujer constituye más de la mitad de la fuerza productiva del país”, puntualiza Zambrana.
Según la representante del IME, un estudio de perfil de la mujer emprendedora que realizó la institución, vio cuán importante es para las emprendedoras acceder a redes de contacto.
“Las redes de contacto son clave para poder emprender, porque se puede conocer allí inversores, gente que te puede dar algún tipo de apoyo (…), acceder a estas redes no es fácil, por eso surgen redes de apoyo de mujeres que necesitan que puedan entrar a estas redes más liderazgo femeninos”, puntualiza Zambrana.