Por Manuel Filomeno
Problemas entre socios, contratos de servicios, prestación de servicios o la rendición de cuentas y reparto de dividendos son algunas de las controversias que pueden presentarse en el ámbito corporativo, las cuales muchas veces pueden derivar en largos procesos judiciales, afectando el libre desarrollo y crecimiento de las empresas.
Sin embargo, el arbitraje y la conciliación se constituyen como alternativas a la justicia ordinaria civil en la resolución de controversias, presentando algunas ventajas sobre el ámbito judicial en términos de tiempo y especialización.
“El arbitraje y la conciliación son dos métodos aislados de resolución de controversias y sirven precisamente para resolver estas controversias comerciales sin tener que acudir a instancias judiciales. Eso redunda en poder darles a las partes, en primer lugar, costos preestablecidos, las partes saben cuánto va a durar el proceso que no pasa de un año en promedio, mucho menos de lo que puede durar un proceso ordinario”, señaló Igor Vucsanovich, experto en arbitraje del Centro de Conciliación y Arbitraje de la Cámara Nacional de Comercio (CAC).
El experto participó de las Jornadas de Inteligencia Jurídica en Negocios Corporativos, evento realizado en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Los procesos de conciliación y arbitraje están normados por la Ley 708, promulgada en 2015, la norma define a la conciliación como: “un proceso en el cual las partes en conflicto asisten con un conciliador, que los apoya a llegar a un acuerdo o término medio”, al finalizar este proceso, el acuerdo alcanzado es voluntario y no vinculante.
Por otra parte, el arbitraje es definido como: “un proceso en el cual las partes recurren a un árbitro que resuelve la controversia e impone su decisión a las partes”, esta decisión es final y de cumplimiento obligatorio por las partes.
En el caso del arbitraje, el experto agregó que otra de las ventajas es la posibilidad de tener un tribunal especializado para resolver la controversia.
“También tienen la posibilidad de contar con un tribunal especializado en la materia, no necesariamente jurídica, sino también técnica para resolver su controversia, los árbitros pueden tener experiencia en diferentes ámbitos más allá del jurídico, pueden ser auditores, o de distintas profesiones de manera que cuando ellos conocen la causa, pueden aportar ampliamente desde el punto de vista técnico, que puede aportar a que la resolución de la controversia esté lo más apegada a la realidad y a lo que las partes esperan”, acotó Vucsanovich.
Otra de las ventajas es la confidencialidad, ya que, por Ley, los arbitrajes y las conciliaciones son secretos a menos que ambas partes acuerden hacer público el proceso, mientras que, en la justicia ordinaria, los procesos son públicos.
El arbitraje y la conciliación son dos métodos aislados de resolución de controversias
Una decisión gerencial
Vucsanovich manifestó que los arbitrajes no son gratuitos, tiene un costo que varía en función de las controversias que se trate y la cuantía de estas, mientras que los procesos judiciales ordinarios son gratuitos, sin embargo, toman mucho más tiempo.
“En ese caso el gerente podría hacer una lista de pros y contras y ver los beneficios y prejuicios de ir a un arbitraje o a un proceso ordinario. Bajo esa lógica podríamos decir que el proceso judicial ordinario es gratuito, mientras que el arbitraje se paga, o podríamos considerar el tiempo como un beneficio en el caso de los arbitrajes que suelen ser más cortos que los procesos judiciales, que tienden a alargarse por años”.
El Centro de Arbitraje y Conciliación de la CNC funciona desde el año 1991 y anualmente atiende un promedio de 18 a 20 casos de conciliación y hasta unos 27 o 28 procesos de arbitraje anuales, con la tendencia a seguir creciendo en los próximos años.
Igor Vucsanovich es experto en arbitraje del Centro de Conciliación y Arbitraje de la Cámara Nacional de Comercio